Foto AFP

La masacre desatada por el grupo islámico Hamás en Israel el pasado 7 de octubre no fue un hecho aislado, es una tragedia que debe analizarse en dos dimensiones, en el contexto internacional donde participan los regímenes que apoyan la agresión, y en el ámbito nacional en torno al drama no resuelto de Palestina al no poder concretar su Estado.

Con esa perspectiva los Estados que representan una visión del mundo contraria a los valores humanos de democracia, la libertad, el respeto al género femenino, participan unos en forma solapada otros involucrados directamente, en un plan escalonado orientado a la propagación de un nuevo orden mundial cuyo objetivo es la implantación de dictaduras en el mundo entero y en segundo lugar la destrucción de Israel. En resumen, una especie de Tercer Reich del siglo XXI bajo la sombra del islamismo, el putinismo y el comunismo chino.

El pogromo o matanza de judíos en el siglo XX sucedido el sábado 7/10 fue programado para unificar al fragmentado mundo árabe, donde muchos de ellos en diferentes momentos han dado la espalda al pueblo palestino, creando un escenario de respuesta unificada por la sensibilidad del tema entre las poblaciones de estos países.

Esa internacional del terror tiene sus brazos armados representados en Hamás, la Yihad Islámica, Al Qaeda, Hezbolá, auspiciados por los gobiernos de Irán, Líbano, Siria, Qatar, similares en sus macabras prácticas con las ejecutadas por el ejército ruso en la atroz guerra contra Ucrania y el régimen chino contra la minoría uigur.

En realidad, a Hamás no le interesa el martirio del pueblo palestino, por el contrario, lo utiliza para manipular su imagen de víctima, cuando es el obstáculo principal para una solución pacífica, su cúpula vive en Qatar, Omán, dándose la dolce vita, mientras la tropa y mandos medios ejecutan sus acciones macabras en Gaza, en Israel y el mundo entero.

Fue tan brutal la masacre de la banda terrorista el 7 de octubre que pretendió presentar una falsa imagen, apareciendo en videos cuidando bebes, al observarse que su planificado ataque se le ha devuelto en un desastre caótico, al demostrarse que al pueblo palestino hay que liberarlo de Hamás principal obstáculo para una salida pacífica, por no representar a la mayoría de los palestinos quienes viven en pobreza extrema en los campos de refugiados en Siria, Líbano y en Gaza.

Lo lamentable de esta tragedia ha sido el silencio de la mal llamada izquierda progre en América Latina y en Europa, quien justifica la masacre al considerarla “resistencia del pueblo palestino”, aun cuando fue ejecutando a civiles en el festival de la juventud por la paz y en los Kibutz cercanos a la franja de Gaza en el sur de Israel.

Ahora bien, este drama histórico reclama una solución inmediata y se debe partir de los acuerdos alcanzados en noviembre de 1995, donde la paz en Medio Oriente parecía al alcance de la mano. Israel y Palestina habían firmado los Acuerdos de Oslo, al reconocer mutuamente el avance hacia una solución donde ambos pueblos pudieran coexistir. En aquella oportunidad los líderes el palestino Yasser Arafat; el primer ministro de Israel Yitzhak Rabin, y su canciller, Shimon Peres, recibían el Premio Nobel de la Paz.

Al firmar un acuerdo confrontado por radicales de ambos lados, del lado israelí un fanático ultranacionalista asesinó a Rabin y por el lado palestino el recién conformado movimiento Hamás también consideró los acuerdos de paz como una traición, y lanzó una campaña de atentados terroristas en las semanas previas a las elecciones. 59 civiles israelíes fueron asesinados en buses, plazas y centros comerciales.

Ante la actual situación el pueblo de Israel tiene todo el derecho de defenderse, pero se debe señalar que responder en base al cólera y la venganza no es la solución, estas nublan los sentidos, debiendo ser la sensatez y el tiempo como lo ha conocido el pueblo judío ante el Holocausto con el exterminio de más de 6 millones de judíos, y tantas otras persecuciones que han sufrido a lo largo de la historia.

Debe privar el respeto a la vida de los civiles como lo señalan los convenios internacionales de Derechos Humanos, los cuales prohíben matar indiscriminadamente en este caso a la población palestina que no es de Hamás.

¿Por dónde apuntan las posibles soluciones?

Si se plantea que se obtendrá la paz destruyendo a Gaza, es una quimera cuando el problema palestino trasciende a Cisjordania y a Israel, es internacional y continuará así pulvericen a la Franja hasta que no se sienten las partes involucradas en el conflicto, tanto a nivel nacional como internacional.

Esperamos que la diplomacia pueda resolver esta crisis donde ambos pueblos comparten un mismo territorio y debe lograrse a través del diálogo, como lo señala Estados Unidos principal aliado de Israel busca una salida al drama humanitario, propuesta compartida por la ONU y la Unión Europea.

En tal sentido Israel lleva una ventaja se ha mantenido unida al haber construido instituciones democráticas, las cuales establecen la autonomía de poderes, modelo de Estado que no aparece en ningún país del mundo árabe, donde las autocracias, monarquías, son los regímenes predominantes. La demostración ha sido la confrontación interna contra el gobierno de Netanyahu por la reforma judicial inconsulta.

Entre tanto Palestina no ha logrado consolidar un Estado tras una guerra permanente entre las facciones políticas que la representan, quedando dividida hasta hoy, Cisjordania gobernada por Al Fatah, el antiguo partido de Arafat y la franja de Gaza, controlada por Hamás.

El pueblo palestino necesita conformar una representación alejada del terrorismo como política para amedrentar a sus adversarios, por el contrario necesita sumar a aquellos factores a nivel nacional e internacional, atentos a apoyarles en el concierto de naciones donde prevalecen los derechos humanos y la democracia.


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