Desde el punto de vista del origen de capital podríamos dividir a las empresas en tres tipos: públicas, privadas y mixtas, siendo que el objetivo de cualquier tipo de empresa es producir bienes y servicios, de tal manera que, para ser autosustentables, deben tener ingresos propios y para mantenerse en el tiempo, sus ingresos reales deben ser mayores que sus egresos reales para que haya beneficios tangibles y no caigan en la quiebra.

Por supuesto que existen algunas organizaciones especiales de cualquiera de los tipos empresariales sin ánimo de lucro, pero esas entidades deben ser sostenidas con autogestión, aportes del Estado o aportes de terceras partes, como son las referidas a entes públicos relacionados con: educación, salud, seguridad o entidades de beneficencia, entre otros rubros.

Para producir bienes y servicios se cuenta con ciertos elementos llamados factores de producción, que son: tierra, trabajo, capital, tecnología, capacidad administrativa y capacidad empresarial, siendo que todos estos factores deben ser remunerados de manera honesta, con: rentas, salarios, sueldos, dividendos, bonificaciones e idealmente con participación accionaria.

La experiencia enseña que las empresas privadas son más eficientes que los otros tipos de empresa y esta característica se debe a la calidad en la capacidad administrativa y en la capacidad empresarial, lo que nuestros ancestros simplificaban con un refrán que decía “el ojo del amo es lo que engorda al caballo”, que se puede interpretar como que los dueños de una empresa junto con sus administradores deben estar muy atentos y vigilantes de su negocio, si se quiere que este funcione de manera eficiente, eficaz y produzca utilidad.

Con las empresas públicas se tienen algunos inconvenientes, tales como que sus dueños son todos los ciudadanos que pertenecen a una nación, siendo que esta situación hace que la propiedad se diluya, pues teóricamente pertenecen a todos y por otra parte, en muchas oportunidades, los administradores son personas colocadas por intereses políticos clientelares o por nexos familiares, quienes en la gran mayoría de los casos no poseen las: experiencias, habilidades, destrezas y conocimientos, propios de la administración, que se requieren para ejercer las funciones administrativas fundamentales que son: planificar, organizar, dirigir, coordinar y controlar y de esta forma aparecen ciertas debilidades como son la ineficiencia y la corrupción.

Cuando las empresas públicas no son autosustentables y además se convierten en entes burocráticos improductivos, el Estado debe subsidiarlas y para financiar sus costos y sus gastos, como son por ejemplo las nóminas abultadas, aunque haya salarios muy precarios, deben echar mano de las recomendaciones keynesianas de solicitar que los bancos centrales produzcan dinero ex nihilo –de la nada–, lo cual es una actividad insostenible en el tiempo, que ha sido amargamente comprobada, pues la emisión monetaria de cantidades exponenciales de liquidez sin que haya producción en la contrapartida, genera: pérdida del valor del dinero, inflación, uso de prácticas devaluatorias y especulativas, que conducen a la creación de crisis: económicas, políticas, sociales y humanitarias donde ciudadanos, empresas, bancos y países terminan arruinados y quebrados.

Para elcaso de Venezuela, existen al menos 905 empresas públicas y mixtas, según datos tomados dela página web https://vendata.org/site/empresas2/, que están ubicadas tanto en Venezuela como en el exterior.

Dentro de ese conjunto de empresas públicas hay entidades con diversos tipos de actividad económica, que producen bienes y servicios, tales como son, entre otros sectores: hidrocarburos, agroalimentario, manufactura, recreación, servicios empresariales, transporte, químico, servicios públicos, minería, forestal, logístico, financiero, construcción, metalúrgico, comunicaciones, comercio, salud, vialidad, gestión, turismo, consultoría, procura, saneamiento, inmobiliario, telecomunicaciones y obras civiles.

Como se puede observar, existe una gran variedad de actividades económicas dentro de estas empresas públicas o mixtas, lo cual representa una riqueza potencial abundante y una gran oportunidad para incrementar el PIB, generar empleos, divisas, aumentar la recaudación de impuestos o dividendos, mejorar sueldos o                                       salarios no solo de los trabajadores adscritos a estas entidades privatizadas, sino también para los pensionados, jubilados y el resto de los aproximadamente 5.500.000 millones de empleados públicos existentes actualmente.

Para lograr que este enorme potencial de las empresas del Estado se convierta en riqueza real para la nación, se requiere utilizar los factores de producción tales como: capital fresco en divisas, tecnología, capacidad administrativa y capacidad empresarial, siendo que solo las inyecciones de capital no son suficientes y por tal razón, se debe privatizar u ofrecer en concesión –a empresas serias y reconocidas mundialmente, que tengan experiencia en los rubros a privatizar– un conjunto de empresas públicas no autosuficientes y que no sean consideradas estratégicas para la nación.

Para atraer a los inversores reales adecuados es necesario que haya estabilidad: monetaria, cambiaria y política, así como también seguridad jurídica, pues gestionar una empresa seria y exitosa requiere invertir no solo el dinero sino también aportar: compromiso, tiempo, esfuerzo, planificación, dedicación, experticia y mucho trabajo, actividades que no son propias de los especuladores que solo quieren tomar dinero prestado e irse rápido con la cabuya en la pata, sin trabajar ni producir nada.


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