El día de hoy se estará produciendo el acto de clausura de la Cumbre del G-77 en La Habana, Cuba, en donde se encuentran gran parte de líderes y representantes de los 134 miembros del Grupo, más conocido como G77+China. La Cumbre culmina en el Palacio de las Convenciones de La Habana, con el lema “Retos actuales del desarrollo: papel de la ciencia, la tecnología y la innovación”.

El G-77 fue creado el 15 de junio de 1964. Como su nombre indica, el grupo estuvo formado en principio por 77 países, aunque hoy el número de sus miembros asciende a 134. El G-77 realiza declaraciones conjuntas sobre temas específicos, y coordina un programa de cooperación en campos como el comercio, la industria, la alimentación, la agricultura, la energía, y también las materias primas y asuntos monetarios.

En esta reunión se encuentran participando altos representantes de dictaduras y regímenes autoritarios aliados de Cuba. Entre ellos se destaca Nicolás Maduro, además de otros asiáticos y africanos. Los gobiernos de China y la India han delegado la representación a funcionarios de tercer nivel, lo que sin duda le quitará la espectacularidad que aspiraba el régimen cubano. Otros mandatarios latinoamericanos en la cita son Lula, Petro, Fernández, Arce y la hondureña Xiomara Castro, quienes seguramente están alentando la agenda progresista coincidiendo este mes con la reunión el Grupo de Puebla.

Aunque en el actual escenario internacional dicha agrupación ya no tiene razón de existir según muchos analistas, al igual que su par el Movimiento de Países No Alineados creado un poco antes, dicho encuentro merece ciertas consideraciones desde la óptica de los ejes dictatoriales que se están conformando en el mundo liderados por China, siendo evidente que ese país usa estos foros para acercar posiciones con aquellos no desarrollados de América Latina y África, para así aprovecharse de sus necesidades e incrementar su influencia en esas regiones al igual que la concertación ya mencionada en Latinoamérica por los representantes de la “marea rosa”.

Este encuentro, en una nación depauperada, responsable de violaciones sistemáticas de los derechos humanos de su población, especialmente el uso de la tortura, aislado prácticamente del mundo occidental y además acusado de ser el master mind de la propagación de la ideología socialista en América Latina, acoge una inmensidad de delegados en una ciudad que parece devastada por una guerra, sin electricidad, combustible, agua potable, transporte ni comunicaciones –en el aeropuerto José Martí es frecuente la cancelación de vuelos–. Sería interesante saber quién está financiando el remozamiento de la zona por donde pasaran los mandatarios.

Por ahora está claro que se está produciendo una concertación para actuar dentro de la Asamblea General de Naciones Unidas. La presencia del secretario general, Antonio Guterres, le ha dado la connotación necesaria para que así suceda y se esté produciendo la discusión sobre los siete segmentos de Alto Nivel de la AG, especialmente los referidos a la Agenda 2030 que contiene los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, a los cuales hice referencia en mi artículo de este mismo diario del 9 de los corrientes titulado “Venezuela y las Naciones Unidas”. Como había mencionado, la Agenda 2030 “es el mayor plan de acción global para lograr un mundo más inclusivo y próspero para todas las personas y el propio planeta, el cual fue concebido para dar respuesta a los grandes desafíos mundiales: desde la pobreza y el hambre, la lucha contra la corrupción y el cambio climático”. Difícil entender qué contribución positiva pudieran hacer los autoritarios y dictatoriales del G-77 en las deliberaciones de la AG ONU, salvo dificultar su avance, implementación e incluso distorsionar o relativizar esos objetivos.

El otro asunto importante es la “habilitación” en el sistema internacional, empezando por Diaz-Canel,  de aquellos que tienen graves acusaciones por violación de derechos humanos y sanciones que pudieran eventualmente significar un arresto en aplicación de la justicia universal. En La Habana están a buen resguardo para presentarse, como suele suceder, victimas del imperialismo norteamericano y de la Unión Europea que buscan, según ellos, impedir su desarrollo y libre determinación, escudándose en conceptos westfalianos que ya la comunidad internacional ha dejado de considerarlo absolutos. Aquí juega un papel importante la habilidad y astucia de los diplomáticos cubanos Fui testigo de su actuación en Naciones Unidas.

En este ambiente heterogéneo, no solo se están buscando coincidencias que no tienen nada que ver con su lema de ciencia, tecnología e innovación, sino que también van a ser visibles las diferencias que ya se han manifestado recientemente en las cumbres de los BRICS y el G-20, la más importante de ellas sin duda es la de China y la India, aun cuando estén presentes con delegaciones subalternas. Como he mencionado en otras oportunidades, después de resuelto Taiwán, ese pudiera ser el siguiente gran conflicto en el mundo y ya los reacomodos sorpresivos de Modi en el G-20 lo están dejando ver.

Lo importante de todo esto es que muchos de los acuerdos alcanzados en el G-77 terminan siendo más simbólicos que medidas concretas. Es que más allá de haberse mantenido unidos durante tanto tiempo, la disparidad del tamaño e intereses entre sus miembros comporta un problema importante. Esperemos los resultados que convengan en su declaración final, que será su guía de actuación en la AG ONU y más importante aún para nosotros, cómo quedan las figuras de Diaz-Canel y Maduro, así como las consecuencias para la región de los acuerdos del grupo “rosado”.


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