La MUD decidió no participar en las elecciones parlamentarias de 2005 y 2020, así como en la presidencial de 2018, donde resultó reelegido Nicolás Maduro. Los partidos opositores mayoritarios denunciaron que esas votaciones no eran competitivas, legales, transparentes y menos democráticas. Aunque la abstención fue una estrategia errada de la oposición venezolana en elecciones pasadas, esta vez la impopularidad del presidente Nicolás Maduro y la posibilidad de que el voto esta vez sea “un medio” para la transición política, motivan a reafirmar el llamado al sufragio.

El comando de Maduro, en lo político electoral siempre se mueve con narrativas que apuntan hacia activar la abstención, es una de las más serias amenazas que debe evitar el actual sistema político venezolano si quiere continuar teniendo una aptitud democrática a lo interno y ante el mundo. No se pueden seguir tomando decisiones de trascendencias, entre ellas en lo político, económico y social, con menos de la mitad de la población. Aquí tiene espacio la frase de JFK: “se puede ganar con la mitad, pero no se puede gobernar con la mitad en contra”. 

Las elecciones presidenciales del próximo 28 de julio se han convertido en una carrera contra el tiempo y de múltiples obstáculos para la oposición venezolana. Es obvio, que el discurso de Nicolás Maduro busca estratégicamente una abstención inducida, también, es relevante reconocer que puede existir una posición política de muchos venezolanos al decidir por ciertas razones básicas o complejas no participar en los comicios primero en las primarias y luego en las elecciones parlamentarias nacionales, aún sin fecha.

Son evidentes algunas maniobras del oficialismo cuando se apoyan en construidas campañas de descrédito de supuestos planes desestabilizadores y conspirativos por parte de la PUD y factores exógenos. No obstante, la estrategia de la oposición se inscribe hacia una dimensión pacífica, electoral, democrática y constitucional. Para  la Plataforma democrática, la salida siempre será electoral, porque están dadas todas las condiciones históricas para convertir estas elecciones presidenciales en un instrumento constitucional para la transición y transformación del poder central.

Indudablemente, en la oposición existe un sentimiento de desconfianza hacia algunos de sus líderes políticos ligados a la PUD, estas manifestaciones son vinculantes con los discursos y posturas que muchos lideres han tomado ante varios temas políticos de significación nacional. Mucha gente opositora dice, que no quiere salir a votar en avalancha, porque siempre se pierde, para nadie es un secreto que el árbitro electoral es un agregado de la revolución, esa realidad deriva en un porcentaje revelador de abstencionistas.

Para la consultora Hernández Hercon existen bien claros dos escenarios para las elecciones presidenciales, primero, el de la abstención por la comprometida legitimidad del Consejo Nacional Electoral y prácticas antidemocráticas hacia los aspirantes y partidos políticos opositores pertenecientes PUD y segundo que emerja y se consolide una matriz irreversible en la participación conectada al voto castigo a la gestión de Maduro por ser responsable directo de la actual crisis política, económica y social que vive nuestro país. Es irrefutable, que el ventajismo es institucional, mientras la campaña electoral de la oposición democrática venezolana, si quiere ser exitosa, debe tener como ejes puntuales, definir estrategias y tácticas orientadas a construir estrategias psicoemociales que fortalezcan ese 70% de venezolanos que desea votar el próximo 28 de julio.

 

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