Foto Correo del Caroní

Las recientes protestas de los trabajadores de Sidor en Guayana agudizadas con la detención de sindicalistas, son una muestra adicional del permanente curso antilaboral de un régimen que ha abusado de su supuesta condición de “origen obrero”, para precarizar al extremo de la indigencia a los trabajadores del sector público. Allí incluimos a los activos, a los jubilados y pensionados, quienes sufren el sometimiento de aquellos que en sus inicios se calificaron como los redentores de los pobres en Venezuela.

El tamaño de la tragedia es digna de ser visualizada en una saga, ya que cada sector de los trabajadores públicos, sean de las empresas básicas como es el caso de los de Pdvsa, Corpoelec, Cantv, de la CVG, entre otros, o de los diferentes ministerios de la Salud, Educación, Justicia, Universitarios, alcaldías, institutos autónomos y gobernaciones habían logrado conquistas laborales de diversa índole durante el siglo XX; hoy, a lo largo de 24 años de gestión chavista, todo se resume en una palabra, la extinción total de los beneficios alcanzados, sustituidos por bonos y atención médica precaria.

En esta oportunidad mencionamos a los trabajadores de Sidor, quienes consolidaron a partir de la acción sindical de Sutiss, uno de los contratos colectivos de mayor alcance de todos los trabajadores venezolanos al convertirse en referencia para todo el mundo del trabajo en nuestro país.

Este legado comenzó a desmoronarse en imágenes todavía frescas de aquel 2008, cuando centenas de trabajadores alborozados celebraban la nacionalización de Sidor ante el consorcio argentino-brasileño Ternium, propietario de la factoría desde 1997, cuando adquirió de la administración de Rafael Caldera la propiedad mayoritaria a manos del capital transnacional privado.

Ese mayo de 2008 un Chávez eufórico decretaba la nacionalización de Sidor prometiendo que la empresa iría a manos de los trabajadores y del pueblo de Guayana, un anuncio que provocó el éxtasis de muchos de los que hoy lideran la protesta, sin saber que con los cantos de sirena en poco tiempo enterrarían la más próspera empresa, que junto con Pdvsa eran el emblema de la prosperidad y de la siembra del petróleo tan mentada por Uslar Pietri.

Sidor para el momento de la disparatada decisión producía un promedio de 4,5 millones de toneladas anuales, que en la década de los noventa fortalecía la participación del país en la Comunidad Andina de Naciones y en el mercado mundial, así también suplía a la industria nacional de todos los productos de acero para la pequeña, mediana y gran industria fundamentales en los procesos productivos y desarrollos habitacionales.

En ese orden de importancia se destaca la experiencia cogestionaria en dos ámbitos, en el administrativo con la elección de los directores laborales por los trabajadores a la junta directiva de Sidor, y en lo financiero con la asignación de 20% de acciones a trabajadores y comunidades, lo que constituyó el proceso de cogestión más avanzado del país.

En materia de democracia sindical las elecciones de Sutiss eran de importancia nacional, fueron un ejemplo de la democracia y la participación de los trabajadores, como también la libre participación de todas las corrientes sindicales y partidistas en las elecciones, a tal nivel que la dirigencia sindical y política se mudaba a Guayana para lograr el triunfo que le significaba un puesto de honor en el mundo sindical.

Con referencia a los contratos colectivos de los trabajadores sidoristas eran los más avanzados del país, por el tabulador salarial, las condiciones de trabajo, la capacitación de los trabajadores, la seguridad social y la educación de los hijos de los trabajadores desde el prescolar hasta el nivel universitario. Sus beneficios eran el baremo comparativo para el resto de las contrataciones colectivas en el país.

¿Qué sucedió para que todo se derrumbara? Que la estafa chavista adornada de falsas promesas embaucó a los trabajadores. Primero, en tan solo 8 años Sidor se fue a la ruina hasta niveles de producción cero; luego fue espacio para la demagogia politiquera implantando modelos revolucionarios “el control obrero”, el cual solo sirvió para la corrupción y el reparto de las miserias de la otrora empresa emblema del desarrollo nacional.

En materia de cogestión los directores laborales quedaron como fantasmas en las decisiones de la empresa, entre tanto la cogestión accionaria se esfumó con la quiebra de la empresa, hoy los actuales directivos de Sidor evaden toda responsabilidad de reconocer el paquete accionario y la entrega de dividendos a los accionistas clase B. Es de suponer en una empresa saqueada y en ruinas las primeras víctimas fueron las comunidades y los trabajadores propietarios de acciones, cuyo significado era de tal magnitud que el trabajador recibía más ingresos por los dividendos que por salarios.

Finalmente, la puntilla que fue el contrato colectivo quedó solo como papel mojado, sin aplicación alguna y el empobrecimiento paulatino de los trabajadores sidoristas, quienes hoy engrosan las filas de la diáspora nacional que recorre el mundo en búsqueda de condiciones de vida. Ahora bien, el objetivo puntual era el sindicato SUTISS había que reducirlo a cenizas, fue intervenido su proceso electoral en 2013 por amparo del TSJ y hasta la fecha no ha podido renovar sus directivos.

La posición actual de los valientes trabajadores siderúrgicos de defender sus conquistas laborales, su sindicato, el derecho a la protesta se manifiesta en las calles de ciudades de Guayana, al momento de abrir los ojos ante la dictadura que amenaza exterminar la condición de vida no solo de los guayaneses, también de todos los venezolanos mediante la violación flagrante de las leyes laborales y los principios de derechos humanos consagrados en la Constitución.


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