La SIP
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Algunas definiciones relacionadas con la libertad, tomadas del Diccionario de la Real Academia Española son:

Libertad: “Facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos”.

Libertad de expresión: “Derecho a manifestar y difundir libremente ideas, opiniones e informaciones”.

Libertad de imprenta: “Facultad de imprimir cuanto se quiera, sin previa censura, con sujeción a las leyes”.

Libertad de información: “Facultad de emitir o recibir información por cualquier medio de difusión, sin previa censura gubernativa”.

Al investigar sobre el tema de la libertad en general y para no ir tan lejos en la historia universal, podríamos ubicarnos en los tiempos del filósofo clásico griego Sócrates (470 a. C. – 399 a. C.) –quien fue el maestro de Platón– y planteaba las siguientes reflexiones:

“Somos dueños de nuestra vida y somos, por consiguiente, libres, cuando nuestra razón impone su dictado a nuestra voluntad”.

“El conocimiento es condición de la libertad y la ignorancia por el contrario esclaviza”.

“Sería absurdo juzgar desde el punto de vista moral a alguien cuya ignorancia le impide actuar libremente”.

Con esas afirmaciones, Sócrates vinculaba conocimiento, libertad y moral.

Desde tiempos muy remotos, algunas personas quienes han detentado el poder, han tratado de someter y esclavizar a los ciudadanos mediante la ignorancia y por esa razón existieron personajes e instituciones que se convirtieron en enemigos de la libertad de expresión e información, a la que consideraban como una amenaza para mantener su hegemonía, tal como ocurrió en la Edad Media, en los tiempos de la Santa Inquisición, iniciada en 1184, cuando para contrarrestar la herejía –creencia que difiere de los dogmas existentes–, la Iglesia católica investigaba, perseguía y castigaba a las personas con diversas penas, que iban desde excomunión, pasando por azotes, torturas, destierros, confiscaciones, cárcel y hasta la hoguera, para cualquier sospechoso, lo que incluía entre otros a ciudadanos comunes, parteras, curanderos, alquimistas, investigadores, escritores y artistas, a quienes también les confiscaban o quemaban sus: escritos, libros, herramientas, instrumentos y obras de arte.

Como un ejemplo de las acciones en contra de la libertad de expresión e información hacia investigadores y científicos del pasado, se tiene el caso de Galileo Galilei (1564-1642), quien es considerado el padre de la astronomía, la física y la ciencia, por haber aplicado métodos científicos para investigar ciertos fenómenos relacionados con el movimiento, como son la caída libre, el péndulo simple, el plano inclinado, y con la ayuda del telescopio también confirmó la teoría heliocéntrica expuesta por Copérnico, razón por la cual fue condenado por la inquisición en 1633 y obligado a retractarse, pudiendo salvarse de la prisión perpetua impuesta como castigo, que fue cambiada por arresto domiciliario de por vida, gracias a la intervención del papa Urbano VIII y de los Medicis, de cuyos hijos Galileo fue profesor.

El siglo XVIII es conocido como el Siglo de las Luces y se llamó así por la existencia de brillantes pensadores y científicos europeos como fueron los enciclopedistas, tales como Montesquieu, Rousseau o Voltaire, precedidos por otros grandes ilustres como Descartes, Locke, Bacon, Galileo, Newton o Leibniz, quienes trataban de disipar las tinieblas de la ignorancia mediante el conocimiento y la razón, cuando existían dogmas como los privilegios por derecho divino que se atribuían los reyes y la nobleza, lo que junto con la inequidad en los derechos de los ciudadanos, produjo la Revolución francesa –5 de mayo de 1789 al 9 de noviembre de 1799– cuya asamblea nacional constituyente aprobó en 1789 la “Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano” que constaba de 17 artículos, donde se destacan dos relacionados con el tema de este escrito y que son:

El artículo 10: “Ningún hombre debe ser molestado por razón de sus opiniones, ni aún por sus ideas religiosas, siempre que al manifestarlas no se causen trastornos del orden público establecido por la ley”.

El artículo 11: “Puesto que la libre comunicación de los pensamientos y opiniones es uno de los más valiosos derechos del hombre, todo ciudadano puede hablar, escribir y publicar libremente, excepto cuando tenga que responder del abuso de esta libertad en los casos determinados por la ley”.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos se adoptó por la Asamblea General de las Naciones Unidas celebrada en París el 10 de diciembre de 1948 y dentro de los derechos básicos se incluye uno relacionado con la libertad de expresión que es el artículo 19 que establece: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”.

