El mal del mundo casi siempre proviene de la ignorancia. Albert Camus

Nada en el mundo es más peligroso que la ignorancia deliberada y la estupidez consciente. Martin Luther King

A medida que se acercan las elecciones regionales se hace más patente la división de las fuerzas opositoras conformada por unas 27 organizaciones que pretenden enfrentar con éxito a un solo partido de gobierno. Para los anglosajones la ignorancia es descrita como la falta de conocimiento e información, un adjetivo que representa a personas en estado de inconsciencia o disonancia cognitiva que no son conscientes de cierta información o de hechos importantes. La ignorancia no tiene mucha relación con la inteligencia pues en muchos casos puede ser deliberada, cuando se trata por ejemplo de una decisión que evita la información sobre algo indeseable.

A diferencia de la ignorancia deliberada, ocurre el autoengaño, individuos que creen falsedades con una total convicción. En psiquiatría el “síndrome del fanático sincero” describe un desorden cognoscitivo que compele a un individuo normal a creer lo increíble más allá de toda razón que con frecuencia deviene enamorado de una fantasía, de una ficción o de una impostura que, mientras más se le demuestra su ausencia de fundamentos o de lógica, más se aferra a su creencia. De estas concepciones se puede concluir que un ignorante puede ser inteligente como el que más o puede ser perfectamente estúpido o algo entre ambos.

¿Qué clase de ignorancia puede hacerle creer a los opositores que, con unos 66.800 candidatos y el gobierno con 3.082 postulaciones, se pueden disputar con éxito 3.082 cargos de elección? Veamos.

Ignorancia y desarrollo

La ignorancia, que corre en diferentes formas en todos los países del mundo, la explica el profesor y escritor Isaac Asimov así: “Un aspecto triste de la vida contemporánea es que la ciencia acumula conocimientos mucho más rápido que el tiempo que la sociedad tiene para educarse”. La ignorancia no es pues una conjetura educacional, es una realidad que se manifiesta en forma concreta, en mayor o menor grado, en todas las sociedades.

¿Cómo se manifestó en Venezuela? Hace más de 20 años, éramos un país de instituciones frágiles pero estables, con una clase educada de dirigentes que se aseguraron que viviéramos una experiencia, imperfecta, pero democrática durante 40 años. De pronto surge un populista en uniforme y con un gran apoyo popular incrusta en el poder a una claque con una capacidad destructora sin paralelo que la nueva generación de políticos ha sido manifiestamente incapaz de contener.

En Estados Unidos fue la pandemia del covid-19 que hizo ostensible un grado de ignorancia que había sido subestimado y que adquirió ribetes políticos increíbles porque surgió al calor de un año electoral. El propio gobierno se negó obstinadamente a reconocer la existencia de la crisis sanitaria, bien por inconveniencia política o por negación de la ciencia. En efecto, la inconveniencia política fue exacerbada por un fenómeno que se había desatendido; la ignorancia, una fuerza, una energía en toda comunidad humana que ha devenido en un gran poder político, especialmente en Estados Unidos, donde el sistema indirecto de elección le abrió las puertas del poder a minorías. Seis presidentes de Estados Unidos fueron electos con el voto popular minoritario.

Un prominente conservador del CATO Institute, Ilya Somin, en su celebrado ensayo Democracy and Political Ignorance analiza los datos de encuestas sobre la ignorancia política de las elecciones de Estados Unidos y la conexión entre esa ignorancia política y la desproporcionada influencia política de los ricos.  De este estigma de ignorancia no se escapa ni la potencia más desarrollada del mundo. Paradójicamente, el país más avanzado del mundo, el mismo que ha obtenido la mitad de todos los premios Nobel de Ciencia y Tecnología de la historia, la ignorancia política corre parejo con su enorme desarrollo. No es raro encontrar en Estados Unidos a un labriego blanco junto a un profesor universitario blanco, ambos convencidos de su superioridad racial fundada en el color de la piel. La inteligencia o la educación no los diferencia, la ignorancia los une.

Oposición e irracionalidad racional

El economista Bryan Caplan, también conservador del CATO Institute, popularizó el concepto de “irracionalidad racional”, para contradecir a la escuela del “public choice” que compara la racionalidad del votante con la de un consumidor que busca siempre su interés al menor costo posible. Para Caplan la irracionalidad racional es probable en situaciones en las que algunas personas tienen preferencias por alguna creencia (hay algunas creencias que son más atractivas que otras) con un costo marginal muy bajo. En consecuencia, Caplan postula que existe una demanda por creencias irracionales y la curva de esa demanda indica la cantidad de irracionalidad que la persona está dispuesta a tolerar. Según la ley de la demanda, cuanto menor es el costo de una irracionalidad, mayor es su demanda. Cuando el costo del error de una persona o de un grupo es cero, la demanda por la irracionalidad es alta. Si la irracionalidad ofrece beneficios, la demanda por esa creencia por ese desatino es mucho mayor.

¿Explica esta concepción de la irracionalidad racional el fenómeno social venezolano que adquiere connotaciones aparentemente absurdas? Si la oposición venezolana está impulsada por esta irracionalidad racional en la cual ha persistido por años, es porque el costo de sus errores ha sido cero o de beneficio. Esto explicaría por qué la oposición persiste en esta irracionalidad racional. El profesor Alicke lo explica: “Pasa también que muchos se involucran en una ignorancia deliberada porque es útil”.

El filósofo social Eric Hoffer, estudioso en profundidad de los movimientos de masas, los caracteriza como “buenos, malos, de izquierda, de derecha, sociales, religiosos, nacionalistas, con una común propensión al fanatismo, a una esperanza ferviente, al odio o a la intolerancia como medios para liberar una poderosa energía humana que algunas veces demanda una fe ciega…”. “No son movimientos ideológicos equivalentes -mantiene Hoffer- muchos solo tienen características equivalentes y se trata, puro y simple, de un comportamiento humano irracional…”.

Hoffer termina con un aserto que no nos sorprende cuando tratamos de entender la irracionalidad de la oposición venezolana: “Esto no quiere decir que estos movimientos no obtengan recompensas”.

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