“La entropía es una dinámica recurrente que se vuelve fuerza desestabilizadora y su gran alcance genera mutaciones sociales y políticas y de convivencia. El devenir entrópico se asocia con el mutante orden de la naturaleza que pareciera que sus cambios y efectos se mueven al son del orden existente, entre lo humano y lo divino”. Mariano Sierra

Una entropía puede contenerse si existe justicia, si hay defensa de los derechos esenciales, si hay programas sociales, si hay instituciones humanistas, si existen preclaros gobernantes, políticos y líderes ecuánimes, si existen gobiernos económicos donde fluya el capital social con destinación al bien común, si existe una sociedad con espíritu comunitario.

Para los expertos en la materia: “La entropía de nuestra reflexión no es una simple ficción, es una creación del hombre y sus instituciones para montar mecanismos de descomposición social y política atendiendo al poder con que se maneja toda la gestión pública. La formación de las civilizaciones ha impuesto a los pueblos una hegemonía social y política bajo las estructuras entrópicas que han legitimado con la constante histórica. La crisis que esa hegemonía ha estructurado impone un complejo entramado difícil de erradicar, pues cuenta con el blindaje de partidos políticos, élites y movimientos sociales de distintas naturalezas, amén del orden público. La entropía es de la esencia de los populistas, los demagogos, las élites dominantes y por los que ejercen inflación entrópica a gran escala que penetra el entorno creando impactos sociales. La implantación entrópica acontece en medio de los tímidos conocimientos comunitarios que no les permite frenar su desarrollo y se dejan llevar por las cortinas de humo”.

Venezuela transita por una profunda agitación política y económica. Maduro apunta directamente a amordazar a la oposición e imponer su poder autocrático. Es evidente, dentro del desorden aún presiona y vende a los venezolanos falsas ilusiones con el carnet de la patria, los bonos y los CLAP; además, insiste en una guerra económica provocada por las sanciones del imperio norteamericano y ahora explota el nacionalismo con la mira en el 2024, año de las elecciones presidenciales. Ahora bien, la lógica dice que la gestión revolucionaria fracasó porque nunca a lo interno se interpeló para darse cuenta de sus diversas y continuas sinrazones, utilidad como proyecto político, mirar con objetividad los “logros” de su “modelo económico” conectados a sus consecuencias complejas relacionadas al existencialismo humano.

Con la revolución chavista es difícil o imposible acabar con la entropía en los desequilibrios de la macroeconomía. La pieza en el ajedrez político para destrancar el juego es la voluntad política, enlazada a la comprensión de la aguda crisis, de renunciar al poder. Es un axioma, las estrategias populistas del gobierno bolivariano no han sido tan efectivas para encauzar la cantidad de demandas socioeconómicas de la mayoría de los venezolanos y mantener un orden social, no un control social. Son 23 años apuntalándose con un populismo literalmente salvaje, activado en muchas misiones que se han movido por varios niveles hasta llegar a un neopopulismo tan ineficiente como en sus prácticas iniciales, siempre orientado a mantener el poder central sin importar sus costos económicos, políticos y sociales.

Emerge con mucha fuerza la entropía, la crisis acelera la llamada fase caótica, ya la población venezolana comienza a reunirse en diversos espacios de manera espontánea, y los que ya están en un estado de exaltación, reconocen su afinidad y empiezan a formar grupos y otros comienzan a protestar y rebelarse sin miedo contra Maduro. Esta realidad hace que nuevamente se reagrupe la sociedad civil y política, abriéndose así una fase anárquica, caracterizándose este periodo con una serie de rebeliones aisladas. Estas desobediencias comienzan a actuar ante una nueva realidad. Este periodo de caos es una fase de la inestabilidad caracterizada por amplias fluctuaciones de todo tipo, que se traducen en posibilidades de cambio social, lo que en la teoría del caos se conocen como derivaciones.

El sueño de proto-Estado Comunal es el milagro esperado aún por Maduro. No obstante, 23 años han demostrado que Venezuela hoy es un país cuya caracterización lleva a hacer analogías con el éxodo de Siria y la pobreza de Somalia o países africanos donde reina todo tipo de ineficiencia, corrupción, violaciones y perversidad. La verdad verdadera, Nicolás se encuentra atrapado en su propio laberinto, pero no se da por vencido. Asegura que esta revolución es eterna y no está dispuesto a entregar el poder. Vivimos la era de la desconfianza donde la entropía siembra la desunión, afianza la venganza, avala la ideología dominante que aumenta el desorden. En síntesis, hay un criterio compartido con los analistas de la temática que aseguran que la entropía tiene la dinámica de la naturaleza que contraría los valores, pues en vez de construir, destruye; detecta una fuerza magma que modifica procesos, leyes, acuerdos, orden jurídico. Entropía en lo social y político es caos que gobierna, que define intereses contrapuestos, que deforma la esencia de la verdad, de la información, desorganiza el entorno liderado por la violencia, el engaño, que deforma los valores y contamina el deber ser de las cosas.

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