La EDUCACIÓN, así con mayúsculas –porque se lo merece– no es ni ha sido nunca pasatiempo o entretenimiento simple, vacío; es una inquietud creada por los seres humanos en sus afanes de responder a imperiosas necesidades para la existencia y subsistencia del hombre dentro de la sociedad encaminada siempre a lograr el mejor desarrollo cultural, económico y social del país.

Cuando hablamos de educación no sólo nos referimos a la superior, a la académica ni a la profesional en cualquiera de sus ramas. El vocablo educación es sumamente amplio, pues abarca también a quienes jamás han tenido escolaridad, pero la necesitan como preparación elemental para desempeñarse mejor en sus diversas actividades que los lleven a mejor vida en la sociedad. Esa es la razón por la cual se habla de dos clases de educación: la sistemática y la asistemática.

Educación sistemática es la debidamente organizada y planificada, en la cual se establecen los programas, los objetivos que hay que lograr y el tiempo durante el cual se cursa. Se imparte, cuando es presencial, en lugares cerrados, en aulas, en creadora convivencia entre docentes y alumnos, y está sometida a horarios y lapsos. En cambio, la educación asistemática es completamente informal, sin programas ni planificación alguna. Es espontánea, se recibe de diversas fuentes, una de las más importantes  mediante la lectura, también la asistencia a conferencias y buen cine, a actos culturales y el comportamiento observado en la sociedad. Ese comportamiento debe ser ejemplar, como una escuela, y demostrarse con el necesario cumplimiento de deberes y responsabilidades; además, con el adecuado vocabulario y el respeto a las personas. Así, impartimos y recibimos educación. Somos, pues, a la vez, educadores y educandos. Esa es la escuela de la vida.

Volviendo a la educación formal, la Constitución Nacional establece en el artículo 102 que la educación es un derecho humano fundamental, que es obligatoria, gratuita y democrática y que el Estado la asumirá como función indeclinable en todos sus niveles y modalidades… Y, en el artículo 103 se establece que toda persona tiene el deber y el derecho a recibir una educación integral de calidad, sin más limitaciones que las derivadas de sus aptitudes, vocación y aspiraciones…

Para identificar el vocablo educación abundan definiciones, todas semejantes, así, Fernando Corripio en su Diccionario de Sinónimos la identifica como instrucción, enseñanza, formación, cortesía, etc. Para otros es aprendizaje, disciplina, delicadeza, finura. Todas, pues, aluden al comportamiento de los seres humanos en la sociedad.

Con respecto a la educación en Venezuela, revisemos si las dos normas constitucionales que establecen deberes y derechos se están cumpliendo. Por una parte, “El deber u obligación del Estado de  asumir la educación como función indeclinable” y el deber y el derecho “que tienen las personas a recibir una educación integral de calidad”. Ante esos mandatos, debemos interrogarnos ¿se están cumpliendo ambos? Firmemente creemos que no, y menos con el actual régimen.

Por una parte, el Estado no ha tomado “la educación como una función indeclinable en todos sus niveles y modalidades”, pues no le ha dado el carácter prioritario que se merece, demostrando con ello ninguna preocupación del actual régimen gobernante por la cultura. Así, lo evidencian dos carencias: falta de suficiente y adecuada dotación a los institutos donde formalmente se cursa la educación, como también la limitación  presupuestaria a las universidades nacionales; igualmente, la falta de estímulo a los maestros y profesores al mantenerlos con tan baja remuneración salarial que los obliga a aventurarse en otras actividades.

[email protected]


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!