Revisé un documento publicado en Twitter por mi amigo Raúl Labarthe donde detalla la estructura laboral en el Perú en el 2021. Para sorpresa de nadie, lo que más resalta es el enorme porcentaje de la Población Económicamente Activa (PEA) que representa la informalidad. Casi el 80% pertenece a esta economía irregular y solo el 1.9% es contribuyente.

La razón por la que este porcentaje es tan ridículamente pequeño es porque ser formal en el Perú es muy caro y es muy engorroso. El Estado Peruano es un adicto a los impuestos y se dedica a ahogar a las empresas de todo tipo, al punto que se ven obligadas a pasar a la informalidad para poder crecer o, siquiera, existir.

Sin embargo, la izquierda ignorante, valga la redundancia, se esfuerza en reforzar la idea de que los empresarios y la clase empresarial son los villanos de la película y que deben ser castigados por su “inhumano” deseo acumulativo con más impuestos y sobre regulaciones para “beneficiar al pueblo”. En pocas palabras, marxismo puro y duro.

La congresista Sigrid Bazán se pasea de sindicato en sindicato, criticando a los empresarios que no quieren subirles los sueldos a sus trabajadores, alzando la mano cual revolucionaria de la Unión Soviética con la hoz y el martillo en el corazón.

Otra parlamentaria de la misma estirpe, la señora Isabel Cortez, propone un proyecto de Ley (PL) que obliga a las empresas a incluir el refrigerio de sus trabajadores. ¿Con qué autoridad académica o profesional presenta un PL de este tipo? ¿Ha evaluado cómo va a afectar a las empresas y, subsecuentemente, a sus propios trabajadores?

La izquierda parasitaria cree que, al igual que las empresas estatales, las privadas no pueden quebrar. Parece que están dispuestos a exprimir hasta lo último del emprendimiento privado con tal de quedar bien con el pueblo que, presuntamente, defienden. Pero en su haber, están reforzando la dependencia entre el Estado y los ciudadanos más vulnerables, lo cual es la antípoda del empoderamiento individual que un político debería buscar para sus electores.

Me queda siempre la duda de que si estas personas actúan maliciosamente para lograr esa “Patria Grande” castrochavista, donde Estado, gobierno y partido son lo mismo y donde se logra la ansiada igualdad, pero hacia abajo. O la otra opción que es la simple ignorancia; la incapacidad de repasar las evidencias del siglo XX que invalidan todas las teorías de un Estado gigante. De cualquier forma, no hay excusa.

Artículo publicado en el medio peruano El Reporte


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