“Homo homini lupus”

Thomas Hobbes

“Muchas veces es más seguro estar encadenado que ser libre”

Franz Kafka

Veintitrés largos años han trascurrido desde la llegada de Hugo Chávez al poder, ese caudillo que nos salió intempestivamente para indicarnos que el cuerpo moral del Estado se encontraba severamente subvertido, la sociedad venezolana aletargada, ausente de pulso democrático desde el año 1992. A las 48 horas de un sangriento golpe de Estado liderado por el caudillo Chávez, comenzó a sentirse seducida por aquel militar, quien jamás engañó a nadie, siempre mostró su piel de lobo bajo la presencia de una tenue lana de cordero, para hendirle los dientes a la democracia, la libertad y desde luego emprender un plan de aislamiento y latrocinio sin parangón en la historia.

Primero bajo las ideas fascistoides y connaturales de la criminalidad, asumió la tesis de Norberto Ceresole, esa teoría absurda del caudillo y el pueblo, y el árbol de las tres raíces envuelto en fundamentalismos de corte militarista, su proyecto ya anunciaba la incompatibilidad con la democracia, era pues una sentencia de muerte para que el país ingresare al siglo XXI, jamás lo hicimos, jamás lo haremos y nos quedamos presos en el tiempo, atados a la roca de Prometeo y padeciendo el tormento diario por nuestros errores colectivos.

El caudillo del 4 de febrero conoció a Fidel Castro y quedó absolutamente impactado por la personalidad del tirano de Cuba, desde allí abandonó a Ceresole y se decantó por el leninismo, por el marxismo enarbolado por el comandante Fidel, quien vislumbró en Chávez la posibilidad de pasarle factura a la historia y a la Venezuela democrática, que lo había vencido en dos oportunidades militarmente. El país más rico  de América Latina era ofrecido cual princesa troyana, dispuesta para su expolio y esclavitud, y desde luego, justo desde que esas dos almas gemelas en megalomanía y locuras morales se proyectaron la una a la otra, se decretaría de facto la muerte de la libertad de toda una república, así como la subordinación de una nación petrolera de 30 millones de habitantes a los designios de un tirano del Caribe caído en desgracia, quien advirtió en nuestro país la posibilidad de darle oxígeno a su moribundo proyecto.

Los venezolanos durante el chavismo, desde el año 2000 hasta 2012, nunca le dimos la trascendencia verdadera al peligro que se cernía sobre nuestras vidas, siempre Hugo Chávez y su proyecto fueron infravalorados, se acudía a la pueril excusa de que los horrores y la represión cubana no se aplicarían en Venezuela, pues nuestro país no era una isla, obviamente una elegía abyecta al reduccionismo.

La involución regresiva arrancó en el año 1999, al redactarse una Constitución pletórica en circunloquios, cacofonías y reiteraciones, dictada para satisfacer los intereses de Hugo Chávez, la cual le generaría luego inconvenientes para el andamiaje de su proyecto de revolución total, de subordinación de todos los órdenes de la vida republicana, es en 2006 cuando se produce la inflexión en la narrativa del discurso, la regresión desde un autoritarismo competitivo hacia un modelo  de corte autocrático, justo en ese año se reconoce la vocación socialista del proyecto y se crean las figuras de los poderes populares. El régimen disfrutaba las mieles de una bonanza petrolera sin precedentes que le impelía la autoridad de facto para emprender cualquier actividad, por descabellada que fuera, ya con una industria petrolera expoliada, purgada a lo Stalin y sin resistencia interna dentro del Banco Central, las raíces de la malignidad de la peste de la kakistocracia, el gobierno de los peores estaba más que acendrada en la psique de una sociedad que colectivamente siempre despreció a la seriedad académica.

Las expropiaciones confiscatorias se dieron bajo la mirada inerte de una sociedad en catatonia de la eudaimonía, la censura y el cierre de medios de comunicación, la virulencia en crecimiento del discurso oficial; la procacidad, la inmediatez y la vacuidad sustituían la elegancia de la sintaxis clara, de la construcción coherente de cadenas de causabilidad que permitieran pensar y concluir con claridad. El país entero estaba siendo minado por una manera de pensar, por una forma torva de abordar los temas colectivos, el camino a la servidumbre comenzaría en el bienio 2010-2012, justo en este intervalo de temporalidad Hugo Chávez salió de nuestra historia, dejando una huella indeleble de daño antropológico y de extravío social, su sucesor le superaría ampliamente en vicios, es más, haría de los mismos las nuevas virtudes expoliadas, así un ciudadano sin marco referencial claro  de virtudes era un blanco fácil para la sustitución de principios por intereses crematísticos, la moralidad, la ética y la ciudadanía  quedaban bajo el dominio factico del interés pecuniario.

