Hace unos días tuve un debate muy interesante y a la vez muy preocupante con varias personas en Venezuela. He entendido que lo que creemos los venezolanos no es tan cierto; la sociedad venezolana realmente no es tan abierta como muchos pensamos. Pensamos que, por tener muchas mujeres en puestos de mando, se ha conseguido una igualdad real; que por tener un amigo que le guste su mismo sexo, somos tolerantes o que si un hombre se priva de llorar es fortaleza. Nada más alejado de la realidad, ese debate me ha dado a entender que la sociedad venezolana realmente no es nada abierta y podría decir que está muy alejada a la igualdad real entre todos.

Al tener que salir de Venezuela, me he percatado que la realidad no existe, ni en los países avanzados, una igualdad real; pero en Venezuela no existe ni siquiera un acercamiento a lo que deberíamos considerar una apertura en estos temas.

Todos los seres humanos somos personas, que tenemos que tener los mismos derechos, las mismas oportunidades y los mismos deberes. En papel, todos somos iguales, pero en la realidad, no podemos estar más diferenciados.

Creo que tenemos que entender que no importa con que sexo se identifique alguien, no importa a quien ame, no importa que sexo tenga y no importa que demuestre sus sentimientos. Todos somos iguales, todos merecemos tener las mismas oportunidades y nadie debe sentirse apartado de la sociedad por ser quien es.

Lo normal debería ser que las mujeres, los transexuales, los homosexuales, los transgéneros, los hombres, todos tengamos las mismas oportunidades de hacer lo que amamos, de estudiar lo que queremos, de sentirnos libres, de ser respetados y ser representados.

Si somos buenos cristianos, si somos buenos ciudadanos y nos creemos buenas personas; tenemos que entender que las libertades de todos llegan hasta donde lleguen tus libertades, que una persona no es menos persona porque ame a quien ame o por su color de piel. Hay que entender que si aceptamos creceremos como sociedad.

No eres menos hombre por llorar, no eres menos persona por sentirte de otro sexo, tu amor si vale aunque sea por el mismo sexo con el que te identifiques y no eres menos mujer si no quieres ser madre. Te respeto, aunque no sea como tú y amo que luches por algo que nos hará más grandes a todos.

Mi deseo más profundo es que todos los derechos sean para todas las personas, porque, aunque sea un hombre que se identifica como heterosexual, quiero que sepas que me sumo a tu lucha, sea cual sea, porque mereces tener un mejor futuro y nos merecemos, como sociedad, ser mucho mejores.

Llevemos esta lucha a la calle, a las discusiones familiares, a las universidades, al debate social, a todos los espacios posibles. Sigamos hablando de ello, no podemos dejar que el mensaje se pierda con tanto ruido a nuestro alrededor.

Vivan, luchen, cumplan sus sueños y sean felices.

 


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