Tenemos que insistir con el tema para que no pase al olvido. La pregunta y la respuesta son fundamentales. ¿Qué habría ocurrido si el sector opositor que decidió participar en las elecciones regionales celebradas el pasado 21 de noviembre no lo hubiese hecho? Respondo: pues nada. Fue gracias a la farsa que se escenificó en Barinas que se le alborotó el avispero a Nicolás Maduro y los suyos. La noticia de lo acontecido dio la vuelta al mundo.

Como si no fuera suficiente lo anterior, los veedores que vinieron de Europa fueron expulsados -teniendo que abandonar el país con premura- y las acciones de inhabilitación contra el indudable ganador (Freddy Superlano) y a quien lo sustituiría en el bate (su esposa) no se hicieron esperar. Lo anterior justifica plenamente que la oposición democrática no se abstenga nunca de participar en los eventos electorales patrocinados por la dictadura.

Pero revisemos lo acontecido en sus detalles y con el mayor detenimiento. Lo que ocurrió en Barinas hizo manifiesto que las elecciones nos sirven para exponer, en su real y verdadera condición, a la revolución bonita y su máximo liderazgo. De no haber ocurrido el mayúsculo dislate, nada hubiera pasado.

Lo primero que hay que hacer notar es que quienes tienen control del Consejo Nacional Electoral vieron impertérritos los toros desde la barrera, dando así el tiempo necesario para que se produjera la salida mágica que finalmente se concretó el lunes 29 de noviembre de 2021. Temprano en la mañana, la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia admitió un “sorpresivo” amparo constitucional y ordenó la suspensión de los procesos vinculados “a la totalización, adjudicación y proclamación” de la Gobernación de Barinas.

Fueron muchos los que se quedaron, como dice el refrán, con “los ojos claros y sin vista”. Y no era para menos. El demandante ante la mencionada Sala Electoral (Adolfo Ramón Superlano, sin vínculo familiar con el demandado) era el único venezolano que sabía que Freddy Superlano estaba inhabilitado para el ejercicio de cualquier cargo público. De Nicolás para abajo todos “ignoraban” ese nimio detalle. Vean ustedes qué cosa más interesante. Cuando la noticia llegó a Miraflores un respiro de alivio se hizo sentir. Después de eso todo fue alegría, abrazos y santa paz. El único que sí tuvo claro el panorama completo fue Diosdado Cabello. En entrevista que le hicieron con anterioridad a las elecciones fue preciso al señalar lo siguiente: “Para nosotros Barinas es Chávez, es un bastión nuestro». Más claro, amigos lectores, no canta el gallo.

Para destacar su correcto proceder, la Sala Electoral señaló que ordenó la nueva elección “a los fines de garantizar el derecho a la participación activa y pasiva de quienes acudieron al evento electoral”. Lindo, ¿verdad? Pero es inevitable preguntarse lo siguiente: ¿con qué se come eso?

Al momento de decidir el TSJ no dio importancia a un hecho incontestable y superior: reconocieron que las proyecciones consignadas por el CNE daban un porcentaje de votos a favor de Superlano de 37,60% contra 37,21% del hermano de Hugo Chávez. Por su parte, la condición de “inelegibilidad” de Superlano es un artilugio que no toma en cuenta el visto bueno que tuvo la candidatura del ganador por parte del CNE y el Ejecutivo Nacional (léase: Nicolás Maduro).

Lo significativo del guisote anterior es que ante la comunidad internacional la dictadura quedó rayada, en ridículo pues.

@EddyReyesT

 


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