La clase política venezolana comenzó a imitar las formas de la lengua sucia del chavismo, las fauces del lobo dejaban expuesta una lengua que al imitarla generaba pingues  beneficios, enormes dividendos a los pseudo hablantes, a la pseudo dirigencia, a la sociedad del espectáculo. Cual licaónidas tropicales, se fueron haciendo más tangibles, más reales y por ende mucho más desmovilizadoras las réplicas de un discurso colonizado, no hay paradigma político en este país que no exhiba las formas de los locus comunicacionales del chavismo.

Secuestrada la realidad y presa la verdad en una trampa de neologismos, no resulta difícil advertir que el país entero se derrumbase por una negación colectiva de lo elementalmente cierto, en plena regresión institucional, en este proceso de demolición y vaciamiento del Estado de Derecho, existen atolondrados licaónidas que afirman desde una arcadia pastoril, que estamos en las mismas condiciones del año 2012, allí se quedaron pegados en los lodos del sinsentido, de la irracionalidad, inmanentes con su reduccionismo, no advierten la involución de esta ex república y de este ex país; la licantropía, el Estado Natural de Hobbes, sustituye las virtudes por lo material, por lo crematístico, así la ciencia no es ciencia, el derecho no es derecho y la moral es cosa muerta e inerte, la negación colectiva de Spinoza, la aceptación del estado comatoso de la racionalidad veritativa; se logró escindir a la República de la lógica racional y con ello el naufragio perfecto del Medusa, la antropofagia, los unos comiéndonos a los otros y la simulación. La horrida metamorfosis del hombre en lobo del hombre, la aceptación del lenguaje avieso y falaz de la tiranía es cosa común.

Licaónidas tropicales, abyectos semejantes a quienes intentan oponerse, mentirosos y colonizados en los paradigmas para hacer el mal, eso es lo que exhibimos hoy en día, tan inmediatos somos que ya hasta las víctimas y los lisiados de 2014 y 2017 pasaron al olvido, cuanto dolor se habría ahorrado este mi pobre país si esos héroes de escudos de cartón hubieran conocido los intersticios morales y las falencias de quienes los arengaban a la protesta, ellos, las victimas motivados por intereses superiores, estos los acomodaticios movidos por el interés pecuniario, la cohabitación y la relatividad, ya mutados en licántropos, podían entonces no solo usar la lengua del lobo, sino engañar de la misma manera y decantarse por la negación de la verdad.

No advertir la involución político-institucional que ha sufrido Venezuela desde 2015 hasta la fecha, es un acto de coexistencia con el régimen tiránico, el cual se ha degenerado hasta asumir practicas propias de la gansterilidad, abordar la horrida situación económica es solamente ver una parte de la realidad multifactorial de este drama que coloca al país entero entre Escila y Caribdis, en una encrucijada en la cual la engañifa, la simulación y el espectáculo son sencillamente eméticos, más que inaceptables.

Desde la arcadia en la cual viven algunos dirigentes de la “política” nacional se insiste en advertir que el país es el mismo de 2012, así negando el daño moral y antropológico, se potabiliza cualquier asalto a la dignidad y a la moralidad, se hace viable cualquier revés de la virtud por un vicio. Se presenta pues la metamorfosis de toda la sociedad, pero en dos direcciones: una propia de Ovidio, que reafirma los rasgos de la licantropía entre quienes asaltaron el poder y otra kafkiana que aproxima el abandono de las posturas, con los derroteros que llevaron a Gregor Samsa para convertirse de hombre a blatodeo (cucaracha), es decir, quienes niegan los horrores de la involución de los licaónidas tropicales, son más bichos cuando intentan ser humanos y más humanos cuando simulan ser bichos.

Aquí estas líneas llenas de amargura y decepción, de derrota pero de dignidad al no plegarme a ninguna opción que suponga la superficialidad o potabilización de estos, nuestros horrores, en mi mente y en la de muchos connacionales está aún fresco el dolor de estos feroces tiempos, de sus traiciones, agravadas por el concurso de  crueles dirigentes, toda una fauna que empuja hacia el naufragio colectivo a esta ex república. Una legión de licaónidas y de bichos serviles, que nos enrostran a diario como fuimos usados para sus aviesos intereses pecuniarios y crematísticos, para sus vicios que hoy sustituyen a las virtudes del ejercicio ciudadano.

Lamentablemente todo esta consumado y no queda hueso sano, en este daño general infringido a todo un país, que sencillamente desapareció, en el cual es incomoda e insoportable la existencia de la virtud además de ser motivo de mofa la bondad y la escala moral, vivimos los más mustios de nuestros tiempos, los más pestilentes y pastosos lodos que hacen inviable la progresividad hacia la dignidad, la decencia y la libertad.

“Toda revolución se evapora y deja atrás una estela de burocracia”

Franz Kafka


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