Nuestros supuestos de partida en una sociedad ética 5.0 se desarrollan en la estrecha conexión entre sociedad, tecnología y gobierno, ya que todos ellos forman parte de los procesos de innovación y transformación cultural, para lo cual es necesario que las personas incorporen un posliderazgo conformado por valores y principios que contribuyen a una gestión éticamente comprometida con la sociedad.

Tras la pandemia, la sociedad ha tomado más conciencia que nunca del impacto que sus acciones tienen sobre la vida y el futuro. Hemos tomado conciencia de la necesidad de avanzar hacia un desarrollo sostenible guiados por criterios ambientales, sociales y de buen gobierno. Si bien necesitamos respuestas rápidas, también deben ser lentas porque los emprendimientos sellan un cambio cultural y las empresas necesitan adaptarse a los procesos y la toma de decisiones. Dentro del nuevo sistema ético encontramos requisitos clave que los sistemas de IA deben cumplir para ser considerados confiables: agencia y supervisión humana; solidez técnica y seguridad; privacidad y gobierno de datos; transparencia; diversidad, no discriminación y equidad; bienestar social y ambiental; y rendición de cuentas.

Para ello necesitamos desarrollar una comprensión del futuro hacia los seres humanos y la autocomprensión; de esta manera, se puede construir un mundo futuro más humano, alimentado por energía limpia producida por celdas de combustible de hidrógeno libres de emisiones. Las ciudades inteligentes serán un laboratorio viviente, donde los residentes e investigadores podrán desarrollar y utilizar tecnologías autónomas en un entorno compatible con la vida. Todo estará conectado y comunicándose entre sí, a través de datos y sensores; por eso, tanto AI como VR transformarán radicalmente la forma en que habitamos y navegamos en nuestras ciudades. Por ello, es necesario crear un marco legal que garantice un comportamiento ético en lo artificial. El Parlamento Europeo ha dado grandes pasos en este camino ético, al desarrollar un conjunto de regulaciones en el campo de la IA. En octubre de 2020, aprobó una serie de resoluciones relacionadas con la IA en temas como la ética, la responsabilidad civil y los derechos de propiedad intelectual. En 2021 se han presentado diversas resoluciones sobre el uso de la IA en el ámbito penal y en los sectores educativo, cultural y audiovisual. La Resolución busca aprovechar las oportunidades y beneficios de la IA, al tiempo que garantiza la protección de los principios éticos de la inteligencia artificial, la robótica y las tecnologías relacionadas.

Las ciudades se construirán por lo que realmente son: una extensión del ser humano. Llevamos el planeta hacia a un centro urbano conectado por paneles fotovoltaicos, seremos una civilización que utilizará la energía de su estrella para convertirla en energía eléctrica limpia y segura. El planeta urbano será un tejido de vegetación nativa, la tecnología apoyará el monitoreo de la salud humana y vegetal. Para ello, nuestra civilización debe alcanzar la conciencia ética que conciba el planeta como un ser vivo. Aunque, según Yuval Noah Harari en su libro Homo Deus, señala que la algoritmización de la sociedad significa la autonomía de los individuos y donde se están erosionando los axiomas básicos de la libertad. «Las personas ya no se verán a sí mismas como seres autónomos que llevan sus vidas de acuerdo con sus propios deseos, sino como una colección de mecanismos bioquímicos que son monitoreados y controlados constantemente por una red de algoritmos electrónicos». La libertad “colapsará el día que el sistema me conozca mejor que yo mismo”.

Ahora bien, como sociedad, la reciprocidad del comportamiento ético se inserta y desarrolla en primer lugar dentro de un determinado sistema social, y engloba actitudes y manifestaciones simbólicas, por lo que los algoritmos pueden entenderse como un validador del comportamiento social. En este sentido, consideramos relevante lo que “el espacio público es nuestro espacio común y de él depende nuestro futuro común. Y sabemos también que las formas exitosas de gobernar no pasan por formas de liderazgo autoritarias, elitistas o autistas, sino por un liderazgo con alta calidad humana, basado en la integridad, el compromiso y el cultivo de ciertos valores de servicio a la comunidad”.

El ser humano hoy en día es consciente de las consecuencias de la gestión pública poco ética y del peligro que se cierne sobre la tecnología, ya que, mientras el ser humano está tecnológicamente limitado, los dispositivos técnicos como los robots y la inteligencia artificial están habilitados. En este contexto de transición del gobierno tradicional a un modelo basado en la gobernanza digital, la necesidad de gestionar la responsabilidad social de la administración pública aparece como un reto central para mejorar la capacidad de creación de valor social. La sociedad 5.0 en la actualidad busca que sus líderes sean éticamente responsables, para erradicar la corrupción, la burocracia y el mal uso de la tecnología.

 

 


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