A veces cuando escribo me repito” (Mario Benedetti)

Un programa de radio de éxito en la isla de los paraguas y el Brexit invitaba a personas célebres a hablar de literatura y música a partir de una pregunta clave: En el supuesto de que tuviese que permanecer solo en una isla desierta y pudiese llevarse con usted ocho discos de música y un libro, ¿cuáles serían esos discos y cuál sería el libro?

El programa surgió a mediados del siglo pasado, en la década de los cuarenta. La BBC decidió llamarlo así: Desert Island Discs (Discos en la Isla Desierta). Mientras permanecía yo confinado en casa, caía la lluvia lentamente y me preguntaba qué selección de discos y qué libro me llevaría conmigo a esa isla. Me preguntaba esto porque, al igual que mucha gente en el planeta, me veo aislado en mi casa obligado por las circunstancias de un virus amenazante y real.

Yo habría elegido llevarme-traer a mi isla- entre otros, estos discos: At Budokan de Bob Dylan, Tattoo you de  The Rolling Stones, The river de Springsteen, cualquiera de Queen, La ley del desierto de Radio Futura, Back to Black de Amy Winehouse, algo de Marvin Gaye y Rock´n´roll Animal de Lou Reed. Tal vez, con el paso de unas semanas, cambiaría alguno de los discos pero no elegiría a otros intérpretes.

Supongo que estos días de confinamiento hacen que uno intente reorganizarse la vida. Hacer listas me recuerda a la novela High Fidelity de Nick Hornby en la que el protagonista de la historia pretendía prender su vida en las canciones favoritas que había oído, antiguas novias y listados de tipo diverso. También me recuerda a un texto de Juan Tallón que comenzaba con el papel encontrado en la camisa de un suicida llamado Andrés y cuyo autor (ahora me refiero al texto literario) titulaba “Haga una lista”.

Volviendo al programa radiofónico, la otra pregunta que le planteaban al entrevistado famoso se refería al libro que querría llevar envuelto entre su equipaje mínimo. Llegado a este punto, el libro que yo leía aclaraba a la celebridad algo que los oyentes sabían de memoria, “recuerde que no puede elegir ni la Biblia ni Shakespeare ya que esos volúmenes se encuentran por defecto en la isla”. Me hizo sonreír el detalle. En otras palabras, tendría que elegir un libro de esos que acompañan al lector como un vademecum. Y la verdad es que me esforcé en pensar qué libro elegiría yo. Tendría que decidir si querría dedicarme a la relectura (Los diarios de Anaïs Nin, El lobo estepario de Hermann Hesse, Cien años de soledad, Las Metamorfosis de Ovidio, quizás Robinson Crusoe de Defoe, Rayuela de Cortázar…) o si, por el contrario, me arriesgaría con un libro nuevo. De ser así, creo que me llevaría Moby Dick o Huckleberry Finn. Y usted, amable lector, ¿qué ocho discos y qué libro se llevaría a la isla desierta?


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