Sin dejar de reconocer el enorme esfuerzo que dirigentes populares, políticos y gremiales han estado haciendo de buena fe en sus respectivas regiones, localidades y sectores para materializar la consulta, creemos que sus alcances no se corresponderán con las expectativas que en torno a ella han creado sus promotores que -de no lograr sus objetivos- solo contribuirá a un mayor grado de frustración y desesperanza del venezolano.

El Estatuto para la Transición que aprobó la propia AN, que establecía el orden de prelación de la fórmula que compró el país,  pasó a mejor vida; ahora vemos que se propone un nuevo mantra edulcorado, cese y elecciones, plasmado en las interrogantes de la consulta que se celebrará entre el 5 y el 12 de diciembre, que por cierto se caracteriza por una indeterminación tal que puede dejar muchos dolientes en el trance y ningún responsable de la imposibilidad de hacerla cumplir.

En efecto, se interroga a cada uno de los consultados si “exige el cese de la usurpación de la Presidencia de parte de Nicolás Maduro y convoca la realización de elecciones presidenciales y parlamentarias libres, justas y verificables”. Es una interrogante al voleo, formulada tal vez de manera intencionada para no tener que pagar “los platos rotos” a la hora del reclamo por la exigencia incumplida. A esa pregunta le caben otras como respuestas: ¿Será que los promotores asumirán la obligación de hacer cumplir esas exigencias y para cuándo? ¿El régimen por sí solo, de buena nota o por considerarla una obligación vinculante, las hará cumplir? ¿Ante una inminente persecución que se desataría después del 5 de enero, como recién anuncia Maduro, seguirían los promotores aquí para hacer valer la consulta, estarán en el exilio o se mimetizarán en el anonimato? En esto no se le ha hablado claro a los venezolanos que pondrán todos los huevos en la cesta de la consulta. Es la nueva panacea.

Por otra parte, el rechazo al evento del 6 de diciembre organizado por el régimen de Nicolás Maduro paralelo a la consulta, tiene implícito una contradicción que se evidenciaría en los resultados de ambas. Unos resultados que superen en mucho a los de las elecciones 6D, pondría de manifiesto la poca visión política de los promotores de la consulta al no participar en las parlamentarias como si lo hicieron exitosamente en el 2015, en iguales condiciones electorales. Jóvenes y ancianos dirigentes, se rasgaron las vestiduras por estas elecciones parlamentarias en un acto de expiación para no cometer los mismos errores del 2005, porque vieron en su momento que se podía reeditar el 2015 y luego “se pararon en seco” sin dar explicaciones, en lo que parece ser un acto más de fariseísmo político, retrotrayéndose al abstencionismo del 2005. Insólitamente hoy generalizan y tildan también de alacranes a quienes ellos mismos convencieron de participar.

En cuanto a la solicitud a la comunidad internacional para que desconozca el evento electoral, consideramos que el apoyo externo, que ha sufrido y pudiera sufrir otras bajas importantes, tendrá un giro luego de la cuestionada elección e instalación de la Asamblea Nacional el 5 de enero del próximo año.  Tendrá efectos devastadores para el G4 y su tesis de la continuidad parlamentaria. Muchos de esos países, que hoy son aliados, revisarán su posición y no acompañarán a una destartalada oposición que estaría al garete y no podría garantizar la viabilidad de sus objetivos. La comunidad internacional no acompañó la abstención del 2005, por el contrario, le cargó la mano a la oposición y reconoció a la Asamblea Nacional de entonces. Pareciera que los promotores de la consulta no advierten estas terribles consecuencias. Bueno, al menos eso parece.

La manera indeterminada de formular la consulta también se hace presente en la tercera interrogante. Nos preguntamos a quién le estamos “ordenando adelantar las gestiones necesarias ante la comunidad internacional para activar la cooperación, acompañamiento y asistencia que permitan rescatar nuestra democracia, atender la crisis humanitaria y proteger al pueblo de los crímenes de lesa humanidad”. ¿Es que a los promotores les resulta muy difícil asumir expresamente esa responsabilidad? ¿Es que no es el mismo pedido que se les ha formulado a esos promotores hasta la saciedad, en forma pública y notoria,, que incluso han sido más específicas, TIAR, R2P, 187.11 CRBV, etc.?

En fin, quienes deseen participar en estas condiciones tienen todo el derecho hacerlo, de eso se trata cuando cada quien asume los retos como su propia conciencia les dicte, pero deben saber que lo harán en el entendido que será más un ejercicio de gimnasia colectiva que de decisiones reales de solución. Ya en artículos anteriores hemos advertido que la solución requiere reconstruir y fortalecer -con nuevo liderazgo y estrategia- a las organizaciones idóneas para una lucha que va mas allá del inmediatismo.

@vabolivar


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