Frente a la “Economía de la Codicia” emergen alternativas que se podrían agrupar en la “Economía de la Cordura”, o de la sensatez, el buen juicio, la prudencia, la responsabilidad, o la sostenible, que es aquella que busca producir bienes y servicios para la satisfacción de las necesidades humanas, que sean beneficiosas en términos financieros, sociales y ambientales.

Desde los tiempos de E. Schumacher, por los años setenta, con sus libros Lo pequeño es hermoso, Guía para los perplejos y El buen trabajo, luego en los años ochenta el libro El desarrollo a escala humana de Manfred Max-Neef, Antonio Elizalde y Martín Hopenhayn, el tema de una economía más responsable frente a la persona humana y al ambiente ha ocupado pensamiento y acción.

Seguramente la experiencia más extendida es la “Economía Social de Mercado”, que fue la fórmula adoptada por Alemania para salir airosa luego de la derrota en la Segunda Guerra Mundial, que combina el adecuado funcionamiento de la libre competencia, con un serio compromiso ético y solidario de las empresas, asegurado por una eficaz supervisión del Estado. Algo parecido a lo que se llamó “La Tercera Vía” planteada más recientemente, pero que no tuvo mucho éxito por sus confusiones teóricas y prácticas.

Hoy se extiende el término de “Economía Humana” para designar cualquier camino que conduzca a la satisfacción de las necesidades humanas, respetando la dignidad humana y los diferentes ecosistemas. A la vez es un movimiento integrador de diversas iniciativas que promueven caminos alternativos más humanos, solidarios y sostenibles, desde lo local hasta lo global, tales como la Economía Circular, Economía de Comunión, Economía Profética, Economía Social y Solidaria (ESS), la Economía Sostenible y otros. Existe la Red Internacional de Economía Humana (RIEH) que articula muchas de estas iniciativas.

Las propuestas de la carta encíclica “Alabado seas” del papa Francisco apuntan a la Economía Humana, en el marco de una ecología integral. La Iglesia Católica ha creado un Dicasterio para el desarrollo integral y desplegado un movimiento planetario para promoverlo.

En la Agenda 2030 aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas se acordaron los 17 Objetivos del Desarrollo Sostenible, todos los cuales están articulados y obedecen horizonte en común a favor de las personas, el planeta y el bienestar, así como fomentar la paz y las alianzas para lograrlos. El “Objetivo 12: Garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles”, trata de avanzar en modalidades de producción, distribución y consumo de bienes y servicios que respeten la dignidad del trabajo (ODS 8: Trabajo decente).

Han sido muchas las dificultades para dar cumplimiento a esta Agenda al año 2030, existen evaluaciones año a año desde el 2015, pero aparte de que es el único compromiso de los Estados Nacionales debidamente firmado por casi todos – menos Irak, Corea del Norte, Nicaragua y unos otros, esta Agenda ha sido tomada como referencia para importantes iniciativas empresariales, académicas, de la sociedad civil e incluso religiosas, que las han adoptado y adaptado sus condiciones específicas. Muchos gobiernos locales y provinciales han hecho lo que les es propio.

“El sector privado ante los ODS. Guía práctica para la acción” es una publicación de las Naciones Unidas, junto con “Guía para pymes ante los Objetivos de Desarrollo Sostenible”, “SDG Compass. La guía para la acción empresarial en los ODS”, “Integrando los ODS en el reporting corporativo: guía práctica” y existe un Catálogo de Servicios para las empresas.

El Sistema B es un movimiento de alcance global que surgió incluso antes de la Agenda 2030 –en 2012– y que propone un proceso de certificación de las organizaciones que logren un triple impacto positivo en sus mercados y entornos en temas de desarrollo social, sostenibilidad ambiental y rentabilidad económica. Es una iniciativa muy práctica e innovadora que va en el camino de la Economía de la Cordura.

En el mundo existe unas 6.000 empresas en el mundo ya certificadas en este sistema, en Estados Unidos son más de 1.000, en España se ha iniciado y el Círculo de Impacto B lo integran por ahora 16 empresas de alta referencia. En Europa se cuentan casi 100 certificadas y en ese proceso están más de 500. En América Latina lo integran 900 empresas, todo según la información aportada por su portal web:  https://www.sistemab.org/. Tiene un sistema de “Evaluación de Impacto B”, que es una herramienta de medición y gestión de impacto 360º, utilizada por más de 200.000 empresas en todo el mundo

Hace apenas tres años se inició en Venezuela la Comunidad B de la mano de Opción Venezuela AC, del Centro de Sostenibilidad y Liderazgo Responsable del IESA y la Cámara Venezolano-Americana de Comercio e Industria (VenAmCham). Ya tres empresas gozan de la certificación.

Por supuesto que existen diversas organizaciones civiles, empresas, universidades e iniciativas públicas locales que marchan por el camino de la Economía de la Cordura, que deben ser más visibles para que su ejemplo sea conocido y seguido.

Las consecuencias de la Economía de la Codicia que está prendiendo la alarma en todo el mundo, junto con el deseo de un mundo más justo, equitativo y sostenible, han potenciado el crecimiento de la Economía de la Cordura.


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