En medio de la  grave convulsión política, económica y social que sufre Venezuela se conmemora una vez más el Día del Médico, hoy 10 de marzo.

Prácticamente desde que se inició la era del socialismo del siglo XXI, los motivos para celebrar ese día han desaparecido por completo. Sin embargo, siempre será motivo para recordar y exaltar la memoria del doctor José María Vargas en el día de su natalicio, considerado el padre de la Medicina en Venezuela.

No obstante, los gobernantes inescrupulosos de la «revolución»que lamentablemente todavía tienen las riendas del poder han deshonrado su nombre y legado quitando su nombre al estado que lo vio nacer, aunque estoy segura de que para la gran mayoría de los venezolanos y sobre todo para el gremio médico seguirá siendo estado Vargas. Siempre mantendremos en nuestra memoria al médico sabio, científico, académico y docente. Primer rector de la Universidad de Caracas y  también primer presidente civilista de Venezuela.

La crisis de salud más grande y jamás contada en Venezuela ha ocasionado la migración forzada de médicos venezolanos egresados de nuestras universidades autónomas, de las escuelas de medicina reconocidas y con un gran aval académico. La diáspora médica engloba no solo a médicos jóvenes, recién egresados de la carrera, los cuales en lo que apenas culminan sus estudios inmediatamente inician los trámites pertinentes para irse del país en busca de mejores oportunidades. También se han marchado muchos médicos de todas las especialidades, tanto médicas como quirúrgicas, y no hay distinción en la edad para migrar. La Federación Médica Venezolana maneja un número aproximado de 32.000 médicos, los cuales tomaron la decisión de afrontar nuevos retos en otros países con mejores opciones de futuro. Esto a su vez ha ocasionado un gran impacto en la crisis humanitaria, pues uno de los pilares fundamentales que la ha sustentado es el déficit de recursos humanos, no solo de médicos sino de otros muchos trabajadores del sector salud.

Las condiciones de trabajo en los centros hospitalarios aunado con la situación laboral del personal médico, tanto especialistas como residentes, han sido tristemente las causas fundamentales de esta migración forzada. También se suma la pérdida de la calidad de vida en Venezuela en todos los aspectos, por la cual ya han migrado casi 6 millones de venezolanos.

El salario básico de un médico residente de posgrado en un hospital dependiente del Min Salud ronda los 600.000 bolívares mensuales, incluido el cestaticket; los bonos por guardia se los pagan con mucha irregularidad. El salario de un médico especialista es poco más de 2 millones de bolívares mensuales, monto que incluye el pago de las guardias. Esto es menos de la cuarta parte de lo que cuesta la canasta básica con solo 13 rubros.

Nuestros hospitales se han ido quedando sin personal médico altamente capacitado, lo que ha impactado en la atención del paciente en muchas especialidades médicas y quirúrgicas y que ha sido uno de los motivos para que muchos servicios estén inoperativos. El ejemplo más fidedigno fue el cierre reciente de la unidad de terapia intensiva del hospital J. M de Los Ríos, en parte debido a la renuncia de tres médicos especialistas que trabajaban en dicho servicio.

Por otro lado, el número de médicos  que concursan en los diferentes posgrados de las especialidades es cada vez es menor. La crisis también ha afectado a la docencia, pero a pesar de todo, el esfuerzo siempre está presente para mantener la calidad de la enseñanza en el pre y posgrado de la carrera profesional en el área de la medicina.

Para llegar a ser un médico egresado de nuestras universidades autónomas y de calidad se requiere el cumplimiento de por lo menos 9.000 horas académicas. El médico venezolano es uno de los que mejor se forman en América Latina, y por eso es bien recibido en los países adonde emigra. Sin embargo, es bueno aclarar la implementación de carreras paralelas de medicina  por parte del “gobierno”, de las cuales han egresado médicos que no tienen los requerimientos que se exigen para llegar a serlo y que pudiéramos afirmar que han sido objeto de engaño y manipulación, lo cual representa una gran irresponsabilidad.

Para finalizar, me hago eco de las palabras que expresó un dirigente vecinal del 23 de Enero en la Misa de las Batas Blancas celebrada en la iglesia de la Chiquinquirá en marzo de 2018: “Los héroes no visten de verde, los héroes visten de blanco”. Seguiremos luchando por el rescate de la medicina venezolana y abogamos por el cambio que anhelamos la mayoría de los venezolanos para que nuestro país reciba nuevamente a las innumerables batas blancas que se han marchado.


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