¿Qué es la modestia? ¿Y qué es la inmodestia? Nos estamos refiriendo a dos tipos de comportamiento que son opuestos entre sí. En efecto, cuando aludimos a la primera, estamos dando a conocer la condición humilde o carente de vanidad de una persona. Por el contrario, cuando nos referimos a la segunda, hacemos alusión a un comportamiento característico de la persona vanidosa. Nos encontramos pues ante dos extremos, dos realidades que chocan entre sí.

El introito anterior viene a lugar y se justifica por la excepcional y maravillosa experiencia vivida por nuestro gran poeta Rafael Cadenas quien, el pasado lunes 24 de abril, recibió el Premio Cervantes en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares. La entrega del galardón, que sólo se da a escritores de habla hispana, la hizo Felipe VI, rey de España.

La modestia y el discurso del galardonado fueron todo lo contrario a lo que nos tienen acostumbrados el conductor de Miraflores y su claque revolucionaria. En la prestigiosa universidad española no se oyó, por ningún lado, disonancia alguna. Todo se desarrolló como tenía que ser: con calma y cordura. Y eso no es lo más significativo: fue la primera vez que un autor venezolano recibe un reconocimiento de tal relevancia. La Venezuela digna tiene entonces ante sí al tipo de personalidad que siempre nos debe servir de ejemplo y guía.

No nos cabe duda: nuestro ilustre galardonado se ha proyectado como un gran faro de luz y humildad; muy al contrario, el liderazgo revolucionario se limita a reflejar la agresividad y truhanería que siempre le ha caracterizado.

En su corto discurso del pasado lunes 24 de abril, Cadenas concluyó señalando lo siguiente:

Cervantes fue un gran defensor de la libertad. Recordaré sus palabras muy conocidas, aunque deberían difundirse más. Colocarlas, por ejemplo, en los escudos de los países. Dice don Quijote: “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a un hombre”. 

Se trató, sin duda, de un mensaje a los venezolanos demócratas; pero también es claro que, sin predeterminación de ningún tipo, fue una bofetada a los gobernantes autócratas, tal es el caso del conductor de Miraflores y su claque, acostumbrados como están a actuar con la extrema agresividad que les caracteriza.

Ni una palabra de felicitación ha salido del gobierno revolucionario. Para ellos no existe el magno reconocimiento que España le ha hecho a nuestro modesto y gran poeta. Estamos ante un silencio atronador que emana del odio y la envidia que se le tiene a nuestra prominente figura poética. A la revolución hay que recordárselo de modo permanente: es obvio que así no se gobierna.

@EddyReyesT


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