Todas las obras de M.C. Escher © The M.C. Escher Company B.V.-Baarn-Países Bajos. Usadas con permiso. Todos los derechos reservados

Fue mi profesor de Mecánica Racional I, Carlos González, un argentino de amplios saberes, quien durante una clase nos habló de un curioso artista gráfico cuya obra estaba vinculada con las matemáticas. Esa fue la primera vez que supe de Escher. En aquella lejana época, comienzos de los ochenta, cuando ni se soñaba con Internet, no era tan fácil ubicar información sobre un artista semidesconocido. Quienes teníamos curiosidad por algún tema, acudíamos a bibliotecas y con mejor suerte a las buenas librerías que para entonces había en Caracas. Fue en la librería Lectura de Chacaíto donde me compré, a comienzos de mis veinte años, M. C. Escher His Life and Complete Graphic Work. Ver su obra gráfica y conocer sobre su vida fue en extremo grato para mí y desde esa época se convirtió en mi artista preferido.

M. C. Escher fue un extraordinario grabador oriundo de los Países Bajos que vivió entre 1898 y 1972, disfrutó de una gran fama durante su vida y se mantuvo activo hasta una edad provecta. Obtuvo encargos desde todo el orbe, desarrolló una obra extensa que fue ampliamente reconocida durante su vida.

Años más tarde me compré otro libro, El espejo mágico de Escher de Bruno Ernest, quien fuera amigo del artista. En la página 58 del libro se indica que Escher recibió varios encargos de sellos postales, entre ellos, uno en 1939 para el gobierno de Venezuela. Lamentablemente, el libro no disponía de una reproducción gráfica del sello. Mi curiosidad se disparó a altos niveles y acudí a la sede del Correo en Carmelitas para ubicar la estampilla. Para mi sorpresa y decepción no había información sobre la misma. Realicé alguna que otra investigación y frustrado con el tema, lo abandoné.

Transcurrieron un par de décadas y ya en la era de Internet tampoco encontré nada al respecto; sin embargo, la red me permitió conocer a dos insignes matemáticos venezolanos, Tomás Guardia y Douglas Jiménez, el primero profesor de la UCV y el segundo autor de un magnífico libro sobre la Historia de la Matemática. Nuestro punto de encuentro fue la historia de los juegos de mesa, en particular Rithmomachia, un juego basado en número que fue popular durante la Edad Media y que ellos investigaban en ese entonces. Conocí personalmente a Tomás cuando cordialmente me invitó a dar una charla en la Semana de la Ciencia de la UCV, precisamente sobre la historia de los juegos de mesa, tema que ha sido objeto de mi curiosidad. Tuvimos chance de enterarnos que ambos, junto con Douglas también compartíamos la admiración por la obra de Escher y fue así como, en un intercambio de correos en el año 2013, les comenté sobre la misteriosa estampilla y de la cual ellos no conocían sobre su existencia ni sobre la solicitud de esta por parte del gobierno. Contagiado por la curiosidad Tomás fue a Carmelitas donde, al igual que a mí, le negaron la existencia de esta. Lo remitieron a San Martín y también acudió allá con igual resultado.

Nuevamente pasaron varios años y es ahora, en 2022, cuando recibo un correo de Tomás con quien no me comunicaba desde la época en que nos conocimos. Me comentó había emigrado en búsqueda de un mejor futuro, que efectivamente lo encontró en el mundo académico dentro de Estados Unidos. En la misiva me indicaba que a raíz de una conversación con sus estudiantes decidió seguir la búsqueda de la estampilla y esta vez descubrió que efectivamente la estampilla existió, la había encontrado a través de la Fundación Escher ubicada en Holanda, mediante un intercambio de correos con su director Mark Veldhuysen, quien al principio no conocía sobre dicho encargo, pero luego de investigar en los archivos de la fundación dio con ella. Fue así como después de casi cuarenta años, gracias a Tomás, pude ver la estampilla venezolana realizada por M. C. Escher cuya imagen acompaña este artículo y es reproducida con permiso de la fundación.

Es bastante seguro que la estampilla nunca circuló. Es evidente que la misma se elaboró antes de 1952 cuando aún no éramos República. Pudo haber numerosas razones para ello, en mi humilde opinión una posibilidad se debió al error ortográfico que contiene la abreviatura en plural al usar puntos para cada letra en lugar de hacerlo para cada bloque, aunque quizá para la época no existiera esa norma. En todo caso es solo una especulación personal y tampoco es relevante para el relato.

Una pequeña historia personal, que me brindó la oportunidad de mantener el contacto con dos personas muy interesantes y que sobre todo me brindó la enorme satisfacción de conocer la imagen la estampilla venezolana realizada por Maurits Cornelis Escher.


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