I

Qué fastidio el mensajito ese de que la memoria de Gmail está a punto de colapsar. Se podrán imaginar la cantidad de cosas que tengo en mi bandeja de entrada, siendo como fui jefe de las páginas de Opinión de este prestigioso diario y las firmas tan poderosas y famosas que manejaba. ¿Cómo borrar eso?

Obvio que no tengo memoria de todas las cosas que he dejado engavetadas en esta lista interminable de correos, son demasiadas. Creo que puedo confesar que no todos los 154 articulistas de aquellos hermosos tiempos en los que El Nacional salía impreso tenían mi correo personal, pero digamos que con los que lo tenían es suficiente para colapsar cualquier almacén de memoria que tenga.

También es una confesión que algunos sospecharán, los articulistas de la casa tenían privilegios, podían mandar tarde o con más caracteres de los que le tocaba, yo siempre hacía magia para que aparecieran esplendorosamente en el espacio que les tocaba. Claro, que hay que recalcar que los periodistas estaban entrenados en el oficio y nunca les sobraba ni una coma. Por ejemplo, qué decir de Ramón Hernández, Simón Alberto Consalvi o Pedro Llorens. Un lujo para mí ser la primera lectora de estos colosos del periodismo y otros campos.

II

A veces me vence el cansancio. Este proceso que vivo optimistamente no es tan fácil como yo lo hago parecer. No tenía ganas de escribir, y entonces ordené la lista de la bandeja de entrada por lo más viejo y allí apareció.

He hecho cosas extrañas en este espacio que agradezco con el corazón. Una vez solo copié muchos tweets de mi maestro Consalvi, porque nunca ha dejado de estar vigente. Esta vez la lista de Gmail me trajo un tesoro. Y que conste que no lo escogí de los muchos que tengo, sencillamente lo encontré y lo abrí y quiero reproducirlo tal cual. Alguien que nunca tuvo pelos en la lengua, cuya pluma fue tan afilada como una daga y que usó la palabra de manera certera. Se los copio, lo van a disfrutar.

Y sé que él se siente encantado de ayudarme en un día en que no me siento tan bien. Por cierto, La mosca en la oreja es un vodevil del francés Georges Feydeau que Pedro y yo fuimos a ver en el Teatro Municipal una vez durante aquel majestuoso Festival Internacional de Teatro de Caracas. Nos reímos mucho con la genial actuación de Javier Vidal en aquella oportunidad. Obviamente, él le puso ese nombre a su columna por lo que significa tener una mosca en la oreja, pero a mí siempre me recordaba a mi amigo muerto de la risa.

III

La mosca en la oreja

La revolución “pompier”

Pedro Llorens

Salvo la pasión por los relojes caros y la práctica del elitesco deporte de nadar en la piscina de Rico Mc Pato (Fondo de Desarrollo Nacional), expropiada y usufructuada por él (si algo salía de allí era gracias a su magnanimidad: “Creo que algo me queda”, solía decir),  a la que hacía llegar beneficios que constitucionalmente debían ingresar al fisco o al Banco Central… los gustos de Corazón de mi Patria eran de una ramplonería digna del regodeo artístico conocido como “camp”, analizado por la escritora estadounidense Susan Sontag, cuyos habituales “olfatean el hedor y se jactan de tener un estómago fuerte”…

El libro El Oráculo del Guerrero, una muestra de las preferencias literarias de quien gobernara este país a lo largo de 15 años, fue ampliamente recomendado, distribuido (se hizo una importación especial) y finalmente recogido cuando se supo que escondía una sutil prédica homosexual, lo que de algún modo encaja con una de las características de la literatura “camp”, el gusto por lo andrógino, por lo hermafrodita…

Y no se hable de su obra literaria que nadie conoce: se sabe que escribió un cuento y lo mandó al concurso anual de El Nacional y nunca más se supo de él (más suerte tuvo el relato netamente “camp” de Jorge Rodríguez)… mientras que su obra pictórica es ampliamente conocida  (todos los autócratas son malos pintores) y es más propia del arte “pompier” (en francés, bombero, basto, sin mérito).

Lo que sí es netamente “pompier” es la curiosa ideología bolivariana que se inventó Corazón de mi Patria con un fondo fascista que lo persigue desde que salió de la Academia Militar… condimentado con el partido militar y el gobierno cívico militar propuestos por el argentino Ceresole, y un  socialismo a la cubana que el internacionalista Demetrio Boersner define como “capitalismo de Estado militarista y autoritario”, ahora en manos de personajes que dan grima por torvos y no solo de mirada, también de actitud y de la mollera.

Diosdado Cabello no ha visto la pelea de Alí con Foreman en la que este pegó con todo lo que le dio la gana hasta cansarse y sin embargo bastó que le dieran unos toques para que cayera noqueado… y tampoco la ha visto el bigotón Pánfilo, empeñado en confundir agresores con agredidos, violentos con pacíficos, matones con dialogantes y en dar a conocer exactamente lo contrario de lo que ocurre….sin advertir que la mentira también está sujeta a la ley de gravedad y que mientras de más arriba se lance, más ruido hace al caer y más daño hace al que la dice.

@anammatute

 

 


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