El victimismo de Pedro Castillo no tiene límites: ahora es enemigo hasta de sí mismo. Resulta que durante su prisión preventiva de 18 meses en el penal de Barbadillo por el golpe de Estado, el profesor chotano ha venido experimentando varios episodios de desconexión con la realidad. Así lo confirmó su propia abogada Indira Rodríguez, quien se comunicó con la BBC de Londres para internacionalizar este diagnóstico donde las pesadillas y el miedo a ser asesinado por envenenamiento se convirtieron en síntomas capitales. En retrospectiva, esto nos recuerda los anuncios de sus otros defensores legales, Walter Ayala (exministro de Defensa) y el incondicional Eduardo Pachas: el exinquilino de la Casa de Pizarro está enfermo del estómago, toma suero y no escucha bien. Estas mentes maestras buscarían apelar a cualquier vía para liberar a su patrocinado, lo cual deja entre líneas que también harían lo que sea para reponerlo en el poder.

El régimen chotano cayó el pasado 7 de diciembre. Un golpe que nació muerto provocó la caída del mandamás Pedro Castillo. Esto fue el 7 de diciembre, día que también fue vacado por el Congreso y detenido por la Policía (que tenía en sus filas hasta a sus escoltas). Posteriormente, el 16 de diciembre, fue enviado al penal de Barbadillo, hasta oficializarse los 18 meses de prisión preventiva que había pedido el Ministerio Público por los presuntos delitos de rebelión y conspiración. Desde entonces, el centro de reclusión ubicado al costado de la Dirección de Operaciones Especiales (Diroes), en Ate-Vitarte, se convirtió en el epicentro de distintos casos de surrealismo.

Un botón: el congresista Guido Bellido. Aseguró muy eufórico ante la prensa que Castillo había sido dopado y obligado a leer el mensaje del golpe. Esta versión se estrelló inmediatamente con el escepticismo ciudadano y para precipitarse por completo se desmintió totalmente con los videos de Palacio que fueron filtrados posteriormente. El profesor chotano estaba seguro de romper el Estado de Derecho y para eso tuvo el respaldo de aliados como la desaforada parlamentaria Betssy Chávez y Aníbal Torres, quien ahora se considera presidenciable.

Con todo esto, la idea de una excarcelación resultaba inviable. Menos para sus adláteres. Los abogados han venido moviendo sus hilos. A escala internacional, por ejemplo, está el argentino Guido Croxatto, que trabajó de palmo a palmo con los presidentes de México, Andrés Manuel López Obrador, y de Colombia, Gustavo Petro. Mientras que a escala local, además de distintos dispositivos de apelación, ahora vienen sorteando una supuesta crisis de salud física y mental para materializar sus objetivos.

Primero fue Eduardo Pachas: «El señor presidente está mal del estómago hace varios días y tiene una fuerte enfermedad en el estómago, tanto así que, si bien lo vieron los médicos del INPE, nosotros estamos llevando médicos de parte, médicos de confianza de Pedro Castillo (…) Además, él también tiene un problema al oído que también debe ser visto por estos médicos que están en la puerta (del penal de Barbadillo), pero no los están dejando ingresar alegando que no es de la especialidad, que hay que coordinarlo con la región, y yo he mandado todo, inclusive a la Defensoría del Pueblo para que se les dé las facilidades».

Luego, Walter Ayala: “El presidente está enfermo, y de eso ha sido testigo el Ministerio Público. Y el día lunes, o el día viernes de la semana pasada, este lunes mejor dicho, yo fui a visitar al presidente y estaba en una diligencia. Yo participé en la diligencia y en medio de la diligencia tuvo que suspenderse por un momento para tomar su medicamento (el expresidente) (…) “Le vi que estaba tomando como un suero medio rojo (…) dijeron que eso debía tomar para el estómago y aparte no escuchar bien porque el fiscal tiene que prácticamente alzar la voz alto para que él pueda escuchar”.

Ahora, a esto se sumó la abogada Irina Rodríguez, en una entrevista para la BBC: «Ha perdido mucho peso»; «piensa que lo pueden envenenar, así que no quiere comer lo que le sirven en la prisión»; «el paso del tiempo y, sobre todo, no poder hablar con su mujer y sus hijos ha hecho que su salud mental toque fondo, y ha empezado a sufrir ataques de pánico y pesadillas», etc.

Como el mismo golpista dijo alguna vez: “Al pueblo peruano se le acaba de quitar la venda a los ojos”.

Artículo publicado por el diario El Reporte de Perú


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