Foto Carlos Becerra/Getty Images

El manejo de la crisis derivada del coronavirus, pandemia como la llaman algunos, ha dejado en evidencia las carencias del régimen encabezado por Nicolás Maduro. No es lo único que sirve para calificarlo negativamente, pero tiene un peso importante, de gran valor, ya que el tema es muy delicado. Más allá de las carencias actuales del ciudadano común de Venezuela, con la pandemia se redujeron al máximo las condiciones de salud en lo personal y familiar, las posibilidades para el trabajo estable e, igualmente, el desarrollo escolar y académico del estudiantado. Venezuela vive en medio de una espantosa incertidumbre que nos obliga a prepararnos para lo que tenga que venir.

En medio de lo señalado y muchas otras cosas adicionales, solo queda la responsabilidad personal de los ciudadanos, de las cabezas de familia que tienen la responsabilidad fundamental en la defensa y protección de los suyos. Nadie puede sustituirlos en el cumplimiento de la sagrada tarea de proteger y defender a la familia, sean cuales fuesen las condiciones. Cuando hablo de familia me refiero tanto a las formales como a las informales que abundan en países como el nuestro. Lo cierto es que con esquemas de absoluta centralización del poder y de los escasos recursos que aún le quedan al Estado, nada puede sustituir la responsabilidad y la acción que cada uno tiene para con los menores y con los mayores de la familia.

El equipo de Maduro no ha sabido enfrentar el problema. Ni siquiera con recomendaciones generales ni concretas para la población, mientras el mal avanza. Sus omisiones culposas y las acciones erróneas en todos los campos, reducen la esperanza de un pronto cambio para bien. No lo habrá hasta que todos entendamos los deberes y obligaciones de cada uno tanto con relación a lo del coronavirus como en la necesidad de acelerar la lucha por un cambio total y radical del actual estado de cosas.

Mientras la camarilla chavomadurista exista, será imposible mejorar. El reto mayor es para la dirigencia democrática en cualquiera de sus manifestaciones existenciales. El país y el mundo entero están en expectativa vigilante con relación a un liderazgo que debe enterrar todo personalismo, abandonar las desviaciones estimuladas por el régimen para dividir y concentrar todo el esfuerzo en los aspectos señalados.

Nos pareció oportuno y correcto el mensaje del presidente (e) Guaidó a las delegaciones que integran la Asamblea General de la ONU. Está en la dirección correcta y es acertada su disposición de apoyar resueltamente la consulta nacional plebiscitaria que ha sido planteada desde hace algún tiempo. Pero hay que acelerar las cosas. El tiempo que pasa es como el agua de los ríos. No volverá. La comunidad internacional sigue atentamente este tema. Estados Unidos, Colombia, Brasil y el resto están con nosotros. Es la hora.

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