Inteligencia artificial BBC Mundo

  • ¿Podrá algún día la Artificial General Intelligence (AGI) ayudarnos en la escogencia de nuestros mejores hombres para dirigir empresas, instituciones o países, como hubiera querido Platón? 
  • ¿Nos permitirá la IA contribuir en el futuro con la gobernabilidad y la paz de nuestras naciones?
  • ¿Podrán estos instrumentos establecer los problemas prioritarios para nuestros pueblos y diseñar las políticas públicas para solucionarlos? 

El mundo todavía permanece conmocionado tras las alertas que han lanzado tanto el director ejecutivo de Google, Sundar Pichai, como el creador del  ChatGPT y CEO de OpenAl, San Altman. En una reciente entrevista concedida a CBS y con motivo del lanzamiento de Bard, el bot conversacional de Google, Pichai mostró su temor por la rapidez con que estaba avanzando la Inteligencia Artificial; confesó que Bard no sólo había aprendido por sí solo el idioma de Bangladesh, sino que incluso podía reflexionar sobre emociones humanas, y llegó a comparar la irrupción de la AGI con los avances que significaron para la humanidad el fuego y la electricidad. Por su parte, San Altman, en su alocución  durante el mes de mayo dirigida al Subcomité Judicial del Senado de EEUU sobre Privacidad, Tecnología y Derecho, fue todavía más allá  y solicitó al Congreso de Estados Unidos que estableciera «normas de licencia y seguridad» para los sistemas avanzados de Inteligencia Artificial antes de que éstos cambiarán nuestra forma de vida  de manera irreversible.

Si bien es verdad que desde el mismo comienzo de la modernidad personas como Francis Bacon profetizaron que un día la ciencia y la técnica llevarían a la humanidad a conquistar la verdadera libertad del hombre, y que éste, gracias a ello, viviría mucho más tiempo y mejor, no es menos cierto que a escasos años de haberse iniciado la Revolución Industrial ya los ludistas protestaban en Inglaterra destruyendo las máquinas y los telares industriales que comenzaban a suprimir sus puestos de trabajo. Este desplazamiento de trabajadores es uno de los tantos peligros que se avizoran con el rápido avance de la AGI. En estos momentos abogados, redactores, programadores, médicos, etc., ven cómo poco a poco la IA va invadiendo sus respectivos campos con diagnósticos, sentencias y acciones antes impensables. Ya no se trata de que  las computadoras personales corrijan nuestros textos o que el celular que portamos agrupe las fotografías según las excursiones que hemos hecho en determinadas épocas del año, estamos hablando de que la IA en su labor de comparar base de datos y perfiles está llegando a predecir futuras enfermedades (como ha sucedido recientemente a Chris Hemsworth, a quien le han pronosticado que algún día padecerá de Alzheimer) e indicar tratamientos farmacológicos. Incluso ha llegado a ser utilizada por las policías del mundo para prever los posibles delitos que una persona puede llegar a cometer, como sucedía en la película Minority Report, la cual ya anticipaba todo esto en el año 2002.

Pero si podemos llegar a predecir el comportamiento humano y sus patologías, otro tanto podría hacerse en la selección de las personas para que sean las más idóneas las que ocupen los cargos de dirección. No es casual que ya varias páginas de contratación de personal que se publicitan en la red, estén ofreciendo el uso de la GPT-3 por considerar que aporta varias ventajas al proceso, pues permiten la automatización en las descripciones de los anuncios de empleo, la selección de currículos y  la realización de entrevistas. Lo que hace pensar que si hubiéramos contado con estos instrumentos anteriormente no tendríamos  los líderes políticos o empresariales que tenemos actualmente; la escogencia de los cuales, para algunos, obedece más a componendas, manipulaciones emocionales y compadrazgos,  que a verdaderos méritos.

La controversia, sin embargo, está servida. Así, mientras países como Italia y Dinamarca se muestran reacios a aplicar estas nuevas tecnologías, el gobierno indio apuesta por ellas para solucionar los principales problemas que sufre el país, y Taro Kono, el ministro nipón de digitalización, ha expresado su deseo de “considerar activamente” el uso de las mismas para realizar los trabajos de ministerios e instituciones del país asiático.


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