No sabemos su número pero inevitablemente habrá participación de votantes de la oposición en la gesta electoral de mañana. En ese grupo estará este columnista. Lo haremos sin dudas de ningún tipo y aunque ello implique nadar contra la corriente. Tenemos muy claro que lo que debería ser una fiesta celebratoria a nivel nacional se circunscribirá a una presencia para nada apabullante de un definido sector opositor. Si definitivamente ocurre así, la implicación será más que obvia: eso es lo que hay aquí y ahora.

Poco se ha aprendido en los años de dictadura que hemos padecido y que, tristemente, han generado múltiples divisiones entre los venezolanos opositores que, sin embargo, no han dejado de confrontarse con los partidarios de Hugo Chávez Frías, primero, y Nicolás Maduro Moros, después. Estamos hablando de casi veintitrés años de permanente involución de un proceso político que al principio contó –hay que reconocerlo sin rodeo alguno- con el respaldo mayoritario del pueblo y que, con el paso de los años, mermó significativamente. Inexplicablemente el desgaste anterior fue acompañado de la absurda y permanente fragmentación de la mayoría opositora. Aunque ello sea contradictorio, lo real y verdadero es que estamos plagados de ciegos que no quieren ver.

Pero no hay que perder las esperanzas. En nuestro caso personal, salvo dos semanas recientes en que problemas de fuerza mayor lo impidieron, llevamos poco más de siete años publicando nuestros artículos los días sábados de cada semana. En todo ese tiempo no hemos dudado en que, más temprano que tarde, saldremos del terrible mal que nos aqueja. El principio en que apoyamos ese optimismo es simple pero contundente a la vez: “llueve y escampa”. Ese convencimiento nos ha permitido permanecer en esta lucha hasta ahora y espero que por el resto del tiempo que sea necesario.

Lo real y verdadero es que en algún momento los diferentes grupos opositores tendrán que sentarse a conversar y a limar asperezas para que la salida de la dictadura sea real y verdadera. El refranero popular lo establece de modo contundente: “No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista”. La historia de la humanidad está llena de ejemplos.

Quienes se abstienen de votar podrán ser mayoría pero con su insustancial y cansón pregón no van para ningún lado. Eso se pondrá en evidencia más temprano que tarde. De la dictadura saldremos por una de las dos únicas rutas: a través del voto o por la vía de un golpe de Estado; lo demás sólo son simples quimeras.

Es un total absurdo creer que sin hacer nada per secula seculorum se pueda salir de la dictadura actual. En el terreno amoroso e igualmente en el campo político, el que quiere besar busca la boca. Lo demás son sueños que no empreñan. Así de simple.

@EddyReyesT


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