No se conoce en nuestra historia nacional ni mundial un caso similar, incluso ni siquiera parecido, a lo que hemos visto padecer a las universidades autónomas y universitarios respectivamente en los tiempos de revolución en Venezuela. Los universitarios en Venezuela hoy tenemos un largo catálogo de situaciones vejatorias, denigrantes y lesivas a la condición humana y por supuesto a la transcendental función de formar profesionales en nuestras aulas de clases. Con toda seguridad esas horrendas situaciones se deben replicar en otros sectores de nuestra sociedad y ese maltrato material e inmaterial termina mermando a las propias instituciones hoy abarrotadas de renuncias, éxodo y jubilaciones en la judicatura, en diversos ministerios, en Corpoelec, etc, etc.

Es decir, el maltrato es generalizado para todo el sector público y de manera especial al sector universitario. No asignarle a las universidades los recursos para sus actividades naturales de docencia, investigación y extensión, es decir, hoy las universidades en Venezuela en especial las autónomas no disponen de recursos para biblioteca, laboratorios, reposición de talento humano depreciado por efecto de jubilación, fallecimientos o renuncias, no hay recursos para transporte, comedor, ni para seguridad social (HCM) con lo cual no hay manera de asumir ninguna emergencia familiar, y el deterioro de la planta física de nuestras facultades, sus auditorios, sus aulas, sus baños, sus bibliotecas no se registra ni en la Ucrania bombardeada e invadida por Vladimir Putin. Salvo la Universidad Central de Venezuela que fue atendida a través de un programa de asistencia.

La comunidad universitaria sin excepción nunca jamás se vio tan maltratada y no es sólo un tema de orden material, sin dudas tenemos unos salarios que no permiten ni siquiera sufragar el traslado y transporte de nuestros obreros, empleados, profesores y demás a nuestras casas de estudio. Ni hablar de costear la adquisición de una vivienda, auto o incluso una emergencia familiar. Este gobierno hace mucho que extravió la brújula y en su miopía, radicalismo y desvaríos asumió a la universidad como un enemigo, como un adversario a vencer y degradar y lo hace sin disparar un tiro al no otorgarle los presupuestos mínimos de funcionamiento, además de poseer el sector universitario venezolano los peores salarios a escala mundial.

Queremos reiterar que la situación presupuestaria de nuestras universidades nacionales UCV, ULA, LUZ, UCLA, Unexpo, UDO, USB, entre otras, es sumamente crítica y en muchos aspectos inédita por el nivel de deterioro del propio sector universitario, impactando negativamente en el funcionamiento de las universidades, no sólo en términos del presupuesto universitario totalmente insuficiente para el funcionamiento normal y cotidiano de nuestras casas de estudios superiores, y muy especialmente lo referido al agravamiento progresivo y destrucción de los salarios del sector universitario (profesores, empleados y obreros) con sus respectivos beneficios salariales, bonos, cláusulas, etc.

Debemos insistir que no hay antecedentes cercanos en todos los gobiernos anteriores de un deterioro generalizado del sector universitario, este último sometido a tratos degradantes en términos de la política de sueldos y salarios establecida de manera unilateral por parte del gobierno nacional incluyendo la uniformización a través de la plataforma y sistema patria.

En el caso de la Universidad de los Andes el Consejo Universitario ha expresado y reiterado públicamente en declaraciones, comunicados y remitidos su denuncia en nombre de toda la comunidad universitaria rechazando tácitamente la situación de crisis y emergencia humanitaria por la que atraviesan los empleados públicos, y especialmente, el sector universitario. El grado de deterioro es tal en virtud de lo cual se habla de emergencia humanitaria del sector universitario definida por la enorme e infranqueable imposibilidad de satisfacer las necesidades mínimas para la sobrevivencia como la alimentación, el vestido, la salud, el transporte y otros, fundamentalmente debido a los salarios de miseria que devengamos los universitarios.

La política de ahogamiento y despojo del presupuesto universitario y salarios respectivamente no sólo se ha afianzado sino se ha incrementado en los últimos diez años, y más recientemente con el secuestro de la nómina de todos los entes de la administración pública por el Sistema Patria, llegando incluso al impago y desconocimiento de las convenciones colectivas aprobadas por el gobierno y refrendadas por las federaciones corporativistas al servicio de éste, dejando de lado beneficios tradicionales como antigüedad, formación, inter escalas, prestaciones sociales, aportes a las cajas de ahorro, entre otros, violando la Constitución de la República y por ende nuestros derechos humanos como venezolanos y universitarios.

Este gobierno no mide el daño producido con sus decisiones y olvida la transcendental función que cumplen las universidades y universitarios en cualquier país y sociedad en el mundo entero. Los universitarios tenemos casi dos años sin percibir ningún ajuste de salarios, paradójicamente con unas de las mayores inflaciones del mundo. En agosto de 2022 teníamos un dólar BCV en 5,70 bolívares hoy un año después cercano a los 30 bolívares, sin que hallamos percibido repito ningún tipo de ajuste. Este gobierno desconoció de manera arbitraria no sólo las normas de homologación social establecidas décadas atrás, sino violenta abierta y unilateralmente la IV Convención Colectiva Única (IVCCU). La degradación de los universitarios pareciera ser una premisa y principio rector de la llamada revolución bolivariana en Venezuela… Veremos

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