Biden
Foto AFP

Es un hecho: una coalición, muy diversa, de cerca de 74 millones de estadounidenses (cifra que crece por minutos), ha expresado una clara mayoría en el voto popular para elegir a Joe Biden presidente de los Estados Unidos. Son, por cierto, más votos de los que cualquier otro aspirante el cargo más alto de la nación haya recibido en nuestra historia. En todas las democracias del mundo, este hecho, de suyo contundente, bastaría para poner en marcha una transferencia de poder, constitucional y pacífica. Pero en Estados Unidos tenemos una regla constitucional diferente, el sistema de colegios electorales exige que se establezca al ganador en cada estado para que este adjudique sus votos electorales a través de un Colegio Electoral; y la victoria en las elecciones será para quien alcance, al menos, el número mágico de 270 (de 538) votos electorales.

En este momento está concluyendo el conteo de la totalidad de los votos emitidos por los estadounidenses en un puñado de estados, donde los resultados se decidirán por estrechos márgenes, para completar el proceso. Sin embargo, todas las tendencias indican que Joe Biden se impuso en el número de estados necesarios para sumar los 270 (o más) votos del colegio electoral y ser proclamado presidente electo.

El proceso ha sido lento pero preciso, ajustado a reglas muy específicas en cada condado de cada estado de la nación. Los retrasos, y el cambio brusco en el panorama de los resultados iniciales, divulgados tras el cierre de la jornada electoral, es atribuible a dos causas: 1) una suma sin precedentes de cerca de 65 millones de votantes, (estimulada, probablemente, por la pandemia de COVID-19), optó por emitir su voto por correo, de conformidad con las leyes de sus respectivos estados; y 2) los estados críticos, en disputa, Wisconsin, Michigan, Pensilvania, Georgia, Arizona y Nevada, tienen reglas que exigen que los votos por correo sean contados, tabulados y agregados solo después del escrutinio de los emitidos el día de las elecciones, así como los expresados por votación anticipada en persona.

El presidente Trump ha tenido su momento menos presidencial, por decirlo de alguna manera, la noche del jueves, tras el día de las elecciones, cuando en un discurso infundado e imprudente, desde la Casa Blanca, afirmó que toda la elección había sido un fraude descalificando la institución del voto por correo. Una declaración de entrada rechazada por varios destacados líderes republicanos. Cabe señalar que las investigaciones bipartidistas a lo largo de los años han demostrado que el margen de fraude o error en la votación por correo es inferior al 0,00025%. Por tanto, cualquier ataque a la integridad del proceso es absolutamente irresponsable.

La coalición electoral de Biden luce, pues, victoriosa; y en ella el voto latino ha sido parte esencial. De hecho, el pronunciamiento hispano en las urnas definió el resultado de esta elección, junto con los votantes afroamericanos. Aunque la participación de los latinos sigue siendo baja con relación al conjunto de hispanos con derecho al voto, en estos comicios alcanzó un hito histórico, con más de 9 millones de latinos votando. Aún admitiendo que los latinos no son un monolito, una cosa está clara: con la excepción de los estadounidenses cubanos y venezolanos en Miami-Dade (que representan apenas el 3,5% de los hispanos en los Estados Unidos), Joe Biden está ganando el voto latino a nivel nacional, con cerca de 70% de este segmento demográfico. Los latinos de Colorado y Nuevo México, dos estados que ellos ayudaron a convertir en baluartes demócratas, con lo que contribuyeron a asegurar dos nuevos senadores de esa tolda en ambos estados, incluyendo a Ben Ray Lujan de Nuevo México, el tercer Senador demócrata hispano que alcanza un escaño en la Cámara Alta.

Ahora echemos un vistazo al conjunto de estados llamados “campos de batalla”, en todos los cuales Joe Biden ganó para allanar su camino a convertirse en el presidente electo. Como sabemos, los márgenes fueron estrechos en estos estados (por lo que el voto latino por Joe Biden fue clave, según sondeo a boca de urna realizado por la prestigiosa encuestadora Latino Decisions): Nevada 159,800; Arizona 438.000; Wisconsin 77.400; Michigan 120.000; Pensilvania 200.100. En todos estos estados, el voto latino por Joe Biden representó más de 70% del electorado de ese origen étnico y cultural.

En conclusión, queda mucho trabajo por delante para seguir organizando y empoderando a la comunidad latina en Estados Unidos. Pero el camino ha quedado abierto. El voto latino ha sido fundamental para el nuevo paisaje electoral de los Estados Unidos. La influencia hispana se hizo sentir en el marco de las instituciones y en su voluntad de cambio. Ahora toca construir un gobierno incluyente, donde el talento latino tenga representación. Al hacer sentir su voz de manera inequívoca en apoyo a Joe Biden como presidente de  Estados Unidos, los hispanos, muchos de los cuales venimos huyendo del autoritarismo y la falta de libertades en nuestros países de origen, damos un paso al frente en apoyo a la democracia del gran país que nos ha acogido y al que queremos ver ejerciendo el rol de liderazgo que los tiempos le demandan. Por eso, entre muchas otras cosas, lo elegimos.


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