La propiedad de los recursos naturales es de los Estados y su explotación suele estar desarrollada por empresas públicas. Estas empresas suelen ser rentables, puesto que en su cuenta de resultados los gastos solo incluyen los de extracción, pues, se podría decir, el coste del recurso natural en cuestión “se lo dio Dios gratis”. Pero a partir de aquí llegan los problemas, pues esos excedentes hay que repartirlos y utilizarlos de la manera más eficaz y justa posible.

Noruega optó por un sistema de capitalización, así en 1996 creó el Norges Bank, para invertir en el exterior los ingresos procedentes del gas y el petróleo. Es el mayor fondo soberano del mundo, que alcanzó los 1,2 billones de euros en 2018. Actualmente, el fondo duplica el valor de los ingresos petroleros futuros estimados por el gobierno y financia más de 17% del presupuesto nacional.

El sector público en Noruega es uno de los mayores del mundo en cuanto a su aportación al producto interior bruto, tiene una seguridad social extensa, un vasto estado del bienestar. La modernidad de su industria se ha podido financiar gracias a la explotación del petróleo, estando diversificada en sectores como la construcción naval, la metalurgia, la química o la informática. El gobierno controla 31,6% de las empresas cotizadas en bolsa. Por estas razones, a Noruega se la denomina en algunas ocasiones “el último Estado socialista de Europa”.

Las circunstancias en Venezuela no son comparables. En primer lugar, la tradición económica en Noruega hizo que existiera un sólido crecimiento desde el inicio de la era industrial, cosa que no ocurrió en los países sudamericanos. Sin embargo, el modelo noruego, salvando las distancias, sí podría ser copiado en Venezuela.

La explotación de los recursos naturales en Venezuela lo realiza la empresa pública Pdvsa. Asumiendo cálculos aproximados, el costo promedio de producción de Pdvsa es de 13 dólares por barril. El precio de cotización de petróleo Brent, al día de hoy, es de aproximadamente 41 dólares. Teniendo en cuenta que las reservas de petróleo de Venezuela son las mayores del mundo, la riqueza está asegurada.

En un sistema como el noruego, los excedentes de Pdvsa deberían ser utilizados para fomentar la financiación de una industria competitiva, probablemente de carácter público, asegurando índices altos de igualdad.

Según la vicepresidenta, Delcy Rodríguez, el gobierno de Venezuela destinará 76% de los ingresos a la inversión social en 2020. Además, Venezuela se ubicará como la segunda nación con menos desigualdad, con un coeficiente de Gini de 0,37.

La primera crítica a la política del gobierno venezolano podría ser que, a falta de conocer cuál es el detalle de la inversión social que se realizará, la distribución de la riqueza se debe hacer sin desincentivar el trabajo, principalmente a través de elevar el nivel de la educación y de la sanidad, áreas que, de seguro, pueden mejorar en Venezuela.

En cuanto a la igualdad, el índice Gini mide la desigualdad, pero no la riqueza. En otras palabras, se podría dar el caso de que hubiera igualdad por abajo, es decir, “todos pobres”.

El presupuesto venezolano de 2020 asciende a la cifra de 5.400 millones de dólares. En 2015 la ganancia neta de Pdvsa se situó en 7.345 millones de dólares. En años posteriores esta ha sido menor por problemas económicos, pero la conclusión debe ser que la riqueza petrolera de Venezuela es más que suficiente para crear unas condiciones de progreso similares, al menos como sistema, al modelo noruego.

Crear un fondo de pensiones al estilo noruego no es evidentemente la prioridad actualmente en Venezuela, pero el gobierno debe utilizar los excedentes creados por la producción petrolera en fomentar una economía competitiva, diversificada y con la igualdad como objetivo final.

 


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