La ilegítima e inconstitucional asamblea constituyente pasará a la historia de Venezuela como el monumento más grotesco a la arbitrariedad, la inmoralidad e irresponsabilidad de un régimen político. Se trata de una estafa de proporciones siderales, cuyos daños en el tejido social, cultural e histórico de la nación están aún por terminar de precisarse, y por los cuales, la cúpula usurpadora del régimen revolucionario deberá rendir cuentas.

Nicolás Maduro anunció el pasado lunes 17 de agosto de 2020 su final. Lo declaró en los siguientes términos: “La asamblea nacional constituyente va a funcionar hasta diciembre. Ya así lo ha decidido”, expresó en cadena de radio y TV.

Al día siguiente, uno de los integrantes de dicho cuerpo, Néstor Francia, lo desmintió. La famosa “plenipotenciaria y supraconstitucional” asamblea no se ha reunido, ni ha discutido esa, ni ninguna otra materia. Sus integrantes, dijo Francia, se enteraron por la TV de dicha decisión.

Nada más patético que esa verdad ofrecida por Francia. (https://www-aporrea-org.cdn.ampproject.org/c/s/www.aporrea.org/amp/actualidad/n358069.html)

Posteriormente, el presidente de la citada instancia, Diosdado Cabello, ofrece la declaración que completa la prueba del monumental crimen cometido contra  la Constitución, el Estado de Derecho y la democracia. En fecha 6 de septiembre del 2020, Cabello expresó: “La ANC no presentará una nueva Constitución. Nos queda el tema del poder popular, las leyes constitucionales, esas leyes no van a referéndum; para cambiarlas tienes que convocar a una nueva constituyente, porque están por encima de las leyes orgánicas porque las dictó una ANC. Antes del 31 de diciembre la ANC va a aprobar leyes para el pueblo”.”(https://efectococuyo.com/politica/anc-no-hara-una-nueva-constitucion-dice-diosdado-cabello/)

La tan plenipotenciaria asamblea ha terminado siendo una burdo y pirata invento, impuesto por la fuerza, con el único objetivo de consolidar el desconocimiento de la legítima Asamblea Nacional que Maduro y su entorno decidieron cerrar y desconocer, al mejor estilo de los autoritarismos ya conocidos.

Este monstruoso ente político ni siquiera se acercó a lo que es la esencia de una verdadera Asamblea Constituyente, a la luz de lo establecido en el artículo 347 de la vigente Constitución de la República, que determina como su objetivo “transformar el Estado, crear un nuevo ordenamiento jurídico y redactar una nueva Constitución”.

Están anunciando su final sin haber producido ninguna transformación del ineficiente y corrompido Estado socialista, ni creado un nuevo ordenamiento jurídico con la redacción de una nueva Constitución. Tal circunstancia hace patética la estafa de Cabello, Maduro y la camarilla que se aprovecharon de los dineros públicos para montar este instrumento delictivo.

Ahora van a producir en serie (antes del 31 de diciembre dice Cabello) unas “leyes constitucionales”, categoría jurídica inexistente en la ciencia jurídica, fórmula inventada por estos leguleyos de baja monta para imponer cuerpos arbitrarios de normas, con los cuales revestir de una falsa legalidad su inmoral régimen.

Los delitos  de fraude, cohecho, corrupción de funcionario, usurpación de autoridad y asociación para delinquir quedan plenamente demostrados. Cometieron fraude para convocar el parapeto constituyente. También, en el supuesto proceso de votación, en el manejo y gasto de recursos financieros del estado para un ente carente de legalidad y legitimidad, peculado de uso en la celebración de reuniones en la sede del Poder Legislativo nacional y en el uso de los medios de comunicación del Estado para un ente jurídicamente inexistente, pero políticamente utilizado para disimular el desconocimiento al Parlamento y la flagrante violación de la Constitución.

Maduro está tan descarado en su rol de amo del poder que ni se inmuta en guardar ciertas formas, o disimular cierto papel de presidente democrático. Ya no le importa. Simplemente él decidió y anunció que su circo constituyente termina en diciembre.

Ya el inefable Dr. Hermann Escarrá encontrará alguna galimatía o fantasiosa teoría  para justificar las razones por las cuales Maduro, sin tomarse la molestia de consultar a los “supremos representantes del poder popular” y de “la soberanía popular”, decidió por su cuenta y riesgo despedirlos en diciembre de este año 2020. Queda claro que él es el dueño de ese circo. Solo que ha procedido a enviar a casa a todos los payasos convocados, para las pésimas funciones parlamentarias escenificadas. Claro, ya no los necesita. Ya para esa fecha habrá hecho la selección de su nueva Asamblea Nacional, en el ya descarado fraude en marcha. Así  podrá continuar haciendo lo que le venga en gana, atropellando los derechos de la ciudadanía.

Llegará la hora de la justicia. Y en esa hora las rocambolescas “leyes constitucionales” de Diosdado dejarán de tener vigencia inmediata, por haber sido dictadas por un ente  fraudulento, inexistente para el derecho, fruto de una dictadura  que usurpó la representación nacional.  Y por supuesto tendrán que rendir cuentas de los delitos cometidos.


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