En 1973 se estrenó la película Cuando el destino nos alcance protagonizada por Charlton Heston y dirigida por Richard Fleischer basada en la novela ¡Hagan sitio!, ¡Hagan sitio! de Harry Harrison (1966).

El filme distópico está ambientado en una superpoblada Nueva York en 2022 -¿coincidencia?- donde una élite podía consumir carne y verduras y el resto solo un producto procesado de concentrados fabricados por la empresa Soylent que alimenta más de la mitad del mundo. La muerte de uno de sus ejecutivos y la nueva producción de la empresa denominada Soylent Green lleva a un detective a descubrir que esta última se confeccionaba con los cuerpos de humanos que voluntariamente se retiraban a un “hogar” a terminar sus vidas, aprovechándose la empresa así de la última fuente de proteínas del planeta.

Me vino a la memoria esta obra al encontrarme con publicaciones recientes que pronostican una posible hambruna mundial a partir de la guerra que actualmente se libra en Ucrania. Desde boletines del Fondo Monetario Internacional, del Programa Mundial de Alimentos, artículos de la prestigiosa revista The Economist y otros coinciden en la posibilidad cierta de ese escenario no solo por el bloqueo ruso a la salida de los cereales y granos de Ucrania por el mar Negro y el cierre de las exportaciones rusas a los países que le han impuesto sanciones, sino también por las secuelas del covid, el alza de los combustibles, la inflación y el cambio climático que esta produciendo sequias que afectan a grandes productores como China y la India, el cinturón de maíz en Estados Unidos y las cosechas del Cuerno de África.

El Programa Mundial de Alimentos estima que 250 millones de personas están al borde de la hambruna y 1.600 millones están en riesgo. Obviamente la mayor parte de ellos se encuentran en los países menos desarrollados, los pobres como en la película.

El alerta ya tuvo eco en Davos-Suiza, en la reunión anual de los políticos y empresarios más importantes del mundo en la cual, ante la necesidad del desbloqueo del mar Negro que permita salir la producción agrícola de Ucrania, el señor Putin respondió, al mejor estilo de los villanos de los cómics norteamericanos, que lo haría si se le levantaban las sanciones impuestas por su invasión y crímenes de guerra. Lex Luthor se debe estar inclinando ante Putin con sombrero en mano.

Las predicciones o proyecciones sobre el tema son producidas también o contribuyen a agravar el panorama debido a que un alto porcentaje de países exportadores de alimentos están tomando medidas para limitar o eliminar sus embarques, amparados en la seguridad alimentaria de sus ciudadanos a través de medidas arancelarias y de otro tipo, motivo por el cual la Organización Mundial de Comercio se encuentra concernida desde ya en lo que pudiera suponer violaciones masivas a los acuerdos que se han producido en esta materia.

Otros entes multilaterales como el Fondo de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. El Programa Mundial de Alimentos, la Organización Mundial de la Salud, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, entre otros, deberían adelantar previsiones para evitar calamidades que a su vez conllevarían a fenómenos políticos y sociales de violencia que abonaría el avance del autoritarismo en el mundo.  Se pudiera llamar una «Diplomacia Preventiva Alimentaria»

Predecir en relaciones internacionales es adentrarse en un terreno cienagoso y neblinoso así como en el cualquier otro quehacer humano y asi lo demuestra la experiencia. Recuerdo que hace veinte años cuando ejercía como diplomático en la misión de Venezuela ante la ONU-Suiza, en las salas y los pasillos del Palais des Nations se comentaba con total convencimiento que los temas de esta década serian las guerras por el acceso al agua potable y la carrera armamentista en el espacio ultraterrestre. Si alguien hubiera predicho que sería una guerra en Europa, un virus y el hambre nadie le hubiera tomado en cuenta. Roguemos entonces porque estos escenarios terribles no se presenten.

Amanecerá y veremos, o mejor dicho, hasta que el destino nos alcance.

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