En el artículo anterior (https://www.elnacional.com/opinion/de-cubazuela-a-vichyzuela/ ) describía la debacle venezolana, sus causas y un posible camino de solución. Concluía que el rol de la diáspora y de la colaboración extranjera es vital para restaurar la democracia venezolana, me abocaré en este artículo a examinar el por qué y cómo pueden actuar para tal fin.

Venezuela es un país diezmado a propósito por la tiranía comunista llamada eufemísticamente socialismo del siglo XXI, la población que resta en el país está hambrienta, secuestrada y esclavizada, sometida a un genocidio por la tiranía chavista.

Un alto porcentaje de la población (8 millones aproximadamente) ha emigrado huyendo del socialismo del siglo XXI, los que quedan apenas tienen tiempo y energías para sobrevivir. En consecuencia, los bríos de resistencia están en un mínimo, luego de 2 décadas de lucha democrática.

La diáspora es la porción más joven y preparada del país, por lo tanto, tiene un rol fundamental en la restauración democrática venezolana. Considero que el soplo vital de la resistencia al socialismo del siglo XXI vendrá necesariamente de una articulación del nuevo liderazgo que llamo a conformar en el anterior artículo, con la resistencia que se organice en el interior del país.

La primera tarea que hay que realizar es la organización de la diáspora para la resistencia, en ello el liderazgo opositor que se encuentra en el exterior tiene una tarea básica e indeclinable. La formación de cuadros jóvenes en el liderazgo democrático liberal es asunto perentorio, ese liderazgo organizará e implementará la estrategia de resistencia al régimen desde afuera.

La articulación de la diáspora dentro de sus respectivos países es un requisito básico para desempeñar un papel fundamental en la resistencia. La primera tarea es sensibilizar al liderazgo de esos países hacia la lucha democrática, a Venezuela la dejaron sola, salvo las meritísimas excepciones de Duque y Bolsonaro, no sin razón, al ver el deprimente espectáculo de un liderazgo “opositor” entregado a los caprichos de la tiranía, es comprensible que el interés inicial en apoyar la lucha democrática venezolana en el liderazgo internacional haya mermado.

Una vez sensibilizado el liderazgo es menester hacer conocer en las poblaciones de los países huéspedes la lucha de la resistencia democrática y lograr un apoyo popular hacia ella. Una vez obtenido esto se logrará captar apoyos en recursos financieros, estratégicos, humanos para la lucha democrática venezolana.

Los venezolanos con doble nacionalidad tenemos un papel aún más importante: participar de la vida política de los países huéspedes para concientizar de la importancia de un apoyo decidido a la causa democrática. Obviamente es con el ejemplo que se debe predicar en esos países, los nacionalizados lograrán reputación si el liderazgo del país huésped ve que se está haciendo una lucha democrática verdadera y no una pirueta “para ganar espacios” y “convivir con el régimen”.

Una vez haberse ganado el aprecio y respaldo del liderazgo y la población de esos países se debe proceder a reavivar el apoyo internacional para la resistencia al socialismo del siglo XXI. Sin apoyo internacional es imposible derrocar a la tiranía comunista venezolana. No es como se quiere denigrar de esta posición, que se espera con los brazos cruzados la invasión de los “marines”. No, es propiciar la activación de mecanismos internacionales de lucha democrática (TIAR, Carta Democrática, Convención de Palermo, R2P) que acose al régimen y precipite su caída. Obviamente con el tiempo perdido en el guabineo del interinato esta tarea es hoy en día titánica, mas no imposible, es con una decidida colaboración internacional que se podrá lograr derrocar al socialismo del siglo XXI, y esa colaboración internacional renacerá en la medida que el escenario internacional vea que sí hay una lucha seria por derrocar al régimen.

Obviamente hay países claves en esta lucha, destaco los Estados Unidos de América y Colombia. De más está subrayar la importancia estratégica de la primera potencia mundial, sin Estados Unidos nada se puede hacer en el mundo en el área de la democracia política, aunque el declive de su liderazgo hace cuesta arriba hoy en día concertar un apoyo decidido de ese país. Si a eso se suma el dominio temporal que hoy tiene el marxismo cultural en el gobierno norteamericano, pues se puede fácilmente acotar que la nuestra es una causa perdida allá. Pero esto es solo superficialmente, el derrumbe catastrófico de la popularidad de Biden, la crisis gigantesca que se avecina por el pésimo manejo del gobierno seudoizquierdista de los demócratas, hará que desde las próximas elecciones parlamentarias del 22 y en las presidenciales del 24 haya una reacción antiizquierda en ese país, que el fraude perpetrado por los demócratas en las pasadas elecciones no podrá contener la ira electoral en su contra y por lo tanto, les será imposible reeditar el fraude pasado, volverá necesariamente un gobierno interesado en luchar contra el virus socialista en el mundo y allí la lucha democrática venezolana tendrá un rol principal.

La importancia de Colombia para la democracia venezolana es vital. No exagero en decir que el destino del continente se juega en las elecciones colombianas de 2022. Por lo tanto, toda la artillería democrática del continente se debe instalar en ese país para evitar que el socialismo del siglo XXI se apodere de Colombia. Si llega la izquierda en cualquiera de sus dos versiones, la dura de Petro o la light de Fajardo-Gaviria, Colombia pasará a ser un narcoestado dominado por el socialismo del siglo XXI y este dominará al continente, pues se habrá perdido la joya de la corona. Movilizar a la diáspora en Colombia para que los que puedan voten y los que no hagan un activismo pro democrático, como el que se hizo en Perú (perdido por la división de los demócratas en un rosario de candidaturas en primera vuelta) y en las PASO de Argentina (muy exitoso). Obviamente que un requisito para el triunfo de la democracia colombiana, es la unidad del liderazgo presentándose con una candidatura única en primera vuelta. Como siempre el futuro de Colombia y Venezuela está inexorablemente unido, de un triunfo de la democracia en Colombia en 2022 dependerá que se pueda revigorizar la resistencia venezolana, la caída de Colombia en socialismo del siglo XXI significará la muerte de toda esperanza de democracia en Venezuela.

 

 


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