vacuna

Quizá nada ha dado de modo más fehaciente cuenta de la esencia de aquello que es a la vez principio y medio en socialismo/comunismo que la Enciclopedia soviética, por cuanto los criterios que dieron lugar a sus tres ediciones constituyen el mejor ejemplo del papel del engaño en sistemas de tal índole —el mismo que, valga la digresión, desempeña en los sistemas totalitarios en general, porque a estos, del comunista al nacionalsocialista, únicamente los diferencian sus extravagantes denominaciones—.

Ficción, tergiversación y seudociencia se amalgamaron en la creación y continuo «ajuste» de una obra a la medida de los intereses de cada período y en la que, por tanto, aparecían y desaparecían «verdades» con una facilidad no tan asombrosa si se considera a la luz de la laxitud de conciencia sin la que no sería posible la perpetración de los peores crímenes, o no, al menos, una exenta de devastadores efectos psíquicos y hasta somáticos en los victimarios.

Una impostura. Es esta la mejor definición de la mencionada enciclopedia y tal ha sido siempre el principio central y el principal medio del que se han valido los opresores en el trascurso de las épocas para la consecución de sus ruines propósitos, y una feliz excepción a esa norma lejos está de hallarse en la Venezuela tiranizada por el chavismo, donde ficción, tergiversación y seudociencia se alean asimismo en el crisol de la manipulación totalitaria según la conveniencia del momento, aunque en el actual, en el peor de los escenarios por el mortal avance de la covid, ha perdido ella sus matices y es ya total oscuridad; el preludio de la muerte a la que con criminal resolución ofrendan miles de víctimas quienes han convertido el engaño en su preferida arma sacrificial.

Con la promesa, verbigracia, de la inoculación en cuestión de pocas semanas de diez millones de dosis de una vacuna sobre cuya limitada producción se tenía entonces conocimiento, solo ganaron tiempo hasta su propia vacunación los mismos que aseguraron luego de incumplida aquella que la curación de la enfermedad, no su prevención con las vacunas de comprobada calidad que de forma sistemática le han negado al grueso de la sociedad venezolana, era posible con unas «gotas milagrosas» supuestamente avaladas por su particular «ciencia».

Ficción, tergiversación y seudociencia traducidas en muertes. Una mortal impostura.

La obstaculización de la compra de las vacunas de AstraZeneca se acompañó de una narrativa con la que se pretendía hacer creer que en Venezuela se contaba con una cantidad suficiente de otras para inmunizar a toda su población —ello en medio de la celebración del hallazgo de una «cura» que en el país ha colocado en segundo plano la prevención y, en consecuencia, las vacunas—, pero lo que se vendió como un hecho devino pronto en «intención» y poco creíble esperanza en futuros «logros» que no pasan de vulgar promoción del castrismo y sus «avances» a expensas de la salud y la vida de los venezolanos.

Ficción, tergiversación y seudociencia traducidas en muertes. Una mortal impostura.

Ahora se anuncia como una victoria el pago de un anticipo por las vacunas cuya definitiva compra han impedido de mil maneras quienes de los ajenos esfuerzos esperan sacar provecho, pero los vientos de su politiquería —y de su maldad— soplan más bien en la dirección de lo que no sirve ni servirá para prevenir y menos para curar.

Más ficción, más tergiversación y más seudociencia ocultas tras el velo de «adecuadas» acciones que acabarán mostrándose como lo que son: más imposturas.

@MiguelCardozoM


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