Al más puro estilo castro-cubano el régimen crea una ley antibloqueo. Por más de 50 años tuvimos a Fidel Castro culpando de todos los males al enemigo externo, acusando a Estados Unidos. La estrategia maquiavélica pretendió amalgamar a la Fuerza Armada y al pueblo en torno a su figura. Clamando al mundo que una pequeña isla se resistía a caer en las garras del más grande imperio sobre la tierra. El cuento de alguna manera apeló a la imagen de la lucha bíblica del joven David contra el gigante Goliat.

En Venezuela en los últimos 50 años nadie ha tenido más poder de facto que Maduro. Con una sumisión incondicional del Tribunal Supremo, y del Ministerio Público, del aparato administrativo del Estado y de las Fuerzas Armadas. Anulando de manera total el papel legislativo y contralor del órgano parlamentario. La nueva ley llamada antibloqueo que le da todavía más poder a Maduro es un despropósito, en el entendido que ya puede hacer todo lo que le viene en gana, sin restricciones, ni fiscalizaciones de ningún tipo. Lo único que falta ahora es que declare a Venezuela como monarquía hereditaria y lo coronen a su vez como jefe del estado, del gobierno y gendarme necesario. El estado de emergencia económica está decretado desde 2016 y ha sido prorrogado de manera indefinida y sin embargo nadie ha visto el fruto de la concentración de tanto poder. Ni deseos de rectificación. Ahora en la susodicha ley se le da un carácter secreto a lo que puede hacer el “Ejecutivo Nacional” con lo cual nadie ni se va a enterar de nada, ni va a poder fiscalizar nada. La transparencia elemental que exige el derecho queda fulminada, junto a incluso la contraria social de la que tanto cacarearon.

La ley antibloqueo es una nueva monstruosidad jurídica. La Constitución determina a las leyes orgánicas como las de más alto rango para desarrollar los principios fundamentales establecidos en la carta magna. Por lo tanto las normas definidas por este régimen como “leyes constitucionales” como la ley antibloqueo no tienen fundamento jurídico. En todo caso, todas las leyes son constitucionales, ya que ninguna puede oponerse a la Constitución, sin ser írrita o declarada como nula. Pretender que sobre las orgánicas, las especiales y las ordinarias aparezcan las por ellos llamadas leyes constitucionales no es más que un mal invento al margen del derecho constitucional comparado. Adicionalmente una constituyente no está establecida para hacer leyes sino para hacer una Constitución, constituir o reconstituir un país y transformar un Estado. Y no han hecho nada. Por otra parte, de un órgano como la constituyente ilegítima no puede emanar nada que sea legal. De la misma manera la ley pretende que el derecho que contradiga la ley quede inaplicado. Otra figura que no existe, como no existe un desacato indefinido contra una institución como el Parlamento. El derecho tiene una jerarquía y una sistematización que redunda en que las leyes de mayor rango condicionan a las de menor y cuando las contradicen las deroga. Lo de la inaplicación es también parte de la isla cubana o de la fantasía y un invento más para proclamar un reinado sin corona.

Que ahora alguna parte de la ley señale que parte del objetivo es revertir el rumbo estadista tomado por la economía y voltear expropiaciones, confiscaciones, ocupaciones y mayorías accionarias nacionales en petróleo no se los cree nadie. Como nadie también puede creer en un bloqueo cuando se tienen aliados tan poderosos como China y Rusia, y a amigos como Irán, Corea del Norte, Cuba o Bielorrusia. Todo un nuevo circo para volcar la agenda a una Venezuela que supuestamente colapsa gracias al bloqueo imperial. Cuando la realidad es que antes de las sanciones la catástrofe era ya general. El cambio va y Venezuela dará un rumbo monumental hacia la abundancia y la prosperidad.

@OscarArnal


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