Resulta inocultable que hundir en la pobreza a millones de venezolanos no es solo consecuencia de la incapacidad de quienes asaltan el poder en nuestro país, sino que también responde a una estrategia de acorralar en la miseria a todo un pueblo para facilitar su sometimiento.

Basados en una supuesta “angustia por los pobres”, desde que Chávez y Maduro se entronizaron en las instituciones públicas que han secuestrado, se afanaron en auspiciar programas asistencialistas que sirven, según ellos, para paliar la pobreza en la que no solo permanecen centenares de miles de familias, sino que es evidente que esa pobreza va agravándose progresivamente día tras día. Las famosas misiones y ahora las cajas de alimentos bautizadas como CLAP son parte de la propaganda engañosa que con todo desafuero presentan a través de los medios comunicacionales que controlan para justificar esos proyectos, que en vez de servir para sacar a la gente del atolladero de la miseria, más bien las hunden más y más, al extremo de padecer actualmente una catástrofe humanitaria compleja, que deja al descubierto la hambruna colectiva y el colapso de los servicios públicos, cada día también más destartalados.

El pasado viernes circuló en España un informe que da cuenta del descomunal proceso de destrucción del sistema educativo venezolano, por el que termina siendo condenada a la miseria toda una generación. Dicho análisis fue publicado en el portal Periodista Digital América, con la rúbrica del comunicador José Antonio Puglisi, quien nos relata la pasmosa realidad: “Hoy en Venezuela hay más de 6 millones de niños y jóvenes fuera del sistema escolar. Más de 60% de la matrícula deja de asistir a clases por hambre, porque el programa de alimentación escolar tiene más de 4 años sin funcionar y las madres prefieren que sus hijos duerman hasta el mediodía para darles una sola comida al día”. Lapidario, ¿Verdad?

Desde ese conmovedor informe nos preguntamos: ¿cómo puede desarrollarse económica y socialmente un país con su recurso humano excluido de los conocimientos? Esa es la tragedia que nadie puede dejar de observar, no para que lloren junto con nosotros, sino para que reaccionen a nuestro lado y nos ayuden a detener esta masacre, que según el reporte de Puglisi “se lleva por delante a 90% de la estructura escolar arruinada, viendo a las escuelas que no cuentan con el mobiliario mínimo para que los niños reciban sus clases en un ambiente propicio, mucho menos cuentan con acceso a herramientas tecnológicas (computadoras, Internet) ni material de laboratorio”. Queda claro la demolición del sistema educativo venezolano y la sentencia a la miseria de varias generaciones.


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