Así como llegó un día desprevenidamente, así también saldrá muy pronto la estafa histórica envuelta en mentiras, después de 21 años de impudicia, crimen y latrocinio, directamente al basurero de la historia. Su responsabilidad de amparar grupos irregulares en el territorio conduciría a que se decrete a Venezuela patrocinador del terrorismo. Sumieron al país en el caos, hambre y represión, solo en tales condiciones los forajidos lograron imponerse.

Tomemos el ejemplo de Mérida: dos días toma surtirse de gasolina, durmiendo en los carros en larguísimas colas; dos meses pasan los merideños sin gas doméstico. En la parte de atrás de los edificios se reúnen las familias para alternar con el fogón a leña. Dos apagones al día de cuatro horas y las calles oscuras de noche. No hay normalización de nada. El país volvió a la leña y al carreteo del agua.

Rigen la miseria, la desatención, la desidia, y cada día agregamos más puntos de pobreza con el colapso de los servicios públicos y la destrucción del trabajo y la moneda. Tales condiciones determinan un sistema inmunológico vulnerable en la población. Dios no lo quiera, pensemos qué sería de nosotros si enfrentáramos un trastorno de la entidad del coronavirus. Añadamos el mondongo jurídico de una AN legítima, otra ilegítima, una ANC espuria, un presidente interino constitucional y otro usurpador que establece el derecho torcido porque tiene el poder fáctico: control de las armas, gasolina, electricidad, agua y divisas. No existe orden ni instituciones.

Vimos en Maiquetía la barbarie en el irrespeto a los derechos humanos y la dignidad humana, durante la llegada del presidente interino Juan Guaidó. Los colectivos actuando por la libre y agrediendo a los periodistas, haciendo patente el estado de indefensión en el ejercicio del periodismo.

Incluyeron inconstitucionalmente a la Milicia como nuevo componente de la Fuerza Armada. Antes habían deformado el modelo del ejército profesional al transformarlo en un híbrido, una mescolanza, en un ejército revolucionario popular. Otrora se hablaba de la distribución capilar de la Guardia Nacional a lo largo del territorio. Hoy muchos de sus puestos se encuentran derruidos. La deserción ha impactado profundamente la operatividad de la Fuerza Armada. Los forajidos convierten a las milicias en el abrevadero para paliar las deserciones.

El presidente Guaidó ha hablado claro y fuerte afuera y esperemos que aquí haga lo mismo. No cuadra pactar un CNE con los usurpadores. Creemos en los partidos, son fundamentales en democracia, pero estimamos que no debe depender solo del G4, sino ampliar con sectores y líderes representativos el comité de estrategias.

Hasta que no haya una ruta clara hacia la libertad, la gente no saldrá a la calle.

No estamos condenados a vivir de esta manera. Volquémonos a superar esta época oscura que nos ha tocado vivir.

¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados, ni exiliados!

 


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