Por enésima vez abordo un tema del cual hablamos a cada momento, dada la incidencia que él tiene en la vida cotidiana de nuestros ciudadanos y particularmente entre los venezolanos presentes en el país hoy, problema que afecta a todos y cada uno de nuestros compatriotas, pero que en su resolución existen extraordinarias diferencias.

Una exigua minoría, constituida por la cúpula cívico-militar gobernante, la boliburguesía de turno, la burocracia civil, policial y militar de confianza y la oligarquía de siempre, tienen luz verde para acceder a la resolución exitosa de sus enfermedades, tanto en el interior de la nación como en el exterior si es necesario. Cuba, México, Estados Unidos, España, Italia o Rusia son destinos conocidos.

Aun bajo los disolventes efectos de la catástrofe económica hay dólares, para que los pacientes privilegiados recurran a los centros privados venezolanos que aún se sostienen, teniendo a su alcance recursos tecnológicos de extraordinaria utilidad en el diagnóstico y tratamiento de nuestras enfermedades, pero cuando no es posible resolver en el interior de la República, está la inmediata posibilidad de solicitar ayuda externa.

Entre esa situación descrita con anterioridad y la que vive más de 90% de nuestra comunidad hay un abismo, porque son compatriotas carentes de ingresos suficientes y de ahorros en dólares, para la cual el gasto de la vida diaria les compromete sus ingresos y cualquier ayuda externa no sobrepasa modestas cifras que solo le alcanzan para mejorar el consumo o resolver exigencias de gastos inesperados.

Creo que no es una exageración de mi parte afirmar que para esa aplastante mayoría de ciudadanos cuyos ingresos son lamentablemente miserables, por debajo de un dólar diario, ingreso totalmente insuficiente para cubrir gastos hospitalarios, de recuperación o funerarios, para ellos no existe salud al carecer de la capacidad económica suficiente para cubrir exigencias indispensables, en todos aquellos casos en los cuales somos víctimas de accidentes, enfermedades crónicas y de los efectos inevitables del tiempo

Porque, además, no hay atención efectiva e inmediata en la materia de las patologías agudas, creadas generalmente por los efectos del medio ambiente sobre nuestro organismo, pero tampoco está presente en la construcción preventiva de la sociedad, a través de sus defensas frente a la enfermedad como es la higiene individual o colectiva, el saneamiento ambiental o la alimentación.

Definitivamente, la infraestructura asistencial a todos los niveles se encuentra en franco retroceso, con carencias casi absolutas de mantenimiento, centros desprovistos de los recursos necesarios para su funcionamiento y en los cuales su actividad depende en gran medida, de los aportes que la comunidad realiza para cubrir las exigencias de los procedimientos y tratamientos médicos o quirúrgicos.

No estamos escribiendo sobre un problema reciente, el deterioro sanitario tiene ya un buen tiempo andando, nuestras exitosas realizaciones en la materia de salud pública, conquistadas en el siglo XX (1920-1970) se detuvieron hace unas décadas, pero fueron tan importantes que una buena parte de lo construido ha resistido los efectos de la corrupción y la ignorancia de los gobernantes, la avaricia empresarial, el consumismo y el atraso de nuestros ciudadanos.

Nicolás, Diosdado, Vladimir, ¿hasta cuándo insultos, mentiras y chismes, destinados a encubrir que tampoco en esta área del Estado tan importante para nosotros, los venezolanos, hay realizaciones trascendentes correctivas del atraso, capaces de superar errores e insuficiencias del pasado? Han transcurrido ya 20 años justos de la presencia de ustedes en la dirección del gobierno y creo que no hemos mejorado, todo lo contrario, estamos retrocediendo.

Sobran los ejemplos sobre la catástrofe sanitaria y asistencial venezolana, son decenas, pero hay dos realmente muy visibles, cuya importancia impone detenerse en ellos: el hambre de millones de ciudadanos, verdadero flagelo que campea en los centros urbanos de le República, en donde se come una o dos veces al día cualquier cosa, problema que no tiene otra solución que la del incremento sustancial de la producción de alimentos, bienes y servicios, definitivamente no es el camino la regaladera de unas monedas para comérselas el fin de semana y ¿después qué?

Y el otro ejemplo es la diáspora de los profesionales de la salud, contingente de millares de ciudadanos educados por la República, gigantesca y calificada  inversión, desarrollada durante más de medio siglo, cuya ausencia responde a la imposibilidad de cubrir sus justas aspiraciones de ascenso social y satisfacción de aspiraciones económicas básicas como vivienda y transporte, solo posibles mediante un salario efectivo y suficiente.

Además de exportar energía a precios y en convenios muy discutibles, ahora exportamos talento humano altamente calificado completamente regalado, ¿eso es acaso desarrollo?

 


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!