El hacer gestión urbana, como siempre lo digo, es cuestión de valientes. No necesariamente es lucrativo –o rentable, como dirían los economistas–, si obviamente trabajas con ética, porque además implica de una entrega física y mental que pudiera poner en segundo lugar de prioridades, la vida personal de cada servidor público, y eso no tiene precio ni sueldo que lo pague. También, suele ser ingrata, porque pocos reconocen y valoran el esfuerzo de los que entregan ese tiempo valioso básicamente a resolver problemas del colectivo. Pero con eso hay que vivir, si gustas de la actividad filantrópica, que representa el servicio público. Servir a los demás es una decisión de vida y eso quiere decir que lo vas a hacer con pasión y buena actitud.

Ahora bien, la gestión pública urbana hace que enfrentes un gran reto: esta no puede ser retroactiva porque no se aplica en tiempo pasado, pero sí puede ser reivindicativa, cuando atiende los rezagos. Esto puede tener un costo político para quien es político, que debe calibrar al momento de ejercer un cargo de poder por elección, por ejemplo, y su equipo de trabajo –de servidores públicos– correrá con este peso a cuestas, pero con la certeza de que se está haciendo lo que por mucho tiempo debió atenderse. Puede ser una carrera de largo aliento, haciendo un símil con lo deportivo, porque no se podrán aplicar soluciones mágicas, si es que se quiere hacer gestión y no politiquería, es decir, ejecutar medidas congruentes, resolutivas, funcionales y estructurales, que hagan de estas, soluciones sostenibles.

Cuando se trata de ser reivindicativo, se trata entonces de hacer política pública con escenarios muy retadores y de largo alcance, que requieren de una estrategia muy bien trazada, con metas claras y prestablecidas. Esto, conlleva a construir una Gobernanza de la gestión urbana, que implica sumar y sumar, a todo aquel que deba considerarse parte de la solución: academia, industria privada, sector financiero, medios de comunicación y redes sociales, residentes y visitantes, políticos a favor y en contra … mientras más inclusivo, mejor, pues la clave está en conocer de todos su punto de vista, y generar una solución que no puede ser a la medida de cada uno, pero si lo más justa y en la que todos se puedan ver de alguna manera “dibujados”. Los hechos hablarán por sí solos, si es que de verdad las soluciones que se pretenden aplicar son justas y necesarias, y eso no tendrá detractor malintencionado que lo pueda revertir.

En general, cuando se plantean soluciones en el marco de la gobernanza urbana, se deben acompañar de medición de indicadores de gestión, que contemple las políticas públicas junto con su diagnóstico y se plantee la metodología de cómo se medirán resultados a corto, mediano y largo plazo. Esto, evidentemente, persigue que se tenga un efecto demostrativo, pero más allá de eso, persigue que se trate de políticas sostenibles y que puedan ajustarse en la medida que sean necesarios, con el paso del tiempo, pero sin que se pierda el objetivo, aplicando los principios de la planeación estratégica.

Por ejemplo, en materia de movilidad, se debe plantear siempre como movilidad segura, si estamos hablando de zona urbana, en la que prevalezca la integridad física, psicológica y material de los usuarios de los distintos modos de transporte y de los espacios públicos. Su naturaleza es transversal a las distintas aristas de la seguridad integral: pública o ciudadana, vial, de obras (industrial y laboral), protección civil y riesgo, procuración de justicia. Así lo recomiendan los expertos en la materia, para lograr efectividad.

En cuanto a los indicadores a considerar en materia de movilidad (que es extrapolable al resto de los aspectos de la gestión urbana), éstos se sugieren se agrupen en tres grandes grupos: análisis de características de la movilidad y de ella en el contexto urbano, metropolitano y/o regional; análisis de factores de riesgo, incluido los asociados a género y discapacidad; y análisis de inseguridad. Además, en el diseño de los indicadores se debe considerar a los distintos actores relacionados con la gestión urbana, incluidos los niños y jóvenes, que forman parte de los usuarios del sistema.

Los proyectos que por su naturaleza se consideren multifactorial y transversal con relación a varios temas deben concebirse como multianuales, para que se cumplan por fases y se puedan ejecutar en tiempo y forma, pero además ser medidos en su desempeño para hacer ajustes en el transcurso y asegurar así una implementación adecuada.

Recordemos que, además, ya existen una serie de indicadores generales y específicos que se han fijado con la Agenda 2030, que implica avanzar hacia un modelo de gobernanza estratégica urbana, la seguridad humana, en general, es vista como una prioridad, en términos de inclusión social, espacios seguros, integración de los colectivos sociales en actividades socioculturales, espacios públicos accesibles. En suma, el ideal es lograr que las ciudades sean inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles bajo una noción integral de la calidad de vida.

Espero haberles contribuido, ¡hasta la próxima entrega! 

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