En el transcurso de estos meses, en diferentes conversaciones, entrevistas o mis clases universitarias me han preguntado mi opinión sobre si el mundo empresarial cambió; si habrá una nueva forma de gerenciar, vender o liderar.  Esto definitivamente no va a pasar, está pasando. En la actualidad, como he mencionado en alguna de mis columnas anteriores, las empresas ya son diferentes. La adaptabilidad las ha llevado a cruzar fronteras tecnológicas y abrir nuevas líneas de negocios.

En paralelo surge otra pregunta, ya recurrente, sobre emprendimiento: ¿es el momento de emprender? Mi respuesta no es optimista. Considero que en estos momentos el panorama no es lo suficientemente nítido para tomar decisiones definitivas o invertir en nuevos negocios que no domines de antemano. Por el contrario, aseguro que sí es el momento de aprovechar ese impulso emprendedor para comenzar a diseñar, planificar y dar los primeros bocetos de la idea. Los pasos iniciales de planificación estratégica e investigación de mercado, suelen ser llevados con ligereza en situaciones de mercado no-COVID. Son escalones que pocos emprendedores hacen a conciencia plena. Lamentablemente no se comprende que significan el arranque resultante en ventajas importantes del mediano plazo. En estos momentos, las agendas personales y de trabajo son manejadas en paralelo y ciertamente, con una organización más quisquillosa, se puede tener la capacidad de ejecutar la formación de emprendimientos competitivos, organizados y escalables.

Ahora bien, estas preguntas reiterativas en tiempo de pandemia, tienen su versión para empresas que ya tienen su adaptabilidad en ejecución y, a  su vez, están levantando líneas de negocio acordes al momento. La respuesta sobre aquello en lo que deberían estar invirtiendo su tiempo es en la generación de alianzas. Esa palabra que muchos usan pero pocos toman en serio, ya tiene varios años posicionándose como una de las ventajas competitivas más importantes para empresas de cualquier tamaño. Vemos cómo grandes empresas de moda sacan líneas especiales con influencers, personalidades u otras marcas para robar pedazos del mercado. Son conocidas las alianzas entre pequeñas organizaciones para mejorar rendimiento y así sucesivamente se consiguen ejemplos constantes.

De forma natural, la historia nos ha colocado el juicio sobre las alianzas como símbolo de debilidad; casi como el último plan a ejecutar, ese que denota una tabla de salvación mientras nos ahogamos y que significa perder, pero menos. El mundo empresarial ha cambiado.

Aquellos gerentes que no comiencen a explorar, planificar y ejecutar alianzas de diferentes índoles, irán perdiendo cabida en un futuro de competencia demoledora. El tiempo de pensar reactivamente ante la situación económica consecuencia de la pandemia ya está de bajada, ahora se deben enfocar los esfuerzos en prepararse para lo siguiente: un mercado de tiburones. Estudiar cuál de aquellos que catalogas tus competidores puede tener algo que tú no tienes y viceversa, analizar cuáles proveedores u otros protagonistas de tu entorno tienen el poder para catapultarte o sepultarte; hará que comiences a entender las alianzas como aquella solución eficiente en capital y resultados.

La importancia de las alianzas, en países como Venezuela, cobra mayor relevancia pues sería similar a tener más ojos en la ajustada cueva de luz baja a la cual se asemeja el entorno. Reflexiona por un momento sobre la fuerza que te sumaría tener una estructura aliada con fortalezas diferentes a las tuyas.

El momento COVID ya está avanzado, se vuelve casi irrelevante su duración cuando comienzas a convertir tu lente para ver el presente, en binoculares que te acercan al futuro.


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