Por Lonis Chacón

La gestión educativa como disciplina es relativamente nueva en virtud de que su evolución se origina en la década de los años setenta en el Reino Unido y de los ochenta en América Latina. Desde entonces han surgido y se han desarrollado diversas categorías conceptuales que representan determinados paradigmas o formas de concebir la acción humana, los procesos sociales y el papel de los sujetos en el interior de estos.

Como punto de partida es importante enunciar el concepto de gestión educativa y establecer algunas diferencias que deben hacerse entre gestión y administración. A finales del siglo XIX, el concepto de gestión había sido asociado con el término administración dentro del ámbito empresarial, económico y de servicios; mientras que en el área educativa se utilizaba era administración, sin embargo, en el siglo XX comienza a denominarse gerencia educativa.

Los fundamentos teóricos administrativos o gerenciales tienen una concepción tecnocrática y empresarial que minimiza el verdadero sentido en el entorno educacional. De allí que la expresión gestión cobra mayor fuerza, por tanto, se refiere al conjunto de servicios que prestan las personas, dentro de las organizaciones. Esto significa que la gestión adquiere una especificidad, en tanto que tiene mayor importancia la labor humana.

En la actualidad existen actividades en las que la máquina y el robot cobran un peso relevante en el proceso productivo, mientras la labor humana se considera menos intensiva, durante y al final del proceso; pero en el caso de la gestión educativa, el peso de las competencias humanas es el más representativo. Por lo tanto, para llevar a cabo una buena gestión es necesario tener un buen esquema de administración. Esta se convierte así no en un fin en sí mismo, sino en un soporte de apoyo constante que responde ante las necesidades de la gestión.

Anteriormente, en la educación no se hacía diferenciación entre el término administración y gestión, pues se consideraba a ambos términos como sinónimos. No obstante, el debate cobra importancia, en especial cuando se habla de gestión educativa, porque el sujeto y la relación de este con los demás sujetos es lo que transfiere especificidad a la gestión, y si se admite que en educación el sujeto (el ser) es quien ejecuta las acciones para transformar a otros la alteridad de tales sujetos, es aceptar que la discusión y el debate entre los términos es necesario y conveniente en su teoría y praxis.

Al respecto, Amarante (2000) considera: “La palabra gestión hoy en día es muy usada en educación cuando se quiere describir o analizar el funcionamiento de una escuela” (p.11). Es decir, no es más que el conjunto de acciones que se llevan a cabo en la cotidianidad, tales como: toma de decisiones, delegación, coordinación, orientación en la planificación y evaluación de los aprendizajes, diseño de estrategias para la planificación y evaluación institucional, reuniones con docentes o con todos los miembros de la comunidad educativa, entre otras.

Hasta ahora, en el campo de la educación se ha venido implementando en las instituciones la administración educativa, la cual ha estado sustentada en principios generales de la teoría de la administración general, pero es necesario resignificar el término gestión educativa, en tanto está influenciada por teorías convencionales de la administración.

Ahora bien, si aceptamos que en la acepción del concepto gestión educativa se despliega un magma cultural transdiciplinario de la filosofía, antropología, psicología y sociología, y áreas complementarias, que postulan la acción educativa en constante relación dialéctica entre el grupo de sujetos que conforman la comunidad educativa: directivos, docentes, administrativos, ambientalistas, estudiantes y padres y/o representantes, que toman decisiones y ejecutan acciones, también es necesario reconocer la complejidad, la unidad y la diversidad, las semejanzas y las diferencias por parte de este grupo de actores, así como la definición de una serie de acciones concretas que conducen a esas personas al logro de un objetivo o una meta común.

Los miembros de la comunidad educativa son diferentes, pero también tienen principios generadores u organizadores comunes que los lleva a comprender su diversidad en la unidad, para el logro de objetivos y solución de problemas comunes. Esto resalta el valor de las acciones y sujetos que las realizan, la gestión como proceso social complejo y su posible cambio. Ahora bien, si la gestión educativa tiene como objetivo intervenir en el ciclo de la administración en las fases de planeación, organización, ejecución, evaluación y control, es pertinente que en la fase de planificación se reflexione colectivamente a través del pensamiento complementario, en búsqueda de la solución de las múltiples y complejas problemáticas que afronta el sistema educativo venezolano.

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