muerte cruzada elecciones
Guillermo Lasso, presidente de Ecuador / Foto EFE

“La geometría” como que ha resultado más sencilla que “la política” para “el Ecuador”. País cuyo nombre deriva de “la línea ecuatorial” precisada hace 287 años, por franceses y españoles, pero con la cooperación de geógrafos de Quito, a la cual Bolívar llamó “la primogénita de la libertad”.

En largo camino que este país recorriera para someterse a un régimen constitucional, se integra al modelo usual en America Latina, una vez liberada de la colonia española, derivación de la metodología histórica del descubrimiento del mundo, conforme a la cual “tierra y océano descubiertos” bajo el dominio del conquistador. Si se pretendiera elaborar un “aforismo” quedaría integrado por 3 palabras “conquista, independencia y republicanismo” (etimológicamente “ideología de los partidarios de la república como forma de gobierno”). Y consecuencialmente, “el empeño en “un constitucionalismo”, compendio de reglas conforme a las cuales había que comportarse. Y tanto el Estado como sus súbditos.

En 1830, los ecuatorianos consecuentes con el modelo, en un Congreso Constituyente en Riobamba, aprueban su primera Constitución, pero el entusiasmo por “el constitucionalismo” no se detuvo. Mas bien prosiguió y como se lee el país conquistado por España a raíz de las gestas de Francisco Pizarro, Diego de Almagro, Sebastián de Belalcázar y Tomás de Berlanga, para la fecha ha gozado de una veintena de cartas magnas. La actual, aprobada el 5 de junio de l998 (El Pueblo del Ecuador, Inspirado en su historia milenaria, en el recuerdo de sus héroes y en el trabajo de hombres y mujeres que, con su sacrificio, forjaron la patria; fiel a los ideales de libertad, igualdad, justicia, progreso, solidaridad, equidad y paz que han guiado sus pasos desde los albores de la vida republicana, proclama su voluntad de consolidar la unidad de la nación ecuatoriana en el reconocimiento de la diversidad de sus regiones, pueblos, etnias y culturas, invoca la protección de Dios, y en ejercicio de su soberanía, establece en esta Constitución las normas fundamentales que amparan los derechos y libertades, organizan el Estado y las instituciones democráticas e impulsan el desarrollo económico y social). Un símil de un número determinante de cartas constitucionales.

El régimen constitucional se ha tropezado, como usual, con inconvenientes, entre ellos la denominada “Revolución de los Forajidos”, tendencia golpista de índole civil que apoyada por las fuerzas militares sustituyó al presidente Lucio Gutiérrez por el vice Alfredo Palacio, circunstancias que potenciaron la titulada “Revolución Ciudadana”. Y por allí apareció Rafael Correa con Lenin Moreno para alcanzar la presidencia y vicepresidencia y en “la mitad del mundo”. El Movimiento Alianza País fue la plataforma con la que ganaron las elecciones al “Ecuadorian Businessman” Álvaro Novoa. También conocido con el remoquete de “rey de las bananas”. Correa, “neither stupid nor lazy”, sino todo lo contrario, se adhirió al “bolivarianismo” de Hugo Chávez, quien murió sin ni siquiera definirlo. En la rica Venezuela de entonces se incubaron, no únicamente “Don Rafael”, sino unos cuantos más. La patria de Bolívar, hoy arruinada.

En América Latina sobra legitimidad para hablar de “los deseos constitucionales”, caracterizados por una exagerada eficiencia para estatuirlos, pero una crasa negligencia para concretarlos. En la carta magna de Ecuador, ubicándola en el contexto real, las pretensiones son ambiciosas, pues se escribió “es un estado social de derecho, soberano, unitario, independiente, democrático, pluricultural y multiétnico. Su gobierno es republicano, presidencial, electivo, representativo, responsable, alternativo, participativo y de administración descentralizada. La soberanía radica en el pueblo, cuya voluntad es la base de la autoridad, que ejerce a través de los órganos del poder público y de los medios democráticos previstos en esta Constitución. Son deberes primordiales del Estado: Fortalecer la unidad nacional en la diversidad, asegurar la vigencia de los derechos humanos, las libertades fundamentales de mujeres y hombres, y la seguridad social, defender el patrimonio natural y cultural del país y proteger el medio ambiente, preservar el crecimiento sustentable de la economía, y el desarrollo equilibrado y equitativo en beneficio colectivo, erradicar la pobreza y promover el progreso económico, social y cultural de sus habitantes, garantizar la vigencia del sistema democrático y la administración pública “libre de corrupción”. El Constituyente en el medio del mundo no difiere del “elenco de avideces” estatuido en la Ley de Leyes en el continente y sin excepciones.

El Ecuador, diera la impresión de que desde el primer grito de independencia y más seguramente un poco después, se ha visto bailando entre lo que todavía llaman “izquierda y derecha”. En nuestro ensayo de noviembre del 22 (IID, PanAmpost, El Nacional, Demos) expresamos: “Preguntarse hoy, como se pretende, si ‘la derecha y la izquierda’ son antagónicas, es sumergirse en el mundo de las dificultades». Se anota que lo que define a una en un país, puede disentir en el otro. Incluso, hasta en épocas pasadas, la burguesía fue revolucionaria y luego conservadora, así como el liberalismo progresista, o sea, de izquierda. Una mixtura, como de ir y venir. Un poco como que dependiera del “aire que sople”.

A la luz de las consideraciones expuestas, lo que si no puede negarse es que “Por allá, en la mitad del mundo” está armado algo más que un “bululú”. Los comentarios usuales, que el oxígeno político que Rafael Correa insufló a densos sectores ha sido un obstáculo para el gobierno de Guillermo Lasso, electo en 2021, calificado como hombre de negocios, banquero y político liberal, en otras palabras, para el común “de derecha”. En contraste con Correa, «de izquierda” y a quien se atribuye la autoría de una investigación por parte del Congreso al actual primer magistrado por “corrupción”, una especie de sábana ancha y larga en la cual es frecuente acobijarse en lo que llaman comúnmente “la política”. Situación ante la cual el jefe del Estado ha decidido disolver al Congreso aplicando, como en la lucha libre, una llave que los ecuatorianos llaman “la muerte cruzada” y la cual permite al Ejecutivo y Legislativo disolverse mutuamente y de forma anticipada para llamar a elecciones. Se sustenta en una “grave crisis política y conmoción interna”, una de las tres causas constitucionales que lo legitima sin requerimiento de la Corte Constitucional.

Don Guillermo proseguirá gobernando por 6 meses, mediante decretos. Se convocará a elecciones presidenciales y legislativas en 7 días. Tanto Lasso como los asambleístas quedan legitimados para reelegirse. La Constitución vigente se aprobó, por cierto, en el gobierno de Rafael Correa, quien ejerció como superministro de Jamil Mahuad en la cartera de finanzas, la época de la dolarización de la moneda, que según se escucha se llevó por delante al entonces primer magistrado.

Es como para tomar aire y expulsarlo diciendo “amanecerá y veremos”.

Comentarios, bienvenidos.

@LuisBGuerra


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!