Últimos días de septiembre e inicios de octubre, y con ellos el inicio también de las actividades escolares y las cientos, miles de escenas que se producen a tempranas horas de las mañanas en las cercanías de los distintos establecimientos educativos, sean preescolares, de educación primaria y luego ya los más grandes.

Igual de incontables son las escenas que se surgen en estos mágicos tiempos y que van desde el papá con una pequeña hija en brazos llorando desconsolada porque se resiste a entrar en un ambiente que más que extraño le parece hostil, pero en el que se gestarán las experiencias y conocimientos que definirán quien habrá de ser en su futuro, no muy lejos, otra imagen, la de la mamá desesperada de lidiar con su hijo que a pesar de querer ir a clases está más dormido que despierto y que llega prácticamente arrastrado y siquiera los gritos histéricos de su mamá pueden despabilarlo, los más grandecitos, que cuando se ven luego de las tan ansiadas vacaciones y que sienten que transcurrieron en un abrir y cerrar de ojos no dejan de comentar sobre sus aventuras, o los estudiantes mayores, adentrándose en las interacciones de la atracción se emocionan también de los reencuentros, y luego estan aquellos que enfrentan los últimos retos académicos para graduarse, unos con mayor holgura, pero también están los que siempre son más lentos y les costará más, y así podemos seguir hasta aquellos que están ansiosos por ser éste su último año y luego de allí continuar, más bien, iniciar su vida como adultos

Si bien hablamos entre todas esas ideas de unos cuantos años, para muchos que lo leemos resultó también en un abrir y cerrar de ojos, como igual transcurre la vida

De esos niños y adolescentes de hoy, si bien nos resulta imposible anticipar cómo y cuáles serán sus destinos. No queda duda alguna que las experiencias y conocimientos que han venido creando y formando en estas etapas escolares tendrán una gran incidencia.

Unos serán médicos, otros ingenieros o abogados, algunos se desenvolverán en oficios y profesiones que aún no se han creado, habrá también abrazarán actividades más artísticas, como las tablas y el canto, la literatura o la pintura, otros, tareas más corporales.

También, algunos de ellos, desafortunadamente, tenderán hacia actividades nocivas, tanto para sí como para el entorno y la sociedad, los habrá ladrones y estafadores, maltratadores, violadores y asesinos, corruptos, y hasta déspotas y tiranos.

En sus dimensiones personales e intimidad de sus creencias y voluntades, no obstante puedan desenvolverse en ambientes que les resulten afines, o bien ajenos o contrarios a esas creencias y hasta de sus costumbres familiares, los habrá quienes acojan prácticas  cuasi monacales y hasta célibes, otros en los que la simple referencia a amor y relaciones libres implica un corsé moral ante  sus más particulares gustos y preferencias, temas todos que en definitiva pertenecen a esa intimidad personal del individuo que más que corporal es volitiva, voluntad y criterios en lon que también  tenemos la responsabilidad de formarlos y educarlos.

Aquí de lo que estamos hablando es de personas únicas e irrepetibles, especiales y dignas por su esencia y existencia, lo que de alguna manera u otra, de entrada colide abiertamente con la idea de una formación que más bien se identifica con producción en masa,  propia de la era industrial en la que se busca que dichos productos sean piezas estándar, como bien dice la canción «un ladrillo más del muro».

No venimos aquí a recordar e insistir en los antecedentes de los sistemas de educación «modernos» previstos para estandarizar esos «productos» en masa que son los «ciudadanos» desde su inicial fase desde la niñez, pero sí a reflexionar sobre la importancia de su libertad en que no sean tratados como masa, así como la propensión que debemos procurar para formar a cada uno de ellos tomando en cuenta sus habilidades, potencialidades y condiciones, de manera tal que la formación resulte beneficiosa no solo para ellos  sino para la sociedad.

Por supuesto que hay, y habrá muchos retos. Algunas personas, muchos, dirán, tal vez porque no lo vean y no lo comprendan, que es perfectamente posible, efectivo, viable y hasta mucho más económico la adopción de formas distintas a la educación impuesta mediante programas oficiales fijados por los Estados, que incluso, aunque sean ejecutados por «privados», no dejan de tener ese ánimo y vocación masificadora, formadora de autómatas, es más, en gran número de instituciones educativas «privadas» suelen observarse actitudes y comportamientos que más bien propenden a la castración cognitiva e espiritual de nuestros hijos, aunque no sea con mala intención, como lo es el considerar que los Estados a través de su estructura burocrática en materia «educativa», que más bien es «adoctrinamiento» y no formación, son una suerte de «autoridad» que nos impone reglas infranqueables.

Imagino y sé que hay a quienes les resulta complicado y hasta imposible pensar estas formas de educación distintas, mi invitación es a intentar hacerlo, más aún quienes como yo con niños pequeños en edad escolar no tenemos otra intención y mayor  meta que la de prepararlos para los tiempos que vienen, tiempos que deben ser de libertad, que es precisamente para lo que no nos educan y forman sino para todo lo contrario para la ciega y servil obediencia.

Contamos hoy con maravillosas herramientas que nos permiten individualizar los contenidos, las tareas y las evaluaciones, fenómenos como el micro aprendizaje, plataformas educativas en internet, metaverso, realidad virtual y realidad aumentada, entre muchas otras, son verdaderas maravillas que pueden ser utilizadas para formar a nuestros niños, pero olvidamos que estos fenómenos van más allá de los artilugios tecnológicos que efectivamente pueden automatizarnos y hasta estupidizarnos, especialmente cuando tratamos con contenido imbecilizante, y por tal razón la gran importancia de formarlos también en pensamiento computacional, pensamiento creativo y pensamiento crítico.

No hay mayor regalo que podamos hacer a nuestros hijo que la libertad, y no existe libertad plena que no sea aquella que apareje la responsabilidad total que de su ejercicio resulte, siendo por tal motivo también el que debemos procurar formarlos en la cultura de la responsabilidad a la que también debemos nosotros mismos debemos abrazar y ser celosos en su preservación.

Son de gran interés los presentes momentos en la formación de las nuevas generaciones, en especial la llamada generación Alfa, que contrario a lo que usualmente escuchamos, ellos no son el futuro, son el presente, un presente más actual y vivo que nunca, y merecen verdadera y total libertad.

Que esta nueva etapa escolar que inicia, sirva no solo a nuestros niños y jóvenes para formarse, sino también para sus padres y la sociedad en general, para repensar y replantearnos de manera  crítica pero igualmente creativa, muchos de los aspectos de nuestra educación para la libertad, cuestionando también de manera creativa los contenidos de ofertas y demandas educativas y su eficacia, que no necesariamente provienen del Estado, y tampoco de los sectores privados que se limitan a acatar y gestionar programas y políticas masivas e impuestas.

Nos urge formar a nuestros hijos para la libertad y la cultura  de la responsabilidad, y para ello es necesario inculcarles desde las más  tempranas edades la práctica activa del pensamiento crítico y pensamiento creativo.

A todos, a los estudiantes, sus padres, maestros y profesores, un gran abrazo de inicio de clases…

Con energía  y buena actitud.

 


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