El asesinato de los dos guardias civiles en Barbate a manos de un puñado de narcotraficantes españoles –y uno marroquí– está evidenciando, todavía más de lo que ya era aparente, el grado de podredumbre que impregna a nuestra sociedad y a buena parte de nuestra clase política.

Los seres que desde el muelle de Barbate jaleaban los asesinatos en directo son una muestra inequívoca de la degradación de una parte de la sociedad que está ya en manos del narcotráfico al que le deben su subsistencia y del que parecen encantados de participar. Si no es así, esa escena de jolgorio simplemente no sería posible. Por mi experiencia colombiana sé que cuando el narcotráfico penetra una sociedad es extremadamente difícil volver a salir de él. El dinero que mueve ese negocio lo hace omnímodo. Y eso es algo que ya ocurre en la provincia de Cádiz por mucho que el cunero Grande-Marlaska lo niegue.

Pero igual de pútrida es la situación de Cataluña donde otra droga, el independentismo, se ha diseminado entre la población y lleva a sus políticos a tomar decisiones de una amoralidad abracadabrante. Ver al primer secretario del PSC, el partido más votado de Cataluña, negándose a hacer una declaración de condena de los narcotraficantes asesinos es el perfecto retrato del estado de Cataluña hoy. Ni siquiera un minuto de silencio a pesar de que uno de las dos víctimas había nacido en Barcelona. ¿Qué tipo de cáncer terminal se come las entrañas de Cataluña hoy? ¿Puede haber una salvación para quienes están comidos por una enfermedad de esa gravedad?

Y en la línea de Illa y los catalanes, un presidente del gobierno que no puede usar el Falcon para ir a ver a las familias de las víctimas, pero sí para ir a la entrega de los Goya o el desfile de moda de Devota & Lomba es una persona que ha perdido todo sentido de la equidad. Y que no cree que eso vaya a tener un coste electoral para su partido. O al menos para la izquierda en su conjunto.

Cuando nos consolamos viendo el retroceso electoral de ERC y Junts en las elecciones generales en las que hasta el PP les superó en número de votos en Cataluña, debemos tener muy presente que este PSC es más de lo mismo que son los independentistas. La cuestión de cara al futuro es ver qué ha sido de los votantes catalanes que dieron la victoria a Ciudadanos en las elecciones autonómicas de diciembre de 2017. Parece claro que buena parte de ellos ha recalado en el PSC. Han pasado exactamente tres años desde las elecciones del 14 de febrero de 2021 y el PSC parece más lejos que nunca de la visión de España que tenía Ciudadanos y, sobre todo, de la visión de Cataluña en España. A mí me cuesta entender que quien diera su voto a Ciudadanos hace poco más de seis años pueda hoy votar a este socialismo emparejado con los independentistas e incapaz de condenar el asesinato de agentes de la autoridad por unos narcotraficantes. No se puede llegar más bajo. Pero ésta es la España real y lo que es más relevante, una España en la que sigue habiendo millones de personas que apoyan al sanchismo que ha vuelto a introducir la polarización en nuestra política para intentar beneficiarse de ella.

En esta hora España es una sociedad pútrida y lo peor es que no está claro que haya una mayoría que quiera intentar sanarla.

Artículo publicado en el diario El Debate de España


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