Para qué lo vas a hacer fácil si lo puedes poner complicado. Esa frase a título de ser parte de un proceso de formación y de capacitación en el medio militar es excelente. En el campo de batalla las decisiones requieren rapidez bajo un conjunto de presiones y variables que exigen al comandante ser atinado, tener precisión, puntual llegada y mucha viabilidad para lograr alcanzar los objetivos operacionales. Mientras pasas por todo ese proceso el enemigo toma la iniciativa, se adelanta en la libertad de maniobra, te mete un bombazo para romper la línea de las comunicaciones y penetra hasta el puesto de comando. Se acaba la guerra en un tris. Hasta allí todo bien en términos de las unidades operativas. Cuando ese modelo gerencial lo exportas hasta otros organismos de la administración militar, especialmente aquellos donde la lentitud de la burocracia, los múltiples y complicados pasos para acceder a una decisión o para llenar un simple registro o trámite que pone en peligro la salud, el bienestar o la vida de sus afiliados, se pone en vigencia ese excelente libro de Norman Dixon titulado Psicología de la incompetencia militar.

Este texto no va a abordar en materia de inutilidades a lo que ocurrió en Crimea, la guerra de los Bóers, las campañas coloniales inglesas en la India y Afganistán, la guerra de trincheras en la Primera Guerra Mundial, Singapur ni Arnhem. Tampoco los Dardanelos, Stalingrado, Pearl Harbor, Borodino, Waterloo, Vietnam, las Malvinas. Se trata de algo más provinciano y doméstico. Una vaina muy coloquial. Un simple papel del que depende la vida o la muerte de un afiliado dentro de la previsión social de los militares venezolanos. No se trata de una decisión frente al enemigo ante la cual hay que pasar por todo el proceso apreciativo que se aprende en una escuela de Estado Mayor para tomar una decisión. Es algo más simple. Salvo que ante prueba en contrario ya esté establecido a ese segmento de los militares retirados como parte del enemigo político del régimen de la revolución bolivariana.

La decisión de los mecanismos para registrar la fe de vida de la inmensa población de militares retirados que deben presentar ante el Ipsfa para certificar no tanto que viven y sí que sobreviven con la pensión de miseria muy bien puede merecer un capítulo actualizado del excelente libro de Dixon. Con tanta actualidad tecnológica, con la disposición digital de tantos mecanismos virtuales, con las redes sociales haciendo cobertura global, con tantos procesos de firmas electrónicas, con tanta inteligencia artificial, con genomas, bases de datos en la nube, con impresiones en 3D, con hologramas y con tanta robótica la única explicación racional que se le puede dar a las maneras de presentar esa fe con 8 millones de venezolanos en diáspora, de los cuales hay una gran cantidad de militares retirados y con lo que significa en costos desplazarse y hacer diligencias administrativas en el exterior y en Venezuela hasta los lugares que están habilitados para todo el proceso; a eso solo se le puede dar un nombre: ganas de joder.

Esta solicitud de la fe de vida puede tener razones muy comprensibles en alguna reorganización que esté haciendo el instituto para actualizar su nómina y controlar con rigor sus pagos mensuales, pero su proceso está generando problemas relacionados con la precaria situación en que se encuentra una mayoría que está siendo afectada sin que sus demandas sean consideradas por el instituto ni por los gremios que dicen representarlos. En ese vacío e inutilidad en la representatividad de los viejos soldados hay una suerte de desconsideración que muy bien puede solucionarse generando un poco de empatía hacia quienes fueron en la actividad sus colegas en un destino que no les será ajeno en un corto plazo a quienes están poniendo lejos cumplir el procedimiento de presentar en la taquilla el documento. Allí está el famoso pecado original de la incompetencia militar. Eso es historia en esa frase corporativa de que sí lo puedes poner difícil, complejo e inaccesible, para qué carajo lo vas a poner fácil.

Ahora, en esta pequeña catástrofe burocrática hay tres segmentos de incompetencia. El instituto, desde allí no hay gobierno ni control desde los afectados y a pesar de la existencia de muchas alternativas para reclamar, el morbo de Dixon es patente. Luego están los gremios, tampoco desde allí se hace mucho para los desmovilizados y no hay un fuerte anclaje de influencias con el sector y por último, está el numeroso grupo de militares retirados; afectados directos de las incompetencias de los otros dos y que muy bien pueden hacer fuerza y dirección para presionar como se debe cuando todas las vías están cerradas y desde los organismos de decisión hay sorderas institucionales. Ese vector diseñado, articulado y movilizado puede hacer bastante. Mucho. Y es para levantar individualmente una voz de reclamo desde cada uno de sus lugares de habitación donde sobreviven con la pensión por la que piden una fe, para que en conjunto se forme un vozarrón que retumbe en toda Venezuela. Sobre todo en este momento de elecciones. Es eso o contribuir a escribir ese otro capítulo de las incompetencias.

Como decíamos en el párrafo anterior, estamos en un momento de elecciones presidenciales en Venezuela. El gremio de los militares retirados tiene un rol protagónico en la defensa del voto antes, durante y después del 28 de julio de 2024. La gran familia militar de Venezuela incluye también al segmento de los militares que están en la reserva activa y a sus familiares con derecho, pensionados en la categoría de menesterosos y depauperados. A pesar de ser un valor numérico modesto desde el punto de vista electoral, no se debe olvidar dentro del liderazgo político opositor en plena campaña, en sus redes sociales, en sus discursos y en sus declaraciones públicas, que en la ejecución y materialización del lema “Hasta el final” el cumplimiento de la Constitución Nacional en la solvencia de unas elecciones libres y con garantías, atenidas al espíritu, el propósito y la razón del artículo 5 y el 328 de la carta magna, los mensajes directos hasta los cuarteles en situación de actividad tendrán la vía expedita y eficiente de los medios encarnados en los viejos soldados que cambiaron el fusil por el bastón. De manera que en ese tema, muy bien puede construirse un enlace directo. ¡Hagan eso!


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