Cabe destacar que los derechos relativos a las libertades individuales terminan donde comienzan los derechos de los demás y por tal razón, cuando hacemos uso de ellos estamos obligados a practicar una autorregulación ética, honesta y consciente.

Como se puede observar, a pesar de los dogmas religiosos, políticos o económicos, desde hace casi 25 siglos la humanidad se ha preocupado por el respeto a la libertad de opinión, expresión e información, siempre que se respete también el derecho de los demás ciudadanos, lo cual es considerado como un derecho humano fundamental, que en tiempos modernos tiene gran importancia, para que los sistemas de gobierno basados en la democracia mejoren y se fortalezcan.

En el caso específico de Venezuela, han existido medios de información libres como El Nacional que se han caracterizado desde su fundación el 3 de agosto de 1943 por el ejercicio del derecho que tienen los ciudadanos a estar informados y ser ilustrados, mediante la participación de la diversidad de pensamientos y opiniones, lo que le ha generado con el transcurrir de los tiempos, las dinámicas históricas, las malas prácticas políticas y los cambios de gobierno, ciertos inconvenientes tales como multas, sanciones y otro tipo de restricciones; pero afortunadamente, los ciudadanos reconocemos, apreciamos y valoramos su tenacidad, esfuerzo, profesionalismo y equilibrio informativo, y esperamos que El Nacional pueda salir airoso y más fortalecido, de este nuevo reto al que se enfrenta en la actualidad, para que siga siendo un foro útil y valioso en las causas democráticas del país.

Finalmente, como un asunto de actualidad relacionado con el tema económico que he venido tratando en artículos anteriores, me parece conveniente y oportuno emitir una opinión respecto a un interesante artículo publicado en un medio informativo llamado Banca y Negocios, el 20 de abril de 2021 con el título “ABV alerta al BCV: iliquidez compromete operatividad y viabilidad financiera de los bancos” [1], de donde copio y luego analizo los siguientes párrafos:

“La Asociación Bancaria de Venezuela envió una nueva comunicación al Banco Central de Venezuela (BCV) donde expresa su alarma por los niveles de iliquidez con los que está operando la Banca que han generado un «perjuicio estructural que incrementa los riesgos de operatividad, comprometiendo la viabilidad financiera de los bancos”.

“La Asociación Bancaria de Venezuela sostiene que ha habido ‘una negativa’ del ente emisor a proporcionar liquidez a bancos, a través de la compra de divisas en el mercado. Estas instituciones «pudieran verse perjudicadas por la acumulación de dólares estadounidenses y euros que el mercado interbancario no tuvo la capacidad de absorber, situación que conduce a que el sistema no cuenta con alternativas para aprovisionarse de bolívares”.

El artículo mencionado informa que la banca dispone actualmente altas posiciones en divisas pero bajas posiciones en moneda nacional y por esa razón solicitan que el BCV inyecte más bolívares al mercado o disminuya más el encaje legal, pero en mi modesta opinión la práctica usada de recibir divisas, pero entregar moneda nacional y continuar devaluando el bolívar ad infinitum no es sostenible en el tiempo y considero que sería mejor que las divisas que tiene la banca sean usadas tanto en los medios de pago hacia los comercios, donde los clientes actualmente pagan con divisas, pero las entidades financieras abonan a esos comercios en moneda nacional, como también sería prudente hacer ventas de efectivo en divisas a los clientes que así lo requieran, para que esas entidades puedan disponer de más bolívares, puesto que seguir incrementando la liquidez en moneda nacional, que ya es una cifra astronómica casi inmanejable y teniendo en cuenta que las variables numéricas informáticas tienen sus límites, el seguir expandiendo la liquidez no es una medida conveniente en un mercado hiperinflacionario como el actual y pienso que hay que dar mayor libertad a las bondades del mercado multimoneda, que hace al país más interesante para la inversión productiva real y considerando que también existe la ley de oferta y demanda, donde si hay demasiada oferta de algún bien como es la divisa, su precio debería bajar, como en este caso sería la tasa de cambio, que en mi opinión está sobrevalorada y en algún momento deberá ser sincerada de acuerdo con la relación (liquidez monetaria)/(reservas internacionales) al igual que el salario mínimo real mensual del venezolano, que no le alcanza para comprar ni un kilogramo de harina.

Por cierto, a la fecha 24 de abril de 2021, cuando estoy escribiendo este artículo, las estadísticas del BCV relacionadas con los agregados monetarios –base monetaria y liquidez monetaria–, ni los estados financieros de la institución están disponibles en su página web.


[1] https://www.bancaynegocios.com/exclusivo-abv-alerta-al-bcv-iliquidez-compromete-operatividad-y-viabilidad-financiera-de-los-bancos/


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