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Joe Raedle/Getty Images/AFP

Tradicionalmente los migrantes se insertan en los países receptores con bajo perfil, buscando ante todo cobijo económico-social por la desgracia que les ha obligado a desarraigarse de su patria; pero este no pareciera ser el caso del éxodo venezolano, que se ha hecho sentir también a nivel planetario en la difusión de la tragedia nacional que hemos padecido a lo largo del siglo XXI.

Si bien es cierto que el éxodo nacional se ha destacado cualitativamente en todos los ámbitos de la esfera humana: Artístico, universitario, deportivo, musical, económico, laboral con sus etcéteras posibles, hay uno fundamental como lo es el político, donde ha afincado el argumento reconocido en el escenario global, que señala a Venezuela como víctima de una de las peores dictaduras de la historia continental.

En verdad, los 7.000.000 de venezolanos esparcidos por los 5 continentes concurren en procura de una condición de vida digna, poder adquisitivo y futuro para sus familias, ese es el objetivo de todo ser humano en el planeta, en el caso nuestro destaca adicionalmente las ansias de libertad de expresión y de vivir en democracia. Reafirmando los conceptos del premio Nobel 1998 y hoy recién laureado con el premio Príncipe de Asturias 2021 en Ciencias Sociales, Amartya Sen, quien señala que el ser humano pretende óptimas condiciones económicas y al mismo tiempo libertades políticas. Unas y otras van de la mano.

Efectivamente, el atrevimiento político del venezolano se ha puesto de manifiesto recientemente en diferentes eventos y regiones del mundo. En 2020 fue destacada la participación en el proceso electoral de Estados Unidos, unos partidarios de Donald Trump y otros del demócrata hoy presidente Joe Biden, para que ambos en 2021 dictaran medidas de protección con el DED y el TPS, que otorgan márgenes de estabilidad a casi medio millón de connacionales. De hecho, ha sido notoria la receptividad de la administración Biden con la oleada de migrantes venezolanos en el reciente mes de abril con la llegada de 7.000 por las fronteras del sur del país.

Díaz Ayuso muestra la pulsera con los colores de la bandera de Venezuela

En el caso de España la intervención de la diáspora fue contundente en las recientes elecciones de la autoridad de Madrid, con el apoyo a la candidata del PP Díaz Ayuso y la derrota del «coletas» Pablo Iglesias de Podemos, cómplice de la dictadura madurista en desmanes de corrupción y en intento de maquillar la violación de derechos humanos en nuestro país. Hay que destacar que se contabiliza en medio millón el número de venezolanos en tierras íberas.

En ese contexto de comicios se desarrollaron las elecciones presidenciales del Ecuador el pasado mes de abril, en las que el candidato triunfador Guillermo Lasso contó con el apoyo mayoritario de la migración venezolana, que veía con preocupación el triunfo del correísmo, cómplice de fechorías de la tiranía madurista y que pensaba cerrar la frontera a los inmigrantes venezolanos. Pues bien, desde el inicio de su gestión el 24 de mayo de 2021 el nuevo presidente anunció la aprobación de un TPS para los venezolanos en Ecuador, quienes ya sobrepasan los 400.000 en ese país.

Debemos destacar que en ese ámbito de medidas de protección al éxodo nacional se ubica la decisión del presidente de Colombia, Iván Duque, quien promulgara desde enero de 2021 la protección del TPS por 10 años a una población migrante de 2 millones aproximadamente, en medio de una crisis política y social que debe resolverse prontamente, ante la pretensión de factores políticos externos del quiebre del hilo constitucional.

El reto más complejo lo tienen los venezolanos que migraron a Perú, donde se cuantifica la diáspora en 1 millón de personas, ante la celebración de elecciones presidenciales el próximo 6 de junio. Como manifestara recientemente el premio Nobel Mario Vargas Llosa, no se está eligiendo personas, sino entre 2 sistemas, dictadura o democracia. La definió como la decisión más importante en la historia del Perú. Por tanto, no vacila en apoyar a Keiko Fujimori y cerrarle la puerta a Pedro Castillo, quien se ha identificado abiertamente con el régimen madurista y representa una aventura dictatorial como jamás se haya conocido en la historia republicana de 2 siglos de ese país.

Este periplo que hemos señalado ha conocido también no solo las fuertes críticas del éxodo al autoritarismo que impera en Venezuela; sino a la misma oposición que representa el gobierno interino de Juan Guaidó. Las protestas y señalamientos a Leopoldo López recientemente en Lima y en las redes sociales reflejan el descontento de una diáspora que no ha visto implicarse con contundencia a la representación opositora para atender las tragedias que viven los venezolanos en el mundo y en el caso particular de la región andina, que se agravarían de ganar el candidato talibán maoísta del movimiento terrorista Sendero Luminoso que asoló al Perú el pasado siglo.


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