El ilegítimo Tribunal Supremo de la Injusticia castrochavista dicta una sentencia que pretende suprimir la legitimidad y el resultado de las constitucionales  elecciones primarias realizadas en Venezuela el pasado  22 de octubre. Si fuera solo por el  daño moral que su conducta proyecta dentro y fuera del país, esta vez a nivel mundial, bastaría con calificar ese documento como ridículo despecho politiquero. Pero no. Es testimonio de lo peor y los condena. Muestra definitiva de la criminal narcotiranía que hace del engaño sistemático su principal instrumento de poder siempre sustentado por el militarismo.

El mafioso mito ”socialismo del siglo XXI” mintió desde sus orígenes en todo sitio. Cuba y Venezuela dividieron a la sociedad en dos clases sociales fijas. Una oligarquía revolucionaria que se apropió de la riqueza nacional y destruyó la productividad privada, pero demanda gratificaciones precisamente a Estados Unidos, su enemigo ideológico. Eliminaron a las clases medias llevándolas a la pobreza en todos sus grados.

Desmontar cada uno de sus embustes por vía de los resultados y con argumentos científicos ha sido tarea de especialistas, pero hay un método práctico, accesible y certero como el de los cuentos infantiles que castigan a los malvados, para la población que tuvo la suerte de educarse en buena escuela a través de la lectura y tiene la obligación de orientar a la oposición mayormente despolitizada y todavía no sometida por líderes populistas. Entre muchos ejemplos, uno reciente y delicioso es la obra de Margaret Atwood (n 1939, Canadá) narradora, poeta, profesora y miembro activo de Amnistía Internacional, ganadora de múltiples premios literarios internacionales.

Desde su novela Penélope y las doce criadas (Salamandra, 2005. España) asume la personalidad de la esposa que contra múltiples desafíos familiares y de  pretendientes, se mantiene fiel a Odiseo, mentiroso por genética, hábil en inventar fantasías, y quien luego de participar en la Guerra de Troya tras veinte años regresa al hogar y justifica su tardanza porque lo secuestraron monstruos, dioses y sirenas,

Sin metáforas rebuscadas, como si hablara desde el diván de su psicoanalista, en tono de sátira burlesca, cuenta cómo tejió de día un sudario que soltaba por la noche y así va desgarrando los velos, describe la cruda verdad oculta de todos los personajes de la mitología que la circunda, incluida sin concesiones, ella misma pues algunas veces mintió para salvarse. Así desmonta trágicos episodios  históricos  griegos narrados en la Odisea, largo poema atribuido a Homero.

Quienes protagonizan este magnífico texto de la escritora son la cobarde falsedad, el astuto fraude, la  infidelidad individual y colectiva, para retratar a gobiernos y  tribunales de la actualidad. De facto, basta leer o escuchar la convocatoria para un inmediato referéndum sobre el caso territorial del Esequibo y  está clarísima la pretensión de  posponer las elecciones presidenciales que saben los expulsarán si acaso pudieran celebrarse hoy. Utilizarán pretextos para no perder los millares de  dólares que les entrarían si acatan lo firmado y ofrecerán cumplir el reciente  pacto firmado en Barbados que  permite aplazar las presidenciales para a fines del 2024, mientras  refuerzan  su narcomilitarismo mediante el innecesario  referéndum sobre la disputa del territorio de la Guayana Esequiba, cuya pertenencia venezolana vendieron Fidel Castro con Hugo Chávez Frías para aumentar votos a su causa en organismos transnacionales, coba nacionalista peligrosa pues pudiera sacrificar otra vez a humildes soldados jóvenes adoctrinados mientras los jerarcas de la cresta uniformada y palaciega disfrutan de ganancias producto de sus delitos.

Son tan claras las costuras escondidas y acostumbradas tretas que la Venezuela  del montón victimizado perdió la inocencia, ya es Penélope, sabe lo que en verdad  pasó, lo que pasa y puede pasar. No traga más cuentos chinos, rusos, cubanos, bolivianos, mexicanos ni chilenos, ya gastados. Mucho menos cree  en escenas del teatro patriotero estatal que está desnudo, sin disfraces.

Quienes sigan comprándoles esa clase de entradas para sostener ese circo de farsa continua no serán absueltos por la Historia y tendrán pocos lugares donde refugiarse. A la libertad se llega por la verdad.

A propósito, recuerdo un chiste que solía repetir mi papá, Max el cuotero, cuando en la sobremesa obligatoria, una vez al día, sus tres hijas a veces contábamos chismes sobre divorcios extraños y es  el siguiente: una pareja recién casada acude a la sinagoga para firmar su separación y el rabino pregunta por qué tan apurados, a lo que el esposo responde: “Cuando salió del baño, donde se quitó el traje de novia, la vi sin peluca, sin maquillaje y en una bata transparente, siento que esta mujer es otra persona y ni siquiera la toqué, no es la  que me cautivó para ser mi esposa, si fue capaz de engañarme  durante el noviazgo con su bello aspecto y sus lindas palabras, cuánto más será distinta por dentro y no me conviene.

Aplicable  a Bolivia que acaba de romper relaciones diplomáticas con Israel, y para no seguir mintiendo y degradando el nombre del Libertador Simón Bolívar, su verdadero nombre actual es Iranivia pues con esa teocracia que sostiene al terrorista Hamas firmó hace meses un pacto del cual pronto se conocerán los detalles.

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