A nada le teme más la autocracia venezolana que a un pueblo que convierte su indignación en acciones de una poderosa fuerza ciudadana. Le aterroriza la organización civil y la movilización política. Saben que con la fuerza del pueblo unido serán derrotados.

Hoy existen todas las condiciones para construir esa fuerza. Por un lado, la autocracia ha demostrado ser una asociación traidora y criminal. Y por el otro, el liderazgo opositor no ha logrado una conexión legítima con las fuerzas populares que necesitan el cambio. En este escenario, los venezolanos tenemos la enorme oportunidad de construir un vigoroso movimiento político, que sea invencible, integrado por comunidades de base, con ciudadanos resueltos y dirigidos por sus líderes naturales que ya están trabajando por sus reivindicaciones. Un movimiento conformado de esta manera, será el que le dé, por fin, el triunfo político a las fuerzas democráticas del país.

Si algo anhelamos los venezolanos es desalojar a Maduro del poder por la vía constitucional del voto. Lejos de las aventuras intentadas en tiempos recientes, que además de peligrosas no dieron ningún resultado positivo. Todas esas estrategias fallaron, y lo peor, no le reportaron al país ninguna solución. Solo sirvieron para disminuir la fuerza ciudadana, desmovilizar a la población, desarticular la integridad institucional del país, menoscabar la fortaleza de las organizaciones políticas, y lo peor, facilitarles a los usurpadores su agónica permanencia en el poder.

Nuestro pueblo quiere expresarse políticamente con su voto. De eso estamos seguros. Pero para que toda esa indignación se convierta en el caudal de votos más grande de nuestra historia, se necesita un liderazgo consistente y serio, capaz de ofrecerle a ese pueblo una ruta posible, un futuro esperanzador y una conducción acertada. Que sea capaz de construir un vínculo poderoso y fuerte con el pueblo, que le de fuerza y valor a la gente, ya que insistir en que a Maduro no se le puede derrotar, repetir constantemente que se va a perpetuar en el poder y que va a ganar en el 2024, no es una estrategia ganadora ni esperanzadora. No es cierto que Maduro sea invencible. No es cierto que cuenta con el apoyo popular. No es cierto que los venezolanos tenemos cerrados todos los caminos hacia la restauración democrática. No es cierto nada de eso.

Así mismo, continuar propagando la idea de que el CNE se va a robar los votos, que las máquinas no son confiables y otras de esas ideas desalentadoras tampoco es una estrategia triunfadora que fortalezca la participación. Estos argumentos no garantizan el triunfo electoral. El CNE es el organismo que ha organizado y controlado los procesos electorales en nuestro país, es el que dicta las reglas electorales y es, a fin de cuentas, el que organizará las próximas elecciones presidenciales. Entonces lo que tenemos que hacer no es atacar al árbitro, sino trabajar sin descanso para prepararnos y organizar un movimiento social que sea invencible, que movilice al elector en cada cuadra de cada ciudad y caserío del país. Para neutralizar las artimañas de la mafia madurista lo que debemos hacer es convencernos de que nuestras propias capacidades y que nuestras fuerzas son las más poderosas que existen. Ante la fuerza de un pueblo decidido y vigilante, no hay treta ni trampa que valga. Si hacemos eso y nos preparamos para que cada ciudadano ejerza con orgullo y valentía su voto en contra de esa tiranía, el triunfo será avasallador, y convertidos en un pueblo unido estaremos listos para hacer valer nuestras voces ante cualquier intento de los usurpadores de torcer el resultado electoral.

Eso hace más urgente que nos pongamos a trabajar desde ya en el restablecimiento de la confianza en el valor y el poder ciudadano. Esta debe ser la prioridad más importante de todas. Votando vamos a sacar al usurpador Maduro del poder, así que, desde este mismo momento TODOS los ciudadanos que queremos el retorno de la democracia a nuestro país, tenemos la honrosa tarea de desarrollar y apoyar activamente una campaña de defensa y revitalización del poder del voto, para que cada elector entienda y sienta de nuevo que su voto es poderoso y que con él nos vamos a deshacer de esta desgracia, porque si no logramos que la gente vote –una verdad tan obvia–, jamás lograremos ganar unas elecciones ni tomar el poder.

Distraerse en otros temas subalternos, y descuidar la tarea principal, impedirá acabar con la tragedia que sufre Venezuela. Por ello, tenemos que trabajar con absoluta unidad de propósito en la construcción de una organización que promueva la movilización y la vigilancia del voto en los centros electorales. Lo prioritario es reunir a los venezolanos con la mayor amplitud, en un movimiento electoral poderoso, triunfador que jamás se haya visto en el país.

Ya sabemos que las elecciones serán el próximo 28 de julio. Entonces NUESTRA URGENCIA ES MAYOR. “No tenemos tiempo que perder”.  Convencidos de que el poder está en cada uno de nosotros, salvaremos a Venezuela. Eso es lo más importante.

 

Twitter: @lortegadiaz

Instagram: luisa_ortegadiaz

Youtube: Luisa Ortega Díaz


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