5% de la gente piensa, 10% de la gente piensa que ellos piensan y el otro 85% preferiría morir antes que pensar”. (Thomas Edison). La frase anteriormente esbozada, refleja la realidad de muchas sociedades, que optan por recurrir a soluciones mágicas, para solventar problemas tangibles, para ello, se valen de los idiotas, que por hablar bonito y decir las cosas que otros quieren oír, logran escalar en las preferencias de la opinión pública, claro, siempre arropados bajo manto del engaño.

Estas situaciones, siempre están encabezadas por individuos que sobresalen más por su oportunismo que por sus méritos y principios. Esto lo he aprendido con el pasar de los años, durante mi devenir histórico, he comprobado que la peor forma de perder el tiempo, es tratar de mantener un diálogo con un fanático, porque éste en todo momento hace notar su posición extremista, galopando sobre una ignorancia supina. Me imagino que no solo yo he pasado por esas coyunturas, ya que en el momento que nos toca compartir un espacio con un sectario, llegamos a la conclusión que sólo les importa su verdad y su realidad, además, se esmeran en imponer solo la victoria de sus creencias e ilusiones, en pocas palabras, reitero, se pierde el tiempo y no tiene sentido, ni siquiera compartir palabra alguna.

Las personas radicales, a pesar de presentarles pruebas y evidencias, demuestran sin desparpajo, su nula capacidad de comprender y entender una realidad que escapa de su postura, ya que su posición está cargada de ego, odio y resentimiento, por lo tanto lo único que desean es tener siempre la razón, aunque estén equivocados. Por eso, para sostener su posición, optan por la descalificación del que piensa diferente y en el peor de los casos, tratan de imponer su verdad a través de la violencia.

Sin embargo, a pesar que banalizamos la ignorancia, el desconocimiento es un gran generador de los problemas en muchas partes del mundo. Lo más triste es saber que las soluciones a muchas incógnitas están a la portada de mano, pero, nunca falta un pero, siempre aparece un ignorante que allana el camino para la aparición de la corrupción, acompañado de la falsificación de la verdad, prostituyendo todo que toca, generando graves alteraciones en la funcionalidad de una nación.

Es de conocimiento público, que muchos gobiernos, en diferentes países del mundo, son corruptos. Esa situación, a veces no puede ser revertida por el pueblo, a pesar de ser el poder originario, ya que los garantes del buen funcionamiento de un Estado, optan por obtener más beneficios, manteniendo la corruptela y la canibalización de los bienes de una nación, sin importarles el peculado de uso y el secuestro de los diferentes recursos de un país.

Lo anteriormente descrito nos indica que las decisiones de los diferentes poderes públicos giran alrededor de seguir manteniendo el dominio sobre la sociedad, para incentivar y sostener un estado general de ignorancia, convirtiendo a sus ciudadanos en parásitos, alimentando una actitud tendenciosa hacia la comodidad, evitando así el ejercicio agotador y extenuante de pensar y decidir.

Por lo tanto, los ciudadanos que tienen la capacidad de reflexionar, son considerados enemigos, lo cual es grave y nocivo, ya que son catalogados como un virus que pueden infectar a toda una sociedad, para que aprendan a discernir. Estos individuos, son perseguidos, acosados y acusados, porque van en contra de los que tienen las riendas del poder. En pocas palabras, sostener y mantener el estado de ignorancia de las masas, radica la principal fuerza de los gobernantes.

Una persona que sepa pensar y diferenciar la verdad de la mentira es un sujeto capaz, que se vale por sí mismo, es decir, no genera dependencia alguna, en el momento que le toca asumir una postura. Pero, aquí viene otro pero, para los gobernantes de turno, que tratan de imponer Estados totalitarios, esa posición de la ciudadanía no les favorece, por el hecho que no pueden ser manipulados.

Entonces nos preguntamos, ¿por qué seguimos inmersos en la ignorancia? Al parecer, muchos optan por abrazarla, sin demostrar vergüenza alguna, como una manera de sentirse libres, porque sienten que es el deber ser. Pero, aquí seguimos con los peros, de forma tangencial, nos bombardean de variables, para seguir engañados, evitando que reconozcamos la verdad, porque nos resistimos a reconocer nuestra propia ignorancia.

