En 1877 el físico austríaco Ludwig Boltzmann, estudió la mecánica estadística a partir del concepto de entropía, que es el desorden de un sistema, es decir, su grado o no de equilibrio. La entropía es un concepto termodinámico que da una idea del desorden molecular de un sistema y su nivel de rendimiento. Su traducción al contexto político no es directa, no obstante, concreta de una forma precisa el nivel de confusión, deterioro e intereses antagónicos en los que se desarrolla la acción política en la dinámica de los diversos temas que perturban de una forma directa al bienestar de la gente. El término de la termodinámica, de uso frecuente en el lenguaje de gestión de los sistemas sociales complejos, narra una ignominia organizativa y funcional progresiva, relacionada con el desorden y pérdidas de viabilidad de los sistemas, esta realidad concreta se articula a las revoluciones en correspondencia con nuestro país. Venezuela se ha transformado en un gran desorden. Si hablamos en términos científicos esto es lo más parecido que ocurre en la sociedad venezolana. El socialismo del siglo XXI está en su etapa compleja, pero no para su transición sino con todas las intenciones de perpetuarse en el poder central, uno de los problemas fue la mayoría de los venezolanos se negaron en su momento a creer la magnitud y trascendencia del problema.

Evidentemente, la sociedad venezolana está en un estado de entropía porque no funciona como sociedad, sus individuos viven de una manera disociada a la realidad convirtiéndose en un colectivo muy obediente, sometida a los ideales de la revolución. El comportamiento de los venezolanos es la clara muestra de la ausencia de gobierno dentro de la sociedad que se creía tener, actualmente la realidad es conmovedora al ver a mujeres, hombres, ancianos y niños haciendo largas colas para poder adquirir un producto de la canasta básica que tiene dos características; una es porque se consigue el producto que escasea y la otra es por su precio regulado.

Por ejemplo, mientras Maduro esté en Miraflores o en su búnker en Fuerte Tiuna, es difícil o imposible acabar con la entropía en los desequilibrios de la macroeconomía, la pieza en el ajedrez político para destrancar el juego es la voluntad política enlazado a la comprensión de la complicación de la aguda crisis. Es un axioma, las estrategias populistas del gobierno bolivariano no han sido tan efectivas para canalizar la cantidad demandas socioeconómicas de la mayoría de los venezolanos y mantener un orden social, no un control social. Son 22 años apuntalándose con un populismo salvaje, activado en muchas misiones que se han movido por varios niveles hasta llegar a un neopopulismo tan ineficiente como en sus prácticas iníciales, siempre orientado a mantener el poder central no importando sus costos económicos, políticos y sociales.

En la dinámica de la entropía, la crisis acelera la llamada fase caótica, ya la población venezolana comienza a reunirse de manera espontánea, y los que ya están en un estado de exaltación, reconocen su afinidad y empiezan a formar grupos y otros comienzan a protestar y rebelarse contra el régimen de Maduro. Esta realidad hace que se reagrupe la sociedad civil y política, abriéndose así una fase anárquica.

Actualmente la sociedad en Venezuela transita por un desorden social. Se evidencia en su realidad, una revolución llena de políticos populistas y demagogos, explotadores de los sueños de los más pobres que aún mantienen la llama en la concreción del sueño proto Estado Comunal como el milagro esperado por Maduro. Venezuela es un país que si hacemos una caracterización lograremos conclusiones inmediatas con una analogía reveladora en parecidos a Somalia o países africanos donde reina todo tipo de ineficiencia, corrupción, violaciones y perversidad. La verdad verdadera, Nicolás se encuentra atrapado en su propio laberinto, pero no se da por vencido asegura que esta revolución es eterna y no están dispuesto a entregar el poder… Ho Chi Min decía que “una cosa se dice hacia afuera y otra se dice adentro”. ¡No todo está perdido! Si los ciudadanos venezolanos se organizan como una sociedad civilizada y no enfocan el problema de cómo mantener las migajas del populismo revolucionario, sino en quien los tiene pasando necesidades, y, entre todos determinan cual es la causa y se fijan una meta en común como la libertad.

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