Según Utpal Dholakia, profesor de Mercadeo en la Universidad de Rice, en Houston, Texas, con un PhD en Mercadeo, una buena decisión es una que se toma luego de haberla pensado expresa y cuidadosamente, que considera e incluye todos los factores relevantes, que es consistente con la filosofía y los valores del individuo que la toma, y se puede explicar claramente a otros involucrados (What Is a “Good” Decision?, psychologytoday.com/intl, publicado el 9 de julio de 2019).

Michael Smithson es también PhD, pero en Sociología, y profesor asociado de Psicología en la Universidad Nacional Australiana. Uno de sus temas favoritos, además del arte, es la toma de decisiones en condiciones de incertidumbre e ignorancia.

En la opinión de Smithson, la incertidumbre y la ignorancia apuntalan ciertas formas de capital social. Tres ejemplos de tal afirmación son el conocimiento especializado, la privacidad y la  confianza. Los dos primeros mencionados ejemplifican los acuerdos de ignorancia negociados multilateralmente en lugar de los  unilaterales, como el secreto o el engaño. La confianza es un ejemplo de relaciones sociales y modos de conducta social que exigen o incluso requieren la tolerancia a la ignorancia parcial.

Y es que la privacidad es un acuerdo socialmente obligatorio que implica incertidumbre e ignorancia impuestas voluntariamente. La privacidad a menudo se ha interpretado como un control sobre el acceso de otros a la información, principalmente sobre uno mismo. Los motivos más comunes para la privacidad son bastante obvios, pues equivalen a estar libre de vigilancia y explotación.

Existe un acuerdo generalizado entre los académicos de que la confianza conlleva algún tipo de riesgo o vulnerabilidad. Un componente importante de ese riesgo es el requisito de que el que confía permanezca parcialmente ignorante de los comportamientos no observados de aquellos en quienes confía. Las relaciones de confianza (por ejemplo, amistades) implican un tipo específico de privacidad. Si una persona cree que otras la están vigilando o insisten en que se divulguen o hagan públicas sus acciones, esa persona inferirá que las otras no confían en ella. Por lo tanto, las relaciones de confianza requieren tolerancia a la ignorancia.

Debido a que la incertidumbre y la ignorancia refuerzan algunos tipos de capital social, se deduce que lidiar con la incertidumbre o la ignorancia puede implicar un impacto negativo en el capital social, disminuyéndolo. Tal impacto merece una consideración cuidadosa, que a menudo simplemente se pasa por alto en la prisa por disminuir la incertidumbre o la ignorancia.

Tamara Suju es abogada defensora de derechos humanos, directora ejecutiva de Casla Institute y delegada de la Asociación Mundial de Juristas ante la Corte Penal Internacional. El 19 de marzo de este año, Juan Guaidó la nombró embajadora ante la República Checa y ella aceptó. La semana pasada, el 31 de julio, más de cuatro meses después, mediante una carta que hizo pública en su cuenta Twitter le presentó, al mismo nombrante y de manera indeclinable, la renuncia al cargo mencionado.

La renuncia se presenta en una coyuntura con dos características. En primer lugar, las conversaciones entre gobierno y oposición que se llevan a cabo en Oslo, la capital de Noruega, y en Barbados. En segundo lugar, en medio del llamado de Henri Falcón a un gobierno de coalición con la corrupción.

La carta de renuncia es elegante y corta y la médula de su contenido es la siguiente frase: “La justicia, la verdadera justicia, para que sea justa e imparcial, debe ser independiente de la política…”.

En mi humilde opinión, la decisión de Tamara Suju constituye una buena decisión, considerada tanto en lo individual como en lo colectivo, pues quita de la mesa un elemento importante de “negociación” sobre el que, por un lado, hay necesidad y avidez por parte del gobierno y por el otro, representa para los ciudadanos venezolanos un riesgo potencial altísimo, ello en virtud de la manía de la oposición, conocida por todos, de salirse del cauce de la buena conducta.

La evidencia empírica apunta a que los políticos, tirios y troyanos, se comportan estratégicamente a la hora de tomar decisiones: las toman no en el mejor interés de nosotros los ciudadanos sino de acuerdo con sus propios intereses y preferencias. Así y al cortar el vínculo político de la oposición con alguien que tiene acceso y conexiones con la Corte Penal Internacional, Suju les quita un elemento apetitoso, tentador, y accionable por ambas partes.

Pero quizá lo más importante de la decisión de Tamara Suju es que mató tres pájaros más de un tiro: nos ha dado algo de certidumbre en el tema de las negociaciones al impedir que los tiros vayan por allí: ese camino está vedado. Al mismo tiempo, por si acaso y consecuencialmente, evita la destrucción de capital social, entendido este como un elemento sobre el que se sustenta la confianza y la cooperación. Por último, obliga a ambas partes negociantes a ponerse creativas para sustituir la posibilidad que, magistralmente, les quitó.

 


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