Y ahora surge otra pregunta, ¿cómo reconocemos a un ignorante? Muy simple, por las contradicciones y disparates en el momento de hablar. A pesar de demostrar un dominio de cierta información y un léxico encantador, en el momento de articular las frases, no sigue las reglas básicas del lenguaje, es decir, ni idea del sujeto por un uso incorrecto del idioma dizque inclusivo, conjuga el verbo de forma errada y el predicado piensa que es un sermón.

Sin embargo, debemos tener en cuenta que el desconocimiento y la ineptitud tiene cura, su vacuna es el conocimiento, porque en una comunidad, en el cual sus integrantes han aprendido a pensar a no ser engañados, prosperan para construir un mejor futuro. Pero, otro pero más, en las sociedades subdesarrolladas, es al contrario, siempre pensamos que el pasado fue mejor, añorando esos años, sin tomar en cuenta que la realidad para ese momento era otra y como toda nación, hay que seguir evolucionado.

Esa forma de discurrir en pretérito nos ha llevado a que hurguemos en recuerdos insulsos, buscando soluciones que solo se pueden llevar a cabo con los instrumentos del presente. Por pensar así, nacieron los grandes estafadores y timadores del siglo XXI. No hay que nombrarlos, ya los conocemos.

Debemos estar claros, si la sociedad comienza a cuestionar y se plantea en saber la verdad y desechar la mentira es a partir de ese momento que toda nación comenzará a crecer. Es cierto, que los países están inmersos en ciclos generacionales, es decir, los viejos que no se quieren ir y los jóvenes que no los dejan entrar, el eterno problema de la incubación de las nuevas ideas para desplazar a las que ya están seniles.

Pero, nos persiguen los peros, aquellos países que hicieron de la ignorancia su razón de ser, han desarrollado una nueva ideología, que es la ignorancia de los ignorantes, que les encanta revolcarse y disfrutar de su hedor, porque se requiere mucha constancia y trabajo para aferrarse a su oscurantismo voluntario y permanecer estúpido, que verse obligado a pensar. Optamos en continuar en la omisión y poco a poco la luz del conocimiento va menguando, a pesar de que nos esmeremos muchos en atacar la incultura y el olvido, dicha empresa está destinada al fracaso, porque el pueblo siempre estará dispuesto a defender su posesión más preciada, su ignorancia.

Por lo tanto, los ciudadanos bien formados, informados y con capacidad de comprender y distinguir, son peligrosos para las nuevas castas de gobernantes, que están sedientos de poder y malas intenciones. Porque los que se necesita para sostener sus supuestos gobiernos progresistas, son personas obedientes, incultas e iletradas, esclavos de la ideología dominante, aterrorizados y moralmente depravados, porque mantenerse en esa posición, les facilitará su vida sin sentido.

Como conclusión, para entender un poco más sobre la ignorancia, la misma está relacionada a un conjunto de ideas y creencias, en el cual las personas asumen una posición radical, fanatizada y extrema, despreciando todo aquello que vaya en contra de sus ideas, además, se oponen de forma enfermiza que otros ejerzan el libre pensamiento y comparen, esto sucede mucho con las religiones en sus diferentes expresiones y las ideologías en el cual se arropan muchos gobiernos. Es conocido los enfrentamientos entre grupos con posturas diversas, que dirimen sus diferencias con acciones poco ortodoxas, en el cual la ignorancia puede llegar a ser particularmente peligrosa y ofensiva. No hay que olvidar, que la ignorancia, los prejuicios y el miedo, van de la mano.

Lo narrado anteriormente nos conduce inexorablemente a un pensamiento expresado por Félix Román N. Rodríguez, que nos ayuda a entender la esencia de lo anteriormente descrito, que dice lo siguiente: “La manera contemporánea de someter a un pueblo sin disparar un solo tiro es hundirlos en la ignorancia”.


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