Por Pablo Kaplún Hirsz

Cuando yo llegué a España en 2019 se estimó en 440.000 los venezolanos y venezolanas emigrados a España. Hoy la cifra se calcula en 550.000. Somos parte de una patria que sencillamente se desguaza.

Los ingenieros y arquitectos venezolanos que emigran a España poseen un invaluable conocimiento y experiencia que pueden contribuir significativamente a la solución de problemas urbanísticos y socioambientales que enfrenta este país. Gracias a su formación académica rigurosa y su experiencia profesional en Venezuela, estos profesionales están capacitados para aportar soluciones innovadoras y eficientes a los desafíos que surgen en el ámbito de la ingeniería y la arquitectura en España.

Se destaca, además, la personalidad de los venezolanos que, en general, caemos bien en España. Somos reconocidos por nuestro sentido igualitario, ya que en la Venezuela democrática se lograba el ascenso social sin demasiado esfuerzo, gracias a una sólida formación universitaria. Asimismo, se nos caracteriza por nuestra generosidad, cordialidad, buen humor y alegría, aspectos que nos diferencian de otras comunidades migrantes y que nos potencian en la sociedad española.

Otro aspecto es que en España existe un número insuficiente de graduados en lo que allí llaman Formación Profesional y nuestros ingenieros y arquitectos vienen dispuestos a cumplir funciones que en realidad corresponden a técnicos de inferior formación. La educación española aún en algunos centros de formación sigue siendo memorística y, frente a ello, el profesional venezolano compite con una mayor experiencia práctica. Claro, esto puede verse como una competencia desleal, pero no lo es en el sentido que hacer cosas más debajo de tu nivel de formación termina siendo un graduado universitario en carreras que exigen muchos años de estudio (a eso se le llama “reventarse las cejas” en Venezuela) es también un ceder de uno como inmigrante, es pagar en forma justa lo que se conoce como “derecho de piso”. Además, reitero, en España hay un déficit de técnicos medios.

Otro aspecto a considerar es el déficit de graduados en Formación Profesional en España, conocido como FP, lo cual resulta en que nuestros ingenieros y arquitectos se vean obligados a asumir roles que en realidad corresponden a técnicos con un nivel de formación inferior. Como en algunos centros de formación españoles aún prevalece un enfoque memorístico en la educación, los profesionales venezolanos compiten con una mayor experiencia práctica. Esto puede parecer una competencia desleal, pero en realidad implica llevar a cabo tareas que están por debajo de nuestro nivel de formación, incluso en carreras que requieren muchos años de estudio (lo que se conoce como «reventarse las cejas» en Venezuela). Esto también implica ceder como inmigrante y pagar lo que se denomina «derecho de piso». Por otro lado, es importante recalcar que en España existe un déficit de técnicos medios por lo cual nos estamos metiendo en un nicho vacío del mercado.

Lo dicho arriba no implica que haya una infinidad de profesionales altamente calificados cumpliendo roles de mesero, cuidadores de ancianos, repartidores a domicilio e incluso en funciones de limpieza.

La  existencia de la Asociación Hispano Venezolana de Ingeniería y Arquitectura (AHVIA), la cual viene reuniendo a los ingenieros y arquitectos venezolanos en España, es un valioso recurso que promueve la colaboración y el intercambio de conocimientos entre sus miembros. Esta asociación cuenta con una red de profesionales altamente calificados que tienen mucho que aportar en términos de experiencia y habilidades técnicas.

La AHVIA está vinculada con la Academia Venezolana de Ingeniería y Hábitat, lo que brinda una plataforma para el intercambio de conocimientos y la cooperación entre los ingenieros y arquitectos venezolanos en España y sus colegas en Venezuela. Además, la AHVIA ha establecido un convenio de cooperación con la prestigiosa Real Academia de Ingeniería (RAI) de España, lo que demuestra el reconocimiento y la importancia de la contribución de estos profesionales a la sociedad española.

En términos de problemas urbanísticos, los ingenieros y arquitectos venezolanos pueden aportar su experiencia en la planificación y diseño de proyectos para la mejora y desarrollo de infraestructuras urbanas. Muchos de ellos han trabajado en proyectos de gran envergadura en Venezuela, por lo que están familiarizados con el diseño de sistemas de energía eficientes, la gestión del agua y la energía, así como la planificación y construcción de espacios públicos y viviendas.

Además, la crisis socioambiental que enfrenta España, como el cambio climático y la escasez de recursos naturales, también puede ser abordada por estos profesionales. Los ingenieros y arquitectos venezolanos han estado trabajando en un entorno en el que la sostenibilidad y la resiliencia (al menos en términos de diseño) siempre se han visto como fundamentales, por lo que pueden aplicar su experiencia en la implementación de tecnologías limpias y soluciones ecoamigables.

Por otro lado, la diversidad cultural de los ingenieros y arquitectos venezolanos en España puede contribuir a la revitalización de barrios o zonas urbanas que se encuentren en proceso de transformación o degradación. Su perspectiva global y experiencias diversas pueden enriquecer los proyectos urbanos, permitiendo una mejor integración social y un enfoque inclusivo.

En resumen, los ingenieros y arquitectos venezolanos emigrados a España, a través de la AHVIA y su cooperación con la Academia Venezolana de Ingeniería y Hábitat y la Real Academia de Ingeniería de España, pueden ser agentes de cambio y promotores de soluciones innovadoras para los problemas urbanísticos y socioambientales que enfrenta la sociedad española. Su experiencia, conocimientos y habilidades pueden marcar la diferencia en el desarrollo de infraestructuras sostenibles y en la mejora de la calidad de vida de las comunidades. Es fundamental valorar y aprovechar el potencial de estos profesionales para construir un futuro más próspero y sostenible para España.

Este panorama, que evidentemente representa una fuga de talentos que podrían haber contribuido con sus habilidades en Venezuela, supone una gran preocupación y compromete seriamente la reconstrucción del país. Sin embargo, creo que no necesariamente debemos verlo de manera tan negativa. El mundo interconectado de hoy puede permitir que nuestros profesionales regresen a la patria o realicen contribuciones a distancia, gracias a su inserción en un mercado actualizado tecnológicamente. Esto nos permitiría poner al día a Venezuela en menos tiempo y a menor costo que si se hubieran quedado pasando hambre en el país. Además, es innegable que las remesas que envían nuestros compatriotas representan una contribución inmensa a la economía venezolana.

